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Iñaki Lekuona Periodista

El año en que bajó la Real

Si San Perpetuo no lo remedia, este 2007 que padecemos será recordado como el año en que bajó la Real. Aumentará la venta de los antidepresivos, de las pastillas para dormir y de las cremas antiojeras. Y los ex fumadores volverán a caer. Y toda exclamación será poca para expresar este destino tan horrible. Porque lo del fútbol es impresionante.

Es tan impresionante que personas totalmente cerebrales y de educación exquisita acabamos amenazando al árbitro, insultando a los jugadores, pidiendo la dimisión del presidente... cuando realmente lo que tenemos delante no es más que una pantalla de televisor. Y, lo que es peor, cuando lo que muestra esa pantalla no es más que puro divertimento, pura distracción, un simple juego.

Será que la vida nos exige tanto, o nos exprime tanto, o nos estresa tanto, o nos vacía tanto, o estamos ya tan vacíos, o desmotivados, o aburridos, o cansados, o irritables, que el fútbol no es sólo puro divertimento, ni pura distracción, ni un simple juego. Y sucede que el fútbol se convierte en vida y en desahogo vital apasionado. Sucede también que mientras tanto nuestra verdadera vida corre, y no se para. Y sucede que la vida, nuestra vida, la de todos, nos necesita, porque aquéllos en quienes hemos delegado parte de nuestra responsabilidad para que este discurrir vital sea equilibrado y solidario, sólo son capaces de equilibrar sus cuentas corrientes y solidarizarse consigo mismos.

Es posible que éste sea el año en que baje la Real. Algunos dirán incluso que es deseable que descienda al purgatorio de Segunda para que de una vez por todas el club recupere su identidad. Como sería también deseable que todos nosotros recuperásemos nuestra propia identidad y nuestra responsabilidad para con las cuestiones realmente importantes de la vida.

Ojalá pudiéramos recordar 2007 como el año en que, verbigracia, conseguimos acabar con el conflicto vasco, pero no, bajará la Real, y quizá también el Athletic, y el Madrid no ganará la Liga, y el Barça tampoco, y toda exclamación será poca para expresar este destino tan horrible y tan tremendo. Porque lo del fútbol es impresionante. Ah, y por cierto, si a alguien le da por fichar, que pregunte por Javier Balza, que tiene en plantilla unos fenómenos en eso de dar patadas sin que les saquen la amarilla. ¿O será que tienen comprado al árbitro?

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