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Txotxe Andueza Periodista

«Los cimientos de una democracia de baja calidad"

Lluis Llach, que con «Campanades a mort» puso sintonía y texto a los acontecimientos que acabaron con la vida de cinco personas a manos de policías españoles el 3 de marzo de 1976, ha puesto ahora su imagen al servicio de una película que recoge de forma emotiva aquella jornada, entrelazándola con la «revolta permanent» en que se ha visto envuelta la experiencia vital y profesional del cantante. Pareciera que para abordar en profundidad estos hechos era necesario tomar distancia. Tal vez por ello han tenido que pasar treinta años y ha tenido que ser Lluis Danés, un joven que ni geográficamente ni generacionalmente está ligado a ellos, para que esas víctimas tengan un documento en el que reconocer y reconocerse.

Se quiso acallar la voz de estas víctimas, a quienes aún se debe un reconocimiento por parte de los responsables de que las fuerzas policiales tuvieran aquel día licencia para matar en Gasteiz. Y durante muchos años los familiares y amigos de los muertos y los muchos heridos han mantenido, en una labor callada, viva la llama de la denuncia y de la reivindicación. Y viendo las reacciones que muchas de las imágenes causaron en la proyección de la película de Lluis Danés el pasado sábado en el polideportivo de Mendizorrotza, está claro que su labor ha dado resultado. La historia de aquella jornada sigue en la conciencia colectiva de esta ciudad, y no es para menos, teniendo en cuenta que toda la ciudadanía de Gasteiz se vio envuelta de una u otra forma en las huelgas, las manifestaciones, los hechos del 3 de marzo y las tristes y duras jornadas posteriores.

No hay que regodearse en el pasado, pero tampoco es bueno olvidarlo y cerrar heridas en falso. De hecho, el 3 de marzo de 1976 sería un recuerdo del pasado, si no fuera porque las heridas entonces causadas aún están abiertas. Si aquellos hechos no hubieran sido, como ha definido Lluis Llach, «los cimientos de una democracia de baja calidad». Y es triste y grave que la Ertzaintza, con su actuación del pasado año, se quedara para siempre unida en esas imágenes y en el recuerdo a la Policía española que hace treinta años abrió una herida que ha vuelto a sangrar a manos de una policía de apellido «vasca». Esos cimientos no valen para construir un futuro de democracia en Euskal Herria.

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