«No me interesa hacer una literatura que carezca de humor"
«Cosas que hacen Bum» (Anagrama) es el segundo libro de Kiko Amat, una original, divertida y ágil novela que describe la adolescencia y juventud de Pànic Orfila, un satélite raro y solitario, un freaky apasionado del soul, enamoradizo y militante de una causa indefinida. Fundador de varios fanzines y revistas musicales, Kiko Amat es pinchadiscos, articulista, anglófilo y obsesivo como su personaje.
Karolina ALMAGIA | BILBO
Kiko Amat (Sant Boi, 1971) tiene mucho de su personaje. Él también iba camino de convertirse en un freaky cuando a los 17 años abandonó los estudios para dedicarse a la búsqueda de canciones perfectas y a la escritura y lanzamiento de revistas underground. Se salvó de ser el raro de la clase y, poco después, escribió una primera novela, «El día que me vaya no se lo diré a nadie» (Anagrama, 2003). En la misma editorial acaba de salir «Cosas que hacen Bum», un libro que desborda imaginación, buen humor, agilidad narrativa y mucha, mucha música.
Ha escrito una novela sobre la «gente rara». ¿Se lo debía?
Sí, es una novela sobre los raros, sobre todo en el marco del paso de la infancia a la adolescencia. Hay miles de novelas sobre este tema, «El guardián entre el centeno» es una de ellas. El adolescente ya de por sí es raro, es un personaje que no encaja en ningún sitio. Pero si ya dentro del ámbito adolescente eres raro, como el protagonista de este libro, entonces ya te conviertes en muy, muy raro.
¿Qué tiene de usted el protagonista, Pànic Orfila?
Mucho. Para construirlo, he partido de mí y luego he añadido detalles ajenos. Digamos que en un 70% soy yo. Me reservo el 30% para que la familia no se horrorice y así les puedo decir que toda la parte mala, la de las drogas y todo eso, no soy yo.
¿Cómo fue su adolescencia?
A mí me salvaron la vida dos cosas: dibujar bien y tener sentido del humor. En todo lo demás, encajaba perfectamente en el perfil del freaky, del raro de la clase. Si no llego a tener estas dos características, la presión social me hubiera hundido. Mis pasiones no se parecían en nada a las de mis coetáneos. Pero como era cachondo, me perdonaban la vida.
Todos sus protagonistas abandonan los estudios, como usted mismo hizo en su día. ¿Es una crítica al sistema educativo?
Totalmente. Si hay partes serias en este libro, ésta es una de ellas. La crítica a los medios y a la televisión es otra. El otro día leí un artículo de Noam Chomsky en el que decía, mucho mejor de lo que lo digo yo, que en el fondo la gente que llega muy lejos basándose en una carrera académica es porque ha hecho una serie de concesiones morales y espirituales que otros no estábamos dispuestos a hacer. Y aunque hay mucha gente válida que está integrada en ese sistema, creo que en general el sistema educativo está concebido para que aprendas a encajar socialmente. Y yo no tenía ningún interés en ello. Claro que esto lo racionalizo ahora, porque en el momento en que dejé los estudios lo hice porque me parecían aburridísimos y no quería perder ni un sólo minuto más en clase.
Hay revolución en el libro, hay activismo, pero muy poco discurso político.
Bueno, hago referencia a los grupos anarquistas de la Guerra Civil y también a grupos de vanguardia subcultural, como los surrealistas. Yo soy un animal político, en el sentido de que pienso continuamente en la política, en las relaciones Estado-persona y en las desigualdades sociales. Lo que pasa es que no quería escribir un panfleto, los mensajes entran mejor de otras maneras.
Es un libro lleno de sexo, drogas y soul.
Eso fue una decisión consciente. Con el primer libro me propuse no meter rock, drogas y sexo, que era lo que en aquella época funcionaba en la literatura madrileña y a mí esos libros me parecían horribles. Les tenía tanta manía que quería hacer algo completamente opuesto. Pero esta vez quería hacer algo más cercano a mi mundo y quería que salieran drogas, descontrol y sexo, a pesar de que a mí el sexo en las novelas me suele molestar.
También hay mucha ternura.
Tiene que haber un poco de todo en un libro; tiene que haber romanticismo, humor, incertidumbre y relaciones entre hombres y mujeres, que son eternas.
¿Concibe la literatura sin humor?
No, bueno, sí que la hay, y muy buena, pero es un tipo de literatura que a mí no me interesa hacer. A mí me gustan los libros que hacen reír, con momentos de absurdidad, porque yo vengo de la escuela de Kurt Vonnegut y de gente que utilizaba el humor como manera de transmitir ideas. Me encantan los cómicos americanos que meten kaña en política, pero lo hacen haciéndote reír.
Se define como anglófilo. Pero usted habitualmente habla en catalán y, sin embargo, escribe en castellano.
¡Me alegro de que me hagas esta pregunta! Yo no tengo ninguna influencia, ni estilística, ni de contenido, de la cultura española. Ni me gusta, ni leo nada, ni escucho mucha música española. Todos esos libros de grandes escritores españoles pasaron a través de mí como flatulencias. En cambio, los discos de soul o de punk se quedaron eternamente conmigo. Por otra parte, vengo de una cultura familiar estrictamente catalano-parlante. Pero una serie de factores me llevaron a escribir en castellano. El primero fue la lectura de mis autores preferidos de la adolescencia, que eran Burroughs, Brautigan y Bukowski, en castellano, porque yo todavía no hablaba inglés. Además, escribía fanzines que se distribuían en todo el Estado, con lo que me acostumbré a escribir en español. Y por último, tengo muchos amigos de clase obrera, hijos de emigrantes extremeños, con lo que en los bares me relaciono mucho en castellano.
¿Qué significa para usted publicar en una colección como Contraseñas, en la que se editan a todos sus autores favoritos?
¡Imagínate! Es muy difícil publicar en Anagrama y es imposible publicar en Contraseñas porque como colección ya no existe, no se saca nada nuevo, yo soy el último. Yo quería publicar aquí, rodeado de mis ídolos de juventud, y finalmente Herralde accedió.
Hay mucha música en el libro. ¿Cual sería su banda sonora?
He tenido el morro de meter la banda sonora personal al final del libro, donde cito todos los discos que escuché mientras escribía. Pero la banda sonora del libro es de música soul, música negra, que es lo que le gusta a Pànic.