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Iratxe FRESNEDA Periodista y profesora de Comunicación Audiovisual

Cines, amigos y descargas de todo tipo

A medida que pasan los años, el consumo de cine se va asociando a la compra en los centros comerciales, con todo lo que eso conlleva, además de ampliarse hasta límites insospechados el número de películas que se descargan. Si a esto le sumamos la pataleta de las cadenas televisivas ante el borrador de la nueva ley del audiovisual, pues menudo panorama se nos avecina

Hace unas semanas un amigo me contaba que en Gasteiz cada vez quedan menos cines en el centro de la ciudad. Tras el cierre de los Mikeldis, sólo se mantienen abiertos los Guridi y los Florida. Y, al parecer, estos últimos cerrarán los lunes y los martes por razones, digamos, monetarias. En 2005, Gasteiz perdió la friolera de 230.000 espectadores. Un año más tarde las cifras fueron algo más benignas con la industria y, curiosamente, fueron los multicines Vesa los que ganaron 25.000 espectadores, claro que muchos de estos eran «reciclados» de los ya cerrados Mikeldi. ¿Y cuál es el plan ante tal «estampida»?, pues puede que cerrar los cines del centro, sacarlos a los parques comerciales de las afueras y construir oficinas donde había cines.

Y sí, creo que vivimos «tiempos revueltos». Sólo hay que tomarse un café con alguien para que surja el tema de internet y las descargas. Precisamente, otro amigo «fotero» me comentaba que él apenas va al cine, que tiene que coger el coche para ir a los centros comerciales, que le parece cara la entrada y que, además, la cartelera que se encuentra en estos no coincide con su demanda.

Así que él hace algo muy generalizado en nuestros días: bajarse las películas de internet y verlas en casa. Cuando ya las ha visto (toses y carrasperas incluidas como sonido extradiegético) las pasa por ahí, total, le parece que es muy poco lo que pierde. Insiste en el método aduciendo que estaría dispuesto a pagar para bajárselas y verlas cómodamente en su sofá. Y, a medida que pasan los años, el consumo de cine se va asociando a la compra en los centros comerciales, con todo lo que esto conlleva, además de ampliarse hasta límites insospechados el número de películas que se descargan. Y si a lo anterior le sumamos el comentario de un tercer amigo que me habla de la pataleta de las cadenas televisivas ante el borrador de la nueva ley del audiovisual, pues menudo panorama que se avecina.

Me hace gracia que las macrocorporaciones televisivas, tras hacer uso de las concesiones gratuitas del Gobierno y emitir en el espacio radioeléctrico de todos, y tras obtener beneficios millonarios, se nieguen a reinvertir una minucia de sus beneficios en el «cine». Lo hacen, tiene su coña, siendo conscientes de que serán unos de los principales beneficiados. Eso sí, los directores de fotografía, al igual que los directores, guionistas y músicos, van a tener la consideración de «autores».

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