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el drama balcánico

La Corte de Justicia de la ONU exculpa a Serbia por el genocidio de Bosnia

La Corte Internacional de Justicia, la más alta instancia judicial de la ONU, ha sentenciado que la brutal agresión serbia contra la población bosnia no fue genocidio y que, si lo hubo en casos concretos como la matanza de Srbrenica, no se puede condenar por ello a Serbia. La sentencia, que exime a Belgrado de pagar indemnizaciones a las víctimas, ha levantado una ola de indignación en Bosnia. Belgrado y sus aliados serbios en Bosnia no ocultan su alegría.

Dabid LAZKANOITURBURU | DONOSTIA

La Corte Internacional de Justicia (CIJ), la más alta instancia judicial de Naciones Unidas, sentenció ayer que Serbia «no cometió genocidio» en Bosnia.

El fallo niega el carácter de genocidio a la agresión serbia contra esta república ex yugoslava y mayoritariamente musulmana, agresión que, conjugada con la paralela ofensiva croata, dejó un saldo de 250.000 muertos entre 1992 y 1995, la gran mayoría de ellos bosnios.

Las matanzas a gran escala, los campos de concentración, el sitio criminal durante 44 meses de la capital bosnia, Sarajevo, y las violaciones y desplazamientos forzosos cometidos por las milicias serbias no merecen en su conjunto el calificativo de genocidio por el alto tribunal, tal y como demandó el Gobierno bosnio justo poco después del inicio de la agresión, en 1993.

La parte demandante ha basado su acusación en presentar la masacre de Srbrenica, en julio de 1995 y que acabó con la muerte de 8.000 bosnios, como el ejemplo palmario y acabado del genocidio bosnio.

En una maniobra envolvente, la sentencia de la CIJ reconoce que la masacre de Srbrenica fue un genocidio -tal y como lo ha definido ya el Tribunal Penal Internacional para la Antigua Yugoslavia (TPIY)- pero imputa toda su responsabilidad al Estado Mayor del Ejército (VRS) de la República Srpska (de los serbios de Bosnia), milicias serbias que sembraron el terror entre la población bosnia.

Tampoco sería cómplice

Pese a que está probada la participación codo a codo junto con estas milicias de los restos del Ejército yugoslavo (en manos de Serbia) en la agresión contra Bosnia, la sentencia considera «no demostrado» que la matanza en cuestión fuera cometida «siguiendo instrucciones o directivas del defendido (Serbia) ni que este último tuviera el control efectivo de las operaciones en curso».

Por contra, el tribunal sí estima que Serbia violó la Convención de Genocidio porque no hizo nada por evitar la masacre de Srbrenica «a pesar de los lazos políticos, militares y financieros entre las autoridades (yugoslavas) y la República Srpska». En esta línea, desecha el argumento de la defensa serbia en el sentido de que Belgrado «no tenía poder suficiente para impedir la masacre». Igualmente, la Corte sentencia que Serbia violó la Convención por su negativa a cooperar plenamente con el TPIY en la entrega de los acusados Ratko Mladic y Radovan Karadzic, jefe militar y político respectivamente de las milicias serbias en Bosnia.

No obstante, y pese a considerar a Serbia culpable por la no prevención y el no castigo por la masacre de Srbrenica, la CIJ le exculpa del delito de complicidad para el genocidio, porque aunque Belgrado «conocía el serio riesgo de genocidio» en Srbrenica, «no habría tenido conocimiento de la intención de cometer» esta masacre.

Zanjada la cuestión del genocidio de Srbrenica con una simple amonestación -sin efecto jurídico alguno- a Serbia, la sentencia del alto tribunal vuelve a la cuestión central planteada por el demandante.

La Corte establece una clara distinción entre limpieza étnica y genocidio y, de la mano de la jurisprudencia internacional, recuerda que este último «se define por la intención específica de destruir a un grupo».

Es esta «intención específica de destruir total o parcialmente al grupo de los musulmanes de Bosnia» la que la sentencia asegura no observar en la voluntad de los autores de los crímenes «perpetrados de forma masiva» -reconoce- en Bosnia.

En este sentido, argumenta que el demandante (Bosnia) no ha demostrado la existencia de un plan global para cometer genocidio. El Gobierno bosnio insiste en su demanda en que el Gobierno de Slobodan Milosevic -por aquel entonces presidente serbio, muerto en su celda de La Haya el año pasado- armó, financió e impulsó una campaña de limpieza étnica con el objetico de crear la Gran Serbia.

La estrategia de la defensa de Serbia ha consistido en negar la competencia del alto tribunal de Naciones Unidas para juzgar este caso. Fracasados estos intentos, Belgrado ha insistido en presentar la agresión a Bosnia como «una guerra entre grupos étnicos». Más aún, ha concentrado sus esfuerzos en desligarse de las milicias serbias y en negar intento alguno de destruir a la población bosnia.

Esfuerzo, este último, compensado por la sentencia, que rechaza por tanto el pago de reparaciones económicas a las víctimas y a la actual Federación Bosnio-Croata, heredera de la República de Bosnia.

En el capítulo dispositivo, la sentencia, leida por la presidenta de la Corte, Rossalyn Higgins, asegura que el cumplimiento por parte de Belgrado de sus obligaciones con el TPIY mediante la entrega «de las personas acusadas de genocidio (por el caso de Srbrenica) constituiría una satisfacción apropiada».

Satisfacción serbia

Para satisfacción, la serbia. El presidente, Boris Tadic, calificó de «importante» el veredicto de la CIJ y destacó que exculpa a Serbia del delito de genocidio. Disimuló su alegría al añadir que «es muy dura para nosotros la parte de la sentencia que constata que Serbia no hizo nada para impedir el genocidio de Srbrenica».

La sentencia generó alborozo en la República Srpska, bastión serbio en Bosnia en virtud de la partición de la república por los Acuerdos de Dayton que en 1995 pusieron fin a la guerra. «El fallo ha tenido en cuenta los hechos reales», se solazó Lrstan Simic, dirigente de la SNSD, principal partido en este enclave serbio en el corazón de Bosnia.

La Presidencia alemana de la UE mostró su esperanza en que el fallo «ayude a cerrar un capítulo doloroso en la historia de la región» balcánica.

El alto representante de la UE en Política Exterior, el español Javier Solana, no ocultó su alegría e insistió en que «una cosa que apreciamos especialmente es que la sentencia excluye cualquier tipo de sanción colectiva».

Indignación de la población bosnia

«Europa ha demostrado una vez más que está contra los musulmanes», denunció Munira Subasic, presidenta de la Asociación de las Mujeres Supervivientes de la masacre de Srbrenica. Subasic, que perdió en esta matanza a 22 miembros de su familia, entre ellos a su padre, su esposo y su hijo, había señalado la víspera del veredicto que «retengo la respiración como si fueran a decidir sobre mi vida. Espero que por una vez haya justicia y que se declare culpable a Serbia».

«Queremos mostrar al mundo que cerró los ojos en pleno genocidio que estamos vivas y que esperamos que triunfen la verdad y la justicia».

Horas después de conocer el veredicto sentenciaba que «los musulmanes no podemos esperar justicia de Europa».

El representante croata de la Presidencia tripartita de Bosnia, Zeljko Komsic, señaló que «desconozco los motivos tras la sentencia, pero nosotros, los que estuvimos aquí durante la guerra, sabemos que se cometió un genocidio».

El representante bosnio en la misma, Haris Silajdzic, reaccionó exigiendo la modificación de la Constitución que avala la partición de Bosnia, «porque surgió de un genocidio», insistió.

La sentencia absuelve a la República Srpska de su condición de ente nacido de un genocidio. No estraña pues, la alegría de sus líderes, que advirtieron previamente de que no aceptarían un veredicto condenatorio. GARA

Primera sentencia de la CIJ sobre la acusación a un Estado por genocidio

La de ayer ha sido la primera vez en que la Corte Internacional de Justicia (CIJ) falla sobre una acusación de genocidio formulada por un Estado contra otro en el marco de la Convención para la prevención y la represión del crimen de Genocidio, firmada en 1948.

No obstante, el carácter histórico del fallo, en el que el acusado era el Estado serbio -heredero de la extinta República Federal Yugoslava- queda matizado por el sentido de la sentencia, que vuelve a limitar la responsabilidad de delitos de este tipo al ámbito «individual», nunca estatal.

La Convención contra el Genocidio lo define como un acto cometido «con la intención de destruir, en todo o en parte, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso« y es el crimen más grave reconocido por el derecho internacional. Derivado del griego genos (raza) y del sufijo latín -cide (de caedere, matar), el término fue inventado en 1944 por Raphael Lemkin, un polaco judío refugiado en EEUU y consejero del Secretariado estadounidense de Guerra.

Avril McDonald, especialista de derecho internacional humanitario en el instituto T.M.C. Asser de La Haya, asegura que «es un crimen muy difícil de probar desde un punto de vista legal porque hay que llegar a probar cierta intencionalidad específica».

El mismo TPIY, que tipificó la masacre de Srbrenica como genocidio, sólo ha condenado por complicidad en el genocidio a dos responsables de las milicias serbias, Krstic y Blagojevic.

Está por ver qué hubiera ocurrido si Milosevic no hubiera muerto en su celda o si llegan a juzgar a los prófugos Mladic y Karadzic. Aunque la reciente absolución por genocidio de Momcilo Krajisnik -condenado a 27 años por otros delitos- es toda una pista.

La Corte Internacional de Justicia, con sede en La Haya, es heredera de la Corte Permanente de Justicia Internacional, órgano judicial de la Sociedad de Naciones, sustituida por la ONU tras la II Guerra Mundial.

Este alto tribunal juzga las diferencias entre Estados. También puede ser interpelada por la Asamblea General de la ONU para ofrecer fallos de carácter simplemente consultivo. El ejemplo más reciente fue el relativo al Muro de Cisjordania.

La CIJ no dispone en todo caso de medios coercitivos para imponer sus decisiones. No obstante, todas sus sentencias tienen carácter definitivo e inapelable. D. LAZKANOIITURBURU

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