La decisión cuenta con el aval del presidente de la República, Tassos Papadopoulos, por lo que no parece un gesto sin más, sino más bien una señal de la voluntad de avanzar hacia el entendimiento entre las dos comunidades en que se divide Chipre desde la invasión turca de 1974.

Bajo los auspicios de la ONU, representantes de ambas comunidades negocian un acuerdo que permita superar la división en la isla. El resultado desigual del referéndum de 2004, en el que los turcochipriotas apoyaron la solución pero no así los grecochipriotas, que consideran que la iniciativa avala el estatus surgido de la ocupación de un tercio de la isla, supuso un cierto revés. No obstante, la ONU ha mantenido el proceso y la UE ha reforzado su política de ayudas en un intento de consolidar iniciativas que sirvan para restablecer la confianza entre las partes. Con el inicio del derribo del último muro que divide Nicosia se da un paso simbólico que, si bien no implica la apertura inmediata y definitiva de la calle Lidras, sí despeja el camino. Máxime cuando hay en marcha una retirada de minas y otras medidas de desmilitarización muy esperadas por los chipriotas. Mientras se elevan muros de la vergüenza en otras fronteras: México, Melilla, Cisjordania... el último muro de Nicosia ha empezado a resquebrajarse. Una buena señal.