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ultimos osos autóctonos del pirineo

El viejo camille ha superado otro invierno

Camille, el último oso autóctono del Pirineo vasco, ha superado un nuevo invierno. Su rastro ha sido detectado en los límites del Pirineo navarro-oscense, lo que confirma que este viejo macho sigue vivo a pesar de que ronda los 24-25 años, que es la edad máxima estimada para esta especie. Pero puede que Camille no esté solo, ya que en el Valle de Erronkari han sido hallados rastros que al parecer corresponden a otro oso.

Las últimas noticias oficiales de la estancia de Camille en territorio vasco se remontan al pasado mes de noviembre, justo antes de que iniciase su habitual periodo de hibernación en algún recóndito lugar del Pirineo que sólo él conoce. Pero su sueño invernal ha durado poco, debido quizás a las suaves temperaturas de diciembre, aunque también es cierto que los osos pirenaicos no hibernan mucho tiempo. El viejo ejemplar se despertó en plenas Navidades, y desde entonces sus andanzas por los bosques roncaleses y ansotanos han sido bastante frecuentes. El pasado mes de enero aparecieron en la zona de El Ferial unas huellas que parecían ser de oso, si bien no pudieron ser confirmadas de forma oficial porque la nieve ya se encontraba muy transformada.

Pero lo que realmente ha llamado la atención en el Valle de Erronkari ha sido la aparición de rastros que pudieran corresponder a un segundo oso, aunque este dato todavía está por confirmar. De momento, se habrían detectado al menos tres rastros de este nuevo ejemplar que visita el Pirineo navarro. Este dato ha sido comentado por muchos vecinos del valle, pero son muy pocos los que están dispuestos a hablar de ello. El tema sigue siendo muy delicado. De hecho, la presencia o no del oso pardo puede tener consecuencias en el sector ganadero, forestal, turístico... e incluso en las propias relaciones vecinales, porque unos están a favor de convivir con el plantígrado, tal como ha sido durante muchos siglos, y otros no ocultan su deseo de que esta especie desaparezca para siempre del territorio navarro.

«Las huellas de este segundo oso y el lugar donde han aparecido no coinciden con el territorio habitual por el que se mueve Camille», informa un vecino de Izaba que prefiere no dar a conocer su identidad. Debido a la falta de datos oficiales, de momento no se conoce si se trata de un ejemplar autóctono que se ha desplazado ocasionalmente hasta Nafarroa o de uno de los osos eslovenos reintroducidos durante el pasado verano por el Gobierno francés en el Pirineo Central. De hecho, en setiembre del pasado año ya se acercó hasta escasos 40 kilómetros de Larra-Belagua un ejemplar esloveno, concretamente Franska. En aquella ocasión los técnicos de Medio Ambiente del Gobierno de Nafarroa consideraron improbable que este animal se asiente en el Valle de Erronkari, aunque matizaron que sí podrían hacerlo sus posibles descendientes.

Además de Camille, en la actualidad sólo queda otro ejemplar autóctono en toda la cordillera pirenaica. Se trata de Aspe Sudouest, un macho que se mueve habitualmente por los bosques y montañas del Bearne, territorio donde en noviembre de 2004 fue abatida Cannelle. La muerte de la última hembra autóctona de la especie, por disparos de un cazador francés, se produjo enfrente del Chémin de la Mâture, camino que fue tallado en la roca viva para salvar un espectacular desfiladero. La muerte de Cannelle dejó huérfano a un osezno de corta edad, todavía sin nombre asignado, del que se sabe que ha logrado sobrevivir por sí solo en esta abruta zona pirenaica. Este osezno es híbrido, porque procede del cruce entre Cannelle y un macho reintroducido hace varios años en las montañas bearnesas.

Nueve años en territorio vasco

La primera presencia de Camille en territorio vasco se remonta a 1998, año en que se hizo oficial su presencia tras el ataque que realizó a un rebaño de ovejas de un ganadero de Uztarrotze en el mes de mayo. Luego se supo que para entonces ya llevaba una temporada en los montes roncaleses. Así, en octubre de 1997 fueron halladas sus huellas en un robledal del barranco de Urraldegi, al que se había desplazado para comer bellotas. «El plantígrado tenía que competir con centenares de jabalíes, de manera que la única forma de conseguir el almuerzo era subirse a algunos árboles grandes, sacudir las ramas y zamparse en el suelo las bellotas», relata el periodista catalán Eugeni Casanova, autor del libro «Crónica de un exterminio» y gran defensor de los osos.

Hasta entonces, este poderoso macho se movía más por tierras bearnesas, pero luego descubrió que la vertiente sur ofrecía muchos recursos aprovechables, no sólo bellotas, sino también rebaños de ovejas sin demasiada vigilancia.

Desde aquella primera incursión, su presencia ha sido casi constante en los parajes de Larra, Mintxate, Aztaparreta y Maze. Se sabe que tiene preferencia por la margen izquierda del río Eska, entre Izaba y Garde, y también se desplaza a zonas de los valles oscenses de Anso y, en menor medida, Hecho. Un desplazamiento excepcional lo habría realizado en la primavera del pasado año hasta la selva del Irati, donde al parecer se dio unos baños de lodo en el embalse de Koista, cerca de la sierra de Abodi.

Este dato fue recogido en la página web de la asociación Pays de l`Ours ( Hyperlink "http://www.paysdelours.com), compuesta por colectivos y ayuntamientos que han promovido la reintroducción de osos eslovenos y que han acogido en sus términos municipales los cinco ejemplares traídos desde aquel país. Precisamente en esa época estaba al pil-pil el debate sobre la reintroducción de osos en el Pirineo, y se especula con que el Gobierno de Nafarroa optó por no confirmar el dato para evitar que la polémica se extendiera al Valle de Zaraitzu. Bastante tenía con Erronkaribar

La escapada de Camille a Irati puede calificarse de excepcional, pero no así las marchas que realiza a Bearne en busca de alguna hembra con la que poder aparearse, aunque parece ser que no ha tenido mucho éxito. Al menos, no ha dejado descendencia. Desde que llegó al Pirineo navarro, casi todos los años se ha detectado su ausencia durante los meses de mayo-junio, que es la época de celo, y los rastros de su desplazamiento hacia el Valle de Aspe han sido seguidos en varias ocasiones en la zona de Anso (Huesca).

Estos largos desplazamientos para intentar aparearse no han sorprendido a los expertos. En la Cordillera Cantábrica han sido marcados con emisores varios ejemplares de oso pardo, genéticamente muy similares a los pirenaicos, y se ha comprobado que sus áreas de campeo son muy extensas y que durante la época de celo cubren distancias de decenas de kilómetros.

El resto del año la movilidad es mucho menor. Los osos son comodones y prefieren andar por zonas fáciles antes que por riscos casi inaccesibles, a los que recurren sólo cuando se ven arrinconados por la presión humana. En el caso de Camille, se sabe que, si se encuentra en una zona tranquila y dispone de abundante alimentación, puede estar diez días o incluso más sin realizar desplazamientos. Suele ir del lugar de encame al punto de alimentación, y vuelta a encamarse. Pero si un día decide que tiene que buscar otro recurso o cambiar de sitio, por la razón que fuere, entonces suele desplazarse muchos kilómetros.

Una osera que sólo él conoce

Cuando tiene que pasar de un valle a otro, Camille tiene propensión a utilizar collados altos. El territorio en el que se mueve no suele variar mucho entre las distintas épocas del año, y de hecho, este mismo invierno ha habido indicios de que ha andado por zonas de 1.400 metros de altitud.

Lo que no se conoce con precisión es dónde tiene su osera. Algunos expertos aseguran que Camille ha pasado todos sus inviernos en el término de Ikalterrea, en un área donde convergen los términos municipales de Izaba, Urzainki y Garde. Allí, junto a la mole rocosa de Ezkaurre, alejado de explotaciones y de presencia humana, puede retirarse a su letargo invernal sin temor a molestias de ningún tipo.

Pero la ubicación exacta de su guarida sigue siendo un misterio. Aunque se han encontrado oseras en cuevas naturales, se sabe que el oso pirenaico tiende a hibernar en cuevas pequeñas, muy reducidas, en las que justo entra él y poco más. Suelen estar en la base de zonas rocosas, en abruptos cortados. El oso excava la tierra, la amontona y hace una especie de redil en el que se acurruca para pasar el invierno. En ocasiones, su osera también pueden estar entre las raíces de un abeto gigantesco que se ha arrancado de cuajo en una tormenta de viento.

Al igual que los demás ejemplares de su especie, cuando finaliza su periodo de hibernación Camille sale bastante debilitado, y entonces se dedica principalmente a buscar carroña por los barrancos. Debido a la crudeza del invierno o a problemas con la nieve, allí es donde suelen ir a morir jabalíes, corzos o ciervos, cuyos restos son aprovechados por el oso. El análisis de sus excrementos ha revelado que, además de carroña, la alimentación básica de Camille en invierno-primavera suele ser la hierba, y de hecho pasta de forma similar a las vacas.

A partir de junio-julio comienza a ampliar su dieta. Como es un animal omnívoro, lo mismo excarva un hormiguero para alimentarse de hormigas que levanta piedras para comer pequeños invertebrados. Más avanzado el verano, comienza a comer frutos silvestres, como arándanos, fresas, frambuesas, avellanas e incluso determinados arbustos. Pero con lo que realmente engorda es con el pasto de roble y haya, ya que las bellotas y hayucos le proporcionan la energía necesaria para afrontar el invierno.

Aunque los osos son golosos y propensos a la miel, éste no es el caso de Camille. En sus largas andanzas ha pasado cerca de muchos colmenares, pero en estos nueve años de presencia en Nafarroa sólo se ha constatado un ataque para arrebatar el preciado manjar de las abejas.

En cuanto a los ataques al ganado, el gran macho no sigue un patrón claro, ya que varían de forma notoria de unos años a otros y también de unos meses a otros. Según los datos del Departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Nafarroa, durante 2006 Camille realizó 18 ataques y causó la muerte de una treintena de ovejas.

La bibliografía científica dice que antes de la hibernación es el momento más propicio para que el oso ataque al ganado, a fin de coger reservas de grasa para pasar el invierno. La realidad es que, hoy en día, el ganado suele estar estabulado buena parte del año, por lo que los ataques se producen entre mayo y noviembre, que es cuando las ovejas suelen pastar libremente en el monte.

Un tema tabú en el valle de erronkari

Hablar del oso en el Valle de Erronkari es hablar de un tema casi tabú. Algunos vecinos que están a favor de la pervivencia de este mítico animal, el más emblemático de todo el Pirineo, prefieren no pronunciarse a su favor por temor a enemistarse con otros vecinos que declaran abiertamente su deseo de exterminar esta especie.

Salvo excepciones, los ganaderos que han sufrido ataques de Camille a sus ovejas hablan perrerías de él, y coinciden en que las subvenciones económicas que reciben del Gobierno de Nafarroa, que son las más cuantiosas de Europa, no les compensan por los animales muertos ni por las horas que tienen que permanecer vigilantes en el monte, haga el tiempo que haga.

Cuando las ovejas son latxas o bearnesas, que se tienen que ordeñar dos veces al día, el ganadero está muy cerca de ellas y los ataques del oso son más difíciles. Sin embargo, las ovejas de raza rasa, destinadas para carne, son trasladadas al monte una vez que les han recogido los corderos. En este caso, el ganadero no está tan pendiente de ellas como con las latxas, lo que las hace más vulnerables a los ataques.

Los defensores del oso proponen adoptar medidas para prevenir estos ataques al ganado ovino, como pueden ser perros de defensa del ganado, tener las ovejas controladas mediante emisores o colocar pastores eléctricos. Esta última solución, que ya se suele aplicar en el Valle de Erronkari, tiene el inconveniente del mantenimiento. Por un lado, no hay que dejar que la hierba crezca y toque los hilos de los alambres, porque en ese caso se descarga la batería y no funciona. Por otro lado, condiciona la actividad del ganadero, ya que por la mañana tiene que abrir el pastor eléctrico para que salgan las ovejas y por la tarde tiene que volver a cerrarlo, una vez recogido el ganado.

En otoño coincide con el jabalí

La presencia del oso en un valle también afecta a otras actividades, como el turismo, las explotaciones forestales o la caza. En Asturias, este animal es un atractivo turístico más, y en Catalunya lleva el mismo camino. En cuanto a las explotaciones forestales, el problema no es mayor si se realizan de forma planificada y racional, es decir, limitando las talas en las zonas oseras.

El mayor problema llega con la caza. En Europa, la principal causa de mortalidad de osos, por muerte no natural, se produce durante las batidas de jabalí. Hay que tener en cuenta que durante el otoño coinciden en el mismo hábitat el oso y el jabalí, porque ambos se alimentan de pasto de roble y haya. Cuando se llevan a cabo las cacerías, un oso puede ser confundido con un jabalí de 80-100 kilos que huye de los perros y caer abatido por las balas.

Una medida interesante que ya se está aplicando en la Cordillera Cantábrica es que todos los cazadores que permanecen emboscados con la escopeta o el rifle a la espera de que pase el jabalí, las llamadas «punterías», tienen la obligación de comunicar la presencia del oso a todas las demás «punterías» para evitar de esta forma que le disparen de forma accidental.

En algunos cotos de caza de Aragón que han elaborado planes de ordenación cinegética una de las medidas adoptadas es que, en el momento en que se detecta la presencia de oso en alguna mancha concreta de monte, automáticamente se veda esa mancha durante quince días.

Iñaki VIGOR

Una especie que agoniza: sólo quedan dos machos autóctonos

1800

Hacia el año 1800 el Ayuntamiento de Izaba dio una recompensa a un vecino del pueblo por matar un oso, que expuso en la plaza a modo de trofeo.

1818

Un manuscrito evidencia que las autoridades de esta misma localidad navarra pagaban importantes cantidades de dinero por acabar con estos plantígrados.

2000

La Administración navarra estableció en el año 2000 un sistema de primas para los ganaderos afectados por la presencia del oso, que es el más elevado de Europa.

2001

En la Navidad del año 2001 se comercializó un oso de peluche con el nombre de Kamiltxo, que fue un éxito de ventas. Después ha quedado en el olvido.

2004

En noviembre de 2004 un cazador mató en el Valle de Aspe a Cannelle, la última hembra autóctona del Pirineo. Su osezno, de padre esloveno, logró sobrevivir. 2007

En la actualidad sólo quedan en todo el Pirineo dos osos autóctonos, y los dos machos. Se trata de Camille y Aspe Sudouest. Hay otra veintena reintroducidos.

Localización mediante cámaras automáticas

Intentar seguir los desplazamientos de Camille es tarea casi tan difícil como avistarlo. Las huellas en barro o en tierra húmeda son los principales indicios que buscan los investigadores, y también los excrementos y los pelos que dejan en las alambradas. Estos últimos tienen la ventaja de que son enviados a un laboratorio para analizarlos genéticamente y conocer su procedencia, es decir, si se trata de un ejemplar pirenaico o reintroducido. Mucho más difícil resulta descubrir marcas de zarpazos de Camille, aunque sí ha sido fotografiado rascándose la espalda en un gran abeto. Su ubicación exacta permanece en secreto.

En los últimos años, casi todas las regiones y comunidades autónomas de ambos lados del Pirineo intentan captar imágenes de los osos mediante cámaras automáticas con rayos infrarrojos, que disponen de detectores de movimiento o de movimiento y calor. En la actualidad ya existe una especie de protocolo para la colocación de estas cámaras fotográficas. Es decir, se intenta estandarizar cómo colocar las cámaras para obtener el máximo de información, ya que una buena fotografía permite a los investigadores medir la altura de la cruz del animal y a partir de ahí calcular su peso y tamaño.

En Nafarroa esta labor es realizada por el Servicio de Medio Ambiente del Gobierno, que cuenta con cámaras de este tipo en las zonas habituales de paso de Camille y lleva un registro pormenorizado de sus huellas y rastros. En ocasiones, también se utilizan productos químicos para intentar atraer al oso a un determinado lugar. En cualquier caso, las zonas de campeo de Camille no se hacen públicas para evitar la presencia de caminantes, que podrían disparar las cámaras automáticas. Además, un simple paseo puede mover al oso de donde se encuentra, porque tiene un olfato muy desarrollado. Y si alguien, por casualidad, se topa con alguna hembra, una regla de oro es no cortar jamás la línea imaginaria que la separa de sus crías, porque en ese caso se expone a un furioso ataque.

También existe una red pirenaica de seguimiento de los osos, integrada por el Estado francés y las diversas comunidades autónomas del Estado español. Todos los indicios se van recogiendo mes a mes y se recopilan en un boletín que se distribuye entre los colectivos interesados. Por razones de seguridad, este boletín no suele ser editado durante el invierno, que es cuando el plantígrado resulta más vulnerable. La gran ventaja de los cinco osos eslovenos introducidos en el verano del pasado año es que están marcados con unos dispositivos que permiten realizar su minucioso seguimiento mediante GPS. I. V.

Un animal admirado por sus portentosas cualidades

Si un oso y un hombre desarmado se encuentran en el monte frente a frente, lo normal es que ambos salgan huyendo en distintas direcciones, como les ocurrió a Camille y a un pastor de Uztarrotze en la foz de Mintxate. Se temen mutuamente. Pero si se produce un enfrentamiento, el hombre lleva todas las de perder. Este mítico animal es más veloz, más fuerte, capaz de trepar a los árboles y a riscos casi inaccesibles, camina también sobre dos patas y lanza piedras con mucha más potencia que los humanos. Además, es el único animal que tiene hueso en su órgano sexual, huesos que en ocasiones han sido objeto de coleccionismo.

En todo el Pirineo no se conoce un solo caso de un hombre muerto por un oso, pero han sido cientos los plantígrados abatidos por los humanos, a pesar de la admiración que sienten hacia él. Este mítico animal también ha vivido hasta hace pocos años en Ipar Euskal Herria, concretamente en Zuberoa. El último ejemplar fue abatido por un ganadero de Santa Grazi en 1968, Jean Chutarhandy. La piel de aquel oso fue a parar a un museo de Tarbes y con la carne prepararon una comida, pero nadie quiso repetir.

En 1952 los vecinos del pueblo hicieron una batida y mataron otros dos osos. Una de las personas que participó fue Dominique Prébende, de casa Salaberri. Según relató en su día, probaron la carne «por curiosidad», guisada en salsa, y él acabó vomitando. Siguiendo la tradición oral pirenaica, su padre le había narrado que los humanos descienden del oso y trae mala suerte matarlo. El investigador Txomin Peillen habló en 1983 con Petit, que así se llemaba el padre de Dominique Prébende, y le aseguró que «los antiguos vascos creían que el hombre descendía del oso». Si es así, hemos perdido un hueso en el proceso evolutivo. I. V.

Cuando los pastores tenían que encender hogueras para espantar al oso

El sistema de explotación ganadera de hoy en día poco tiene que ver con la de hace unas pocas décadas, cuando no había carreteras y los pastores de Izaba tenían que subir andando hasta los altos pastos de Larra, ayudados de burros para llevar la comida y sus enseres básicos. En aquellos tiempos, en que la obtención de agua potable ya era un gran problema, la presencia del oso se convertía en un problema añadido para los pastores. Tenían que cuidar mucho los rebaños, que eran prácticamente su único medio de subsistencia, y no tenían más remedio que permanecer vigilantes en la majada durante toda la noche para evitar los ataques de los plantígrados, que entonces eran mucho más numerosos.

Aquella vida durísima ha marcado mucho a los pastores roncaleses que todavía viven. Visto desde las comodidades de la ciudad, muchas personas no entienden que estos ganaderos sigan queriendo acabar con los osos, pero basta conocer las condiciones en que han vivido, para que sus actitudes sean comprensibles.

Fortunato Gorria, jubilado hace bastantes años, fue uno de aquellos pastores que hace más de medio siglo tenían que marchar hasta Larra a buscarse la vida con el ganado, cuando la carretera sólo llegaba hasta Belagua y tenían que subir andando hasta los pastizales de Larra, a más de 1.500 metros de altitud. Con tan sólo 12 años, Fortunato Gorria comenzó a trabajar de pastor, y a esa edad realizó la primera cañada hasta la Ribera, pero no la Ribera navarra, sino la que está más allá de Zaragoza. Se dirigían con los rebaños por Garde y Fago y recorrían cientos de kilómetros en busca de los mejores pastos.

También le tocó trabajar duro en su valle. Hoy en día la ganadería en Erronkari es algo casi residual, porque sólo unas pocas personas se dedican a ella. En aquellos tiempos había muchísimo más ganado en los montes, y también más pastores. Fortunato Gorria ha contado muchas veces a sus hijos cómo cargaban los burros con pan, tocino, sardinas viejas y alubias, y subían hasta Larra a cuidar los rebaños. Las migas, que hoy en día son un capricho gastronómico, eran entonces un alimento cotidiano, básico. Cuando se les acababa la comida, bajaban de nuevo al raso de Belagua con los burros y regresaban a Izaba en una vieja moto.

Este pastor contaba a veces en el pueblo que se les había aparecido el oso y había atacado a las ovejas, pero muchos no le creían. Una de las zonas preferidas por los plantígrados era el Rincón de Belagua. Para evitar sus ataques, los pastores hacían fuego y estaban toda la noche cebando pequeñas hogueras, en relevos, para repeler al oso si se acercaba al ganado.

En una ocasión Fortunato Gorria se encontraba en una borda del Rincón de Belagua con su primo y se sorprendieron al ver entrar a un mardano a toda velocidad. Salieron de inmediato y se encontraron al oso puesto de pie, a sólo diez metros de distancia. «Trae la escopeta», le dijo a su primo. Pero el oso salió huyendo por el carasol de Lapazarra. En otra ocasión, un tío de este vecino de Izaba vio a otro ejemplar cerca de las Peñas del Rey, junto al bosque de Aztaparreta, cuando iba bajando con el ganado. Son hechos que se quedan grabados para siempre, y aunque Fortunato Gorria, a sus 80 años, cree que es posible convivir con el oso, otros ganaderos en activo no opinan como él. I. V.

1.500

metros.

Hasta hace unas décadas, cuando no había carretera para ir a Larra, los pastores roncaleses tenían que subir andando con el ganado desde Belagua hasta los altos pastos, situados a más de 1.500 metros de altitud.

500

ovejas

En los últimos años Camille ha matado al menos 500 ovejas pertenecientes a dos ganaderos de Izaba y Garde, según las estimaciones realizadas por ellos mismos. No han sido los únicos que han tenido ataques.

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