ceremonia de entrega de los oscar
Scorsese, Mirren y Whitaker se erigen en reyes del Teatro Kodak
El veterano director estadounidense Martin Scorsese fue el gran vencedor de la gala de entrega de los premios del cine de Hollywood. Tras una dilatada carrera y cinco candidaturas fallidas, Scorsese empuñó feliz su estatuilla como mejor director. Por si fuera poco, su película «The Departed" («Infiltrados") ganó el premio al mejor filme. El director compartió trono con Helen Mirren y Forest Whitaker, galardonados como mejor actriz y actor, respectivamente.
GARA | LOS ÁNGELES
Los Oscar rindieron pleitesía a sus reyes con la entrega de sendas estatuillas como mejor actriz a Helen Mirren, como mejor actor a Forest Whitaker y como mejor director a Martin Scorsese. Fueron tres victorias anunciadas en una velada que también supo dar sorpresas, entre ellas la derrota de «El laberinto del fauno» en la categoría de mejor película extranjera, donde llegó como favorita.
La gran ganadora de la 79ª edición de los Oscar fue «The Departed» («Infiltrados») con un total de cuatro estatuillas de las cinco a las que aspiraba. Su victoria constituyó el mayor misterio de la gala, el de mejor película, un galardón donde no existía un claro favorito. Además, la cinta, centrada en el mundo de la mafia, obtuvo el premio al mejor montaje y al mejor guión adaptado junto con el que puso en pie a la sala, el de mejor director.
Francis Ford Coppola, Steven Spielberg y George Lucas, amigos y compañeros de Scorsese, estuvieron juntos en el escenario para entregar la merecida estatuilla al legendario realizador. «Cuando vi esa sonrisa supe que algo se tramaba», dijo Scorsese del gesto de complicidad de este trío al que definió como su «pequeña escuela de cine privada», dadas las vivencias cinematográficas que compartieron los cuatro en la década de los 70.
Como había dicho el mexicano Alejandro González Iñárritu, candidato también como mejor director por «Babel», existía una «necesidad furiosa» de darle el premio a Scorsese. Sin embargo, el realizador neoyorquino recibió el premio «acostumbrado a no ganar». «He hecho tantas películas en estos años sin premios que me había acostumbrado, pero lo mejor es que las he hecho. Y eso me agradó mucho», confesó el autor de obras como «Taxi Driver», «Raging Bull» («Toro Salvaje») o «Godfellas», pero que hasta ahora no tenía un Oscar propio. Recibió su primera nominación en 1981, con «Raging Bull», pero Robert Redford se llevó el premio con su «Ordinary People».
A sus 64 años, el neoyorquino defendía la sexta candidatura de su carrera, la cuarta como mejor director. Scorsese trató de transmitir una calma y una naturalidad en esta tardanza que, como él mismo reconoció, no siempre estuvo presente en los que le rodeaban. «Muchas personas, desconocidas a veces, han estado deseando esto para mí. Al pasear por la calle, la gente me dice: `Debería ganar, deberías ganar'», recordó.
No ocultó que la satisfacción es mayor al recibir esta estatuilla gracias a una película en concreto, mejor que por un premio de honor, «que está muy bien», reiteró, «pero el sentimiento es diferente».
Su victoria se impuso sobre sus compañeros de candidatura, el mexicano Alejandro González Iñárritu («Babel»), los británicos Stephen Frears («The Queen») y Paul Grengrass («United 93») y el estadounidense Clint Eastwood («Letters from Iwo Jima»).
Aunque Scorsese admitió ser un hombre de grandes inseguridades, el Oscar nunca fue una de ellas. Según comentó a la prensa, su ausencia nunca le hizo perder la confianza en tenerlo. «No sé hacer películas que ganen el Oscar. ¿Existe una fórmula? Ganar es hacer la película y que se vea diez años más tarde, algo que no está nada mal», rubricó.
Para aquellos que piensen que Scorsese ganó el Oscar por la película no indicada después de que obras ahora consideradas parte de la historia del cine no lo lograran, el productor de la cinta, Graham King, tiene algo que decir. «Lo que quiera que haga Martin lleva su huella», sentenció.
«El cine se hace más global»
Scorsese fue el rey de la noche, pero Mirren y Whitaker disfrutaron del mismo título confirmado incluso en los nombres de las películas que les dieron la victoria, «The Queen», en el primer caso, y «The Last King of Scotland», en el segundo.
«Es muy importante por parte de la Academia el reconocimiento que nos ha proporcionado, a los españoles, a los mexicanos, a los británicos y a todos los extranjeros, reconocer que el cine se está haciendo más global», declaró Mirren.
Con el Oscar en una mano y un vodka gimlet en la otra («una bebida muy británica», resaltó), Mirren mantuvo ante la prensa ese aire de realeza que ahora le ha valido la victoria con «The Queen», una mirada a la familia real británica tras la muerte de la princesa Diana.
«No espero una llamada de la reina. Ni lo espero ni lo deseo», dijo en referencia a una posible comunicación con Isabel II.
Sin embargo, la actriz insistió en los valores que aprecia de la reina, una persona a la que considera «noble en el mejor sentido de la palabra». «No tiene que ver con la clase sino con el espíritu», añadió.
Mirren emanaba esa misma clase, elegantemente vestida con un traje dorado de Christian Delacroix que confesó «tan maravilloso por dentro como por fuera». Hecho a medida para ella, Mirren coqueteó al decir que con él se sentía «como una reina, una princesa o un hada madrina».
Mirren se refirió a sus compañeras en la nominación al agradecer su presencia en el mismo grupo. «No es que no me importara el Oscar pero me parecía un profundo honor ser candidata en un año con tan grandes papeles», explicó en referencia a los trabajos de Meryl Streep, Judi Dench, Kate Winslet y Penélope Cruz, las otras aspirantes al Oscar como mejor actriz.
«No es que no haya grandes actrices, pero no siempre hay grandes papeles. Y este año los hubo», resumió dispuesta a disfrutar del resto de la velada en compañía de su familia y de su «adorable marido», el director de cine Taylor Hackford.
Por su parte, Whitaker manifestó una vez más su talante tranquilo, todo lo contrario al tempestuoso Idi Amin que interpreta en «The Last King of Scotland», recordando en esta victoria a sus antepasados, a los que sintió a su lado mientras esperaba el momento de la victoria. «Notaba la magia, un soplido, un escalofrío, esa sensación de cosquilleo», dijo el ganador de su primera estatuilla.
El difícil papel del dictador
El intérprete estadounidense está acostumbrado a esta presencia, unos antepasados que le acompañan mientras rueda, mientras actúa y con los que está tan agradecido que les dedicó profusamente la estatuilla.
Whitaker se impuso sobre el veterano Peter O'Toole («Venus»), Ryan Gosling («Half Nelson»), Will Smith («The Pusruit of Happyness») y Leonardo DiCaprio («Blood Diamond»).
En "The Last King of Scotland", Whitaker interpretó al dictador africano Idi Amin, un papel difícil para el actor dado su porte amable y reposado. «Por eso hablé con su familia, tuve que pensar en los momentos de su vida, en sus orígenes y, poco a poco, ir descubriendo al monstruo», explicó de su proceso creativo.
Otras victorias fueron a manos de Jennifer Hudson como mejor actriz secundaria por «Dreamgirls» y para Alan Arkin en la categoría de mejor actor de reparto por «Little Miss Sunshine». Aunque su victoria fue una de las sorpresas de la gala en una categoría en la que se esperaba el nombre de Eddie Murphy por «Dreamgirls», Arkin impuso un momento de sobriedad en esta ceremonia recalcando el mantra repetido por todos los candidatos: los Oscar no son una competición. «Y ahora me siento un hipócrita con el Oscar en la mano», dijo.
Y en su victoria también tuvo palabras de cariño hacia su principal rival derrotado, el mexicano Guillermo del Toro y su «El laberinto del fauno». «Estoy triste por Guillermo, pero no tan triste. Me siento mejor ganando», reconoció honesto pero entre bromas. Pese a esta derrota, «El laberinto del fauno» fue la segunda película con mayor número de estatuillas, un total de tres, en honor a su maquillaje, dirección de arte y fotografía.
La gala, «un auténtico rollo»
Tediosa, aburrida y sombría son los calificativos con los que la prensa estadounidense y sus críticos calificaron la 79ª ceremonia de los Oscar, presentada por Ellen DeGeneres. El diario «The Washington Post» la llega a calificar de un «auténtico horror y rollo». «The New York Times», por su parte, critica que a los galardones técnicos, que fueron concedidos al inicio de la gala, «les dieron tiempo de sobra -demasiado-» para que los premiados pudieran pronunciar sus palabras de agradecimiento.
Sólo la sorpresa y la recompensa final que supuso la entrega de la estatuilla a Martin Scorsese como mejor director y película, y la presencia de tanto candidato internacional, dieron un poco de jugo a las poco más de cuatro horas de una gala que, como todos los años, retransmitió la cadena de televisión estadounidense ABC.
«Todo en los Oscar fue `castigadoramente' demasiado largo», afirma rotundo Tom Shales en el «Post», quien califica el discurso de agradecimiento en italiano de Ennio Morricone de «penosamente largo». Para colmo, añade, Clint Eastwood le tuvo que traducir frase por frase sus palabras y, posteriormente, las actrices de la cinta «Dreamgirls» «cantaron, cantaron y cantaron y, como todo en los Oscar fue interminable, igual aún siguen cantando».
La actriz y presentadora Ellen DeGeneres también recibe su tanda de calificaciones. La mayoría de los diarios aseguran que la conductora del «The Ellen DeGeneres Show» en la NBC pareció que estuviera presentando su propio espacio pero, en este caso, en el patio de butacas del Teatro Kodak de Hollywood.
Asimismo, la revista «Variety» criticó la «falta de espontaneidad» de los premiados, que ya llegaban a la ceremonia sabiéndose ganadores. Las únicas sorpresas, todos coinciden en que fueron los dos premios que se llevó Scorsese y el de Alan Arkin, por mejor actor secundario por «Little Miss Sunshine».
El vasco Borja Cobeaga no se llevó el Oscar por su cortometraje «Éramos pocos». La estatuilla fue para Ari Sandel, por «West Bank Story» (EEUU), una comedia de amor contrariado entre un israelí y una palestina.
El Oscar a la mejor película extranjera se lo llevó, contra todo pronóstico, la producción alemana «The life of others» («La vida de los otros»), que narra una historia ambientada en 1984 sobre un agente de la Stasi -policía política de la extinta República Democrática Alemana (RDA)- encargado de espiar a una pareja de artistas por los que no puede evitar sentir simpatía. El director de la película, Florian Henckel von Donnersmarck, dijo que en el futuro «sólo filmará thrillers eróticos y comedias románticas». El director, que ha cosechado un aplauso generalizado en su país, explicó a la radio bávara que «no volverá a pronunciar la palabra `Stasi'», el tema que le ha absorbido durante los últimos seis años.
Después de Volker Schlöndorff («El tambor de hojalata», 1980) y Caroline Link («En un lugar de África», 2003), Florian Henckel von Donnersmarck es el tercer galardonado alemán con un Oscar a la mejor película en lengua extranjera.
Además de la canciller alemana, Angela Merkel, que transmitió su felicitación «para esta impresionante película sobre una historia alemana real», llegaron felicitaciones de muchos otros partidos políticos.
Marianne Birthler, encargada federal de los archivos de la Stasi, calificó el galardón de éxito para la revisión histórica que hace Alemania. No conviene olvidar que la perspectiva es de un germano-occidental.
El compositor italiano Ennio Morricone recibió el Oscar honorífico por sus 50 años de carrera tras haber sido candidato en cinco ocasiones y no haberse alzado nunca con la estatuilla. «No se trataba de una meta sino de un punto de partida» ya que, a sus 78 años, «continuará dedicándose al cine con pasión».
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