No deja de ser gracioso que el título original con el que esta realización de Michael Winterbottom, anterior a «Camino a Guantánamo», que se presentó hace dos años en el Zinemaldia donostiarra, haya quedado reducido a la categoría de subtítulo. El sonoro «A Cock and Bull Story» que tanto escandalizó en algunos medios, aparece en el cartel con letra pequeñita, todo lo contrario que «Tristram Shandy», como si se concediera más crédito al original literario que a su libérrima versión cinematográfica.

La novela de Laurence Sterne «La vida y opiniones del caballero Tristram Shandy» está considerada como inadaptable a la pantalla, por lo que Winterbottom opta por no seguirla en un sentido literal, y la película resultante es un juego tangencial que utiliza el esquema del «cine dentro del cine» para tomarse todas las licencias que se puedan imaginar. Lo que en el siglo XVIII supuso una contestación del atípico autor a la narrativa convencional de la época, traducido al lenguaje actual adquiere un rumbo autoparódico de comedia hecha a la medida del presuntuoso y fatuo humorista inglés Steve Coogan.

No hace sino alargar el sketch que ya protagonizara para Jim Jarmusch en la anterior «Coffee and Cigarettes», pero cambiando el compañero con el que rivalizar: Alfred Molina por Rob Brydon. Tampoco parece casual que el compositor de la banda sonora sea Michael Nyman, en clara alusión al cine de Peter Greenaway y su forma de reinterpretar la historia.

De paso, se introduce en el equipo que, supuestamente, rueda el libro de Sterne, una risible cinéfila de pro, que se ha quedado anclada en los tiempos de Fassbinder, sin enterarse la pobre de que molan más Lars von Trier o el mismísimo Winterbottom.