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Carrera de armamentos

El rearme DE EEUU desentierra la guerra fría

Los planes de Washington de instalar parte de su escudo antimisiles en la puerta de atrás de Rusia han colmado el vaso de la aquiescencia de Moscú. Pero el Kremlin ya no es el «juguete roto" de los años noventa y parece dispuesto a no dejar pasar este nuevo, y ya van muchos, desaire de EEUU

El origen de esta crisis se remonta al final de la Guerra Fría, término rescatado estos días del baul de la Historia por algunos analistas y por el que se conoce el enfrentamiento global en la segunda mitad del siglo pasado entre EEUU y la URSS. Una pugna en la que la destrucción mutua asegurada impidió el estallido de la Tercera Guerra Mundial y que terminó con la desintegración del bloque soviético.

Rusia amaneció herida de muerte de este proceso y permaneció en la UVI durante toda la década de los noventa. Tratada por Occidente con una mezcla de agasajos y promesas incumplidas de bienestar en el mundo capitalista, por un lado, aunque temida por su aún importante arsenal militar-nuclear, la otrora superpotencia se despertó el 13 de marzo de 1999 con la OTAN al otro lado de su frontera. Polonia, Hungría y República Checa se convertían en aliados de EEUU. El bombardeo por parte de la OTAN contra su aliada Serbia en la primavera de ese año en el marco de la crisis de Kosovo marcó el clímax de esta condescendencia.

Aupado al Kremlin pocos meses más tarde por un Boris Yeltsin que bastante tenía con asegurarse su inmunidad y la de los suyos, Vladimir Putin mantuvo en los primeros años de su mandato una línea similar.

Su alineamiento sin fisuras con EEUU tras los ataques del 11-S se explica por la inercia de esta debilidad aunque obedece también a cálculos internos. A Putin le venía de perlas la emergencia a un primer plano del «terrorismo islamista» si, a cambio, le dejaban vía libre en el genocidio del pueblo musulmán de Chechenia. Así, no tuvo empacho alguno en permitir que EEUU situara bases militares en varias antiguas repúblicas soviéticas de Asia Central, vecinas de Afganistán.

En vísperas del ataque a Irak, el inquilino de la Casa Blanca, George W. Bush, anunció en diciembre de 2002 la retirada de EEUU del Tratado ABM, firmado por ambas superpotencias en 1972, lo que le dejaba vía libre para construir precisamente su sistema de defensa antimisiles.

Meses antes, y tras la firma del Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (SORT), Washington había decidido aprovecharse de la ambigüedad del texto, firmado en mayo de 2002, para no destruir, sino simplemente almacenar, 6.000 cabezas nucleares. Eso que el tratado estipulaba que estas deberían reducirse a entre 1.700 y 2.000 para 2012.

Tampoco la reacción rusa a los planes estadounidenses de invadir y ocupar el país árabe fue precisamente contundente. El Kremlin se mantuvo en la oposición, aunque siempre en un discreto segundo plano tras el Estado francés y Alemania.

No obstante, el unilateralismo estadounidense es insaciable y los desaires a Rusia se han sucedido sin solución de continuidad.

El Kremlin ha percibido como ataques directos a sus intereses las recientes «revoluciones de colores» patrocinadas por Occidente en Georgia, Ucrania y Kirguizistán. Más aún cuando la primera de ellas ha abierto la puerta al Pentágono para contar con contingentes militares estadounidenses en pleno Cáucaso.

EEUU ha proseguido con la ampliación de la OTAN al este. En marzo de 2004, y en una nueva vuelta de tuerca, las tres repúblicas bálticas y ex soviéticas de Lituania, Letonia y Estonia, pasaban a formar parte de la Alianza Atlántica junto con otros cuatro antiguos miembros del Pacto de Varsovia.

La gota que colmó el vaso

La prevista instalación del sistema de defensa antimisiles en Polonia y la República Checa se ha convertido en la gota que colma el vaso. En otra durísima intervención, esta vez ante la reciente Conferencia de Seguridad en Munich, Putin, antiguo espía en Berlín, se encargó de recordar que, en el transcurso de las negociaciones sobre la absorción de la RDA por la RFA, se acordó no desplegar bases militares occidentales más allá de Alemania.

Tras denunciar la concepción unipolar de Washington, alertó de que, con el desarrollo del escudo antimisiles, «el equilibrio se rompe (...) En algún momento nuestra fuerza nuclear quedará obsoleta y una de las partes podría hacer lo que quiera en los conflictos locales y probablemente globales».

Esta misma semana, el comandante en jefe de las Fuerzas Estratégicas rusas, general Nikolai Solovtsov, cogió el guante lanzado por Putin y amenazó con reactivar la construcción de misiles de alcance intermedio y apuntarlos contra las futuras bases en Polonia y en la República Checa.

Para ello, Rusia debería abandonar el Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (FNAI), firmado en diciembre de 1987 por Ronald Reagan y Mijail Gorbachov.

EEUU forzó precisamente este acuerdo desplegando a principios de la década de los ochenta misiles de alcance medio en Europa, forzando así a la URSS a negociar límites en esas armas.

Solovtsov reconoció que Rusia carece actualmente de este tipo de misiles, con alcance de entre 500 y 5.500 kilómetros, pero recordó que «la documentación técnica respectiva está intacta y no sería difícil reiniciar su fabricación, incluso en versiones modernizadas».

Con todo, la denuncia del Tratado sería un mensaje de alto calado. Abundando en esta idea, Etiene de Durand, experto del Instituto francés de relaciones internacionales (Ifri) asegura que «la instalación de misiles de corto alcance apuntándose entre ellos es un escenario de Guerra Fría total. Los rusos -apunta- podrían como alternativa reprogramar los objetivos de todos los tipos de armas de que disponen, y eso incluye desde misiles de crucero hasta cohetes tierra-tierra o lanzados desde submarinos».

EEUU justifica su plan en que tiene como objetivo «interceptar misiles lanzados desde Irán». La última en hacerlo ha sido la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, quien desde Berlín insistió en alertar de la «amenaza iraní« aunque, en una alusión tan genérica como la habitualmente esgrimida por Washington en sus respuestas tras los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono, añadió que «estos sistemas de misiles tienen como objetivo responder a amenazas relacionadas con el contexto post 11-S». Rice tildó asimismo de «muy desafortunadas« las declaraciones de Solovtsov.

En palabras del general Henry A. Obering, director de la Agencia de Defensa Antimisiles, «un misil intercontinental lanzado desde el norte de Irán contra la costa este de EEUU dibujaría una ruta casi polar y sobrevolaría Europa Central». El inquilino del Kremlin se ha encargado de recordarle que el alcance de los misiles con que actualmente cuenta Irán es muy inferior y en que no tiene ni la capacidad económica ni el conocimiento tecnológico para fabricar artefactos que alcancen no ya la costa este de EEUU sino ni siquiera Europa.

El jefe de las Fuerzas Espaciales rusas, general Vladimir Popovkin, ha tildado de «burda« la justificación estadounidense y ha matizado que si el sistema planteado se instalara en Turquía, todavía aliado de EEUU «entonces sí que se podría decir que está dirigido contra los misiles iraníes». Al contrario, el Ejército ruso insiste en que este sistema, radares incluidos, podría interceptar sus arsenales e inutilizarlos antes de que fueran operativos en el aire.

Las advertencias rusas han sido por lo general recibidas con la habitual parcialidad -palmaditas en la espalda y alineamiento acrítico con EEUU- por parte de los líderes europeos occidentales. No obstante, el ministro alemán, Frank-Walter Steinmeier, ha criticado a Washington por no haber informado previamente de sus planes a Moscú. Sería demasiado pedir a un imperio único que durante años se ha limitado a dar la callada por respuesta a las propuestas rusas de crear precisamente un sistema de defensa antimisiles conjunto en Europa.

La nueva Rusia

Pero la realidad no es la misma hoy y Rusia vive un repunte como potencia, menor, pero no desdeñable en términos militares.

Con una riqueza en materias primas inimaginable (13% de las reservas mundiales de petróleo y 35% de las de gas natural), el incremento exponencial de los precios energéticos -el petróleo ha subido de 10 dólares el barril en 1998 a 70 dólares en 2006- ha supuesto la llegada de una ingente cantidad de divisas que ha supuesto un verdadero balón de oxígeno para las arcas del Kremlin.

Ello, junto con el impulso de Putin para hacer de la «recuperación de la vieja gloria patrial» el eje de su poder, ha tenido una incidencia directa en los gastos militares. Si estos bajaron en la era Yeltsin, crecen desde el año 2000 a un ritmo anual del 30%, aunque sigan quedando a años luz del presupuesto que dedica a sus planes belicistas la Administración Bush. Rusia está modernizando su obsoleto arsenal. El misil intercontinental Topol-M es la estrella de la corona del Kremlin. Hasta ahora desplegaba cuatro por año y sólo en 2007 espera instalar 17.

¿Asistimos a un hipotético retorno de la Guerra Fría o a otra pataleta rusa por su vulnerabilidad ante la pérdida de su antiguo paraguas protector en Europa Oriental? La respuestá, seguro, estará en el centro, aunque una cosa es segura: la temeridad del imperio único, el estadounidense, está provocando una amenaza de rearme no sólo en Rusia sino en todo el mundo.

Unilateralismo de washington: un cuarto de siglo de desaires de EEUU

marzo de 1999

Polonia, Hungría y República Checha ingresan en la OTAN. La ampliación al este coincide con los bombardeos aliados a Serbia, histórico aliado de Rusia.

diciembre de 2002

El presidente Bush anuncia la retirada de EEUU del Tratado ABM de prohibición de misiles antibalísticos. EEUU puede iniciar su sistema de defensa antimisiles.

marzo de 2004

En una nueva vuelta de tuerca, las tres repúblicas bálticas y ex soviéticas entran en la OTAN, junto con otros cuatro antiguos miembros del Pacto de Varsovia.

enero de 2007

El Ejército chino muestra su capacidad para destruir satélites ante la insistente negativa de EEUU a negociar la prohibición de la militarización del espacio.

finales de enero

Washington pide oficialmente a Polonia y a la República Checa que permitan la instalación en su territorio de parte de su sistema de defensa antimisiles (NMD).

febrero de 2007

Rusia amenaza con abandonar el Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (1987) y apuntar con sus nuevos misiles a las futuras bases de EEUU.

6.000

cabezas

Tras firmar en 2002 con Rusia el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (SORT), EEUU decidió almacenar hasta 6.000 cabezas nucleares.

China lanza un aviso a Washington y destruye con un misil un antiguo satelite

El pasado 11 de enero, el Ejército chino destruyó con un misil balístico un satélite meteorológico que Beijing lanzó al espacio en 1999 y situado en órbita a unos 850 kilómetros de la Tierra, aproximadamente la misma altura a la que giran los satélites estadounidenses.

Washington, que ha basado sus últimas guerras -desde Yugoslavia hasta Irak- en buena medida en la información de sus satélites, se ha llevado las manos a la cabeza. El mundo no asistía a una prueba de este tipo desde hace 20 años. EEUU y la URSS efectuaron con profusión estos experimentos hasta mediados de los ochenta y los suspendieron oficialmente porque generaban una multitud de fragmentos que suponían un peligro para otros satélites. Paradójicamente, el último misil lanzado contra un satélite, en 1985, era Made in USA. La Administración Bush y sus aliados, desde Japón hasta Australia pasando por todos los europeos, han advertido de que el ensayo chino «puede suponer el inicio de una carrera armamentista en el espacio».

No cabe mayor cinismo por parte de Washington, que ha vetado una y otra vez los intentos de limitar militarización del espacio, La propia China, que ya es la tercera potencia espacial, y Rusia ofrecieron negociaciones para impedir el rearme en el espacio durante la conferencia anual sobre de la ONU de 2002. EEUU se negó a ello, reivindicando su «libertad de acción». Más aún, el año pasado, Bush dio luz verde a una política por la que EEUU se atribuye el derecho a prohibir el acceso al espacio a «enemigos potenciales» y a utilizar armas en el espacio.

Los analistas aseguran que, al igual que en el caso de Rusia y el sistema de defensa antimisiles, esta decisión unilateral ha sido la gota que ha colmado el vaso y añaden que, con su ensayo, China ha enviado un mensaje a EEUU para que se siente a negociar un tratado que prohíba las armas antisatélite. ¿Acusará Washington recibo de esta «invitación»? Dabid LAZKANOIITURBURU

Aval total de varsovia y praga

Varsovia y Praga han dado esta semana su placet inicial al proyecto, aunque las negociaciones proseguirán hasta fin de año. Ambos gobiernos se han cuidado muy mucho de aceptar consultas populares, sabedores de la gran oposición de sus opiniones públicas respectivas

Han reaccionado con indignación ante las advertencias rusas y han llegado a asegurar que «constituyen exactamente la razón por la cuál debemos disponer de un sistema de defensa antimisiles», dando así la razón implícitamente a las tesis del Kremlin. El diario checo `Dnes' resumió. «Más vale que te apunten los rusos por ser aliado de los americanos a que te apunten los americanos por ser aliados de los rusos». D.L.

Un ambicioso proyecto

EEUU desarrolla desde hace años tres sistemas integrados en el Sistema Nacional de Defensa Antimisiles (NMD, por sus siglas en inglés), con el objetivo oficial de proteger al país de ingenios intercontinentales de entre 5.000 y 6.000 kilómetros de alcance.

SISTEMA nacional

Con base en Alaska y en California, los interceptores intervendrían en fase terminal cuando el misil volviera a entrar en la atmósfera.

SISTEMA ORBITAL

Concebido para destruir misiles a la mitad de su trayecto, y acariciado por el presidente Ronald Reagan en los ochenta (su famoso escudo espacial) ni siquiera está en estado operacional debido a las grandes dificultades para su puesta a punto.

SISTEMA avanzado

El sistema antimisiles avanzado, situado fuera del territorio estadounidense, está dirigido contra misiles en fase de lanzamiento. Dos bases situadas en Fylingdales (Inglaterra) y en Thule (Groenlandia) ya están operativas. Washington justifica la instalación de nuevas bases en el patio trasero de Rusia precisamente para completar este sistema. Polonia albergaría una base con diez silos para el lanzamiento de misiles antimisiles . La República Checa acogería una base con radares.

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