También hubo reminiscencias de John Scoffield o incluso del sonido de Dire Straits, en el primer tema sin título, con resonancias countries en su desarrollo melódico. Experimentos sonoros, los del comienzo, basados en standards clásicos, aunque no fueron sólo éstos los que sirvieron como fuente de inspiración para las indagaciones musicales de Pérez sino también el recuerdo emocionado de Pío Lindegaard o compositores contemporáneos como Wayne Shorter (esa deliciosa «Plaza irreal», momento cumbre de la sesión).

Si el último disco de Dani Pérez fue una inesperada y brillante recreación de la música del compositor polaco Kristof Komeda, las interpretaciones que oímos en el BJC suponen un nuevo jalón en la evolución musical de este guitarrista, creador de un interesante discurso, plasmado en apenas dos grabaciones como líder, pero presente en multitud de colaboraciones. Mención aparte merecen sus compañeros en el trío: David Mengual, con ese característico sonido suyo, rotundo y majestuoso, regaló solos de escalofriante intensidad al contrabajo. Y el zurdo David Xirgú nos dio una lección de baterismo, con su capacidad para llenar espacios y crear ritmos absolutamente diferentes, haciéndolo todo con una contención y un gusto exquisitos.