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El dilema entre achicar espacios o ampliar el escenario democrático

La capital navarra fue escenario ayer de dos movilizaciones diferentes. De entrada no cabe hablar de un duelo entre partidarios de un escenario de derechos y defensores de un marco construido de espaldas a la voluntad de la ciudadanía

De hecho, la marcha por el derechos de los trabajadores, también por el derecho a decidir, en un escenario de cierres y deslocalizaciones de empresas en el herrialde estaba planteada con anterioridad a la marcha impulsada por UPN-CDN y a la postre fagocitada para el programa de agitación del PP.

No obstante, la presencia en las calles de ese doble cortejo arroja un elemento clarificador al escenario político de Nafarroa y por extensión de Euskal Herria. En la protesta sindical se remarcaba la situación creada por la política económica de UPN-CDN, entregada a servir los intereses de multinacionales, a las que se abastece periódicamente de ayudas y otros beneficios con el objetivo de evitar abandonos con graves consecuencias para la economía de Nafarroa. En el fondo, el gobierno que deja en manos ajenas a Nafarroa el control del desarrollo industrial del herrialde aplica la misma lógica a la hora de reclamar el concurso exterior, de la derecha española, para perpetuar un marco político que no permite defender eficazmente los intereses de los ciudadanos y ciudadanas de Nafarroa.

Dos proyectos diferentes, el que apuesta por achicar espacios a la democracia hasta convertirla en una caricatura y el que reclama que se abran espacios a la democracia tuvieron su presencia ayer en la capital de Nafarroa. A la postre, ese doble cortejo refleja el dilema que se le presenta al Gobierno del PSOE. El partido que aspira a desbancar a Miguel Sanz del Palacio de Nafarroa acusa la presión de la derecha más recalcitrante y presta juramento solemne a un marco político que no deja expresarse democráticamente a los navarros. Y es que el El PSOE se debate desde hace meses entre la pretensión de promover cambios y el temor a romper amarras con una derecha envalentonada por su propia indecisión.

A unas semanas de que la izquierda abertzale presente su oferta electoral en el BEC, llega la hora de decantarse entre dar la espalda a la paz y la democracia o zafarse de la presión ambiental en base a la determinación política. La posibilidad de superar el conflicto es real, queda asumir que la vía más directa para lograrlo es el acuerdo.

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