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CALENTANDO BANQUILLO

Un oso amoroso en la plantilla

 

Imanol INTZIARTE

 

De entre todas las especies que cohabitan en el planeta fútbol, existe una que podríamos denominar «los osos amorosos». Son esos jugadores que, cuando no rinden según lo esperado, argumentan como excusa que el entrenador -o el presidente, o el público, o la prensa...- no les da «cariño».

Normalmente suelen ser jugadores de gran calidad técnica cuya demarcación está más cerca de la portería rival que de la propia. Los ha habido, los hay y los habrá.

Por citar un ejemplo, Ronaldo encaja en esta categoría. El ariete brasileño, cuya calidad y olfato de gol es indiscutible, vuelve a ser «feliz» en Milán, donde ahora entrena «fuerte y a gusto». El sábado se estrenó como titular y marcó dos tantos al Siena. Llegó al club italiano hace pocas semanas procedente del Real Madrid, donde no se sentía «querido» por su entrenador, Fabio Capello.

¿Qué se esconde realmente detrás de esas demandas de «afecto» de este tipo de jugadores? A mi juicio, un egoísmo que les lleva a creerse el ombligo de la plantilla, menospreciando a sus compañeros y ninguneando la autoridad de su entrenador de turno.

Creen que su lugar en el once está garantizado por decreto y que tienen barra libre para no presionar a los rivales, no defender... «Yo soy una estrella y no me pagan por correr como un poseso», piensan. Como decirlo en público queda muy feo, y más ganando el dineral que ganan, explican su apatía con la «falta de cariño».

Les propongo un experimento. Hoy, o mañana, cuando acudan a su trabajo, siéntense y comiencen a rascarse la barriga. Cuando su jefe o jefa les llame la atención, respondan que tienen la moral baja porque no les da «cariño». A ver qué pasa. Saquemos el «oso amoroso» que llevamos dentro.

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