Raimundo Fitero
Acelerones
El sábado fue un día de rugidos por televisión. Rugieron las motos, rugieron los cavernícolas de azul, rugieron los forofos futboleros del clásico enfrentamiento. Rugir es una manera de estar. No siempre un rugido significa terror, sino que un rugido de las masas cuando se marca un gol es una suerte de sublimación coral del orgasmo identitario. El león en su sabana ruge cuando se despereza. Es un aviso a los vecinos. Hablando de vecinos, yo tengo estos días uno, que no ronca, sino que justamente ruge. Y lo hace con una soltura que demuestra felicidad y no agobio. Los que se agobian son los cimientos de la casa. Ahora que lo pienso, hace mucho que no formo parte de la estadística de las encuestas en las que todo el mundo ve los documentales de La 2, que es donde aprendes de las costumbres sexuales de la flora y la fauna, pero a esas horas Sofres asegura que la inmensa mayoría está con el tomate. Digo tomate, y recuerdo que no ha funcionado la edición de fin de semana.
Lo de la manifestación azulada, con la cara al sol, fue una de las máximas expresiones de la intolerancia, la visualización del franquismo y de la caída de todas las caretas. Si estos fachas reclaman libertad, pon tu sentido de la democracia a trabajar porque como son solamente mentirosos y canallas van a por lo contrario, a recortarla. Solamente quieren libertad para especular y robar. Esa es su libertad. Y se recuerda a despistados que hicieron ese derroche legionario para tapar el 11-M, entre otras de sus muchas fechorías.
Pero todo va acelerado, estamos en campaña, y las motos ya echan chispas en las chicanes. TVE se ha volcado, está tratando a los anunciantes sobre dos ruedas motorizadas como se merecen y de seguir los éxitos con corredores con pasaporte español, seguro que alcanzarán cuotas de audiencias que compensen el gasto que han realizado para hacerse con los derechos y todo los equipos que desplazan y necesitan para seguir ofreciéndolas con intensidad y decoro. Mi duda es si la primera estatal va a convertirse en un canal de deporte y bailes de salón y nada más. Los telediarios parecen unos islotes dentro de una charca. Ojo con los acelerones.