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daniel c. bilbao Periodista

Azkuna, Garitano y la «milonga pampera"

Desde esta llanura interminable, donde entonamos huellas y estilos pero reina la milonga -palabra mayor del gaucho- me permito hacerle notar fraternal- mente a Martín Garitano que por aquí no hay «milongas pamperas» al estilo de las del señor Azkuna. Si las hubiera, serían despreciadas por el pueblo, porque la milonga es el decir sencillo y verdadero de la buena gente. La milonga no es la canción de los patrones.

El desparpajo en nuestra milonga queda para la picardía criolla; fuera de ella, el desparpajo sólo es la desfachatez que proporciona la impunidad. No sé si ése será el caso del alcalde de Bilbo. Confieso, de todas maneras, que no le veo uñas pa' guitarrero, aunque las uñas no sirven sólo para tocar la guitarra.

La milonga de la pampa canta las cosas del pueblo y reivindica derechos de la gente paisana. Yo no veo a Azkuna entonando ese repertorio. Nuestro máximo cantor nacional, Atahualpa Yupanki, -hijo de madre vasca- escribiendo sobre su propio canto dijo en tiempo de milonga: «Y si uno como Fierro/ por ahí se larga opinando/ el pobre se va acercando/ con las orejas alertas/ y el rico bicha la puerta/ y se aleja reculando». ¿Usted cree que ésta es una milonga que cantaría Azkuna?

La otra voz nacional es Mercedes Sosa. Ella desparramó por el mundo una milonga que, lamentablemente, no pueden cantar los vascos: «Yo tengo tantos hermanos/ que no los puedo contar/ y una hermana muy hermosa/ que se llama Libertad». La cantó en el Teatro Colón, frente al palco del dictador de turno, el General Lanusse, mirándolo y levantando el dedo índice para subrayar la palabra. Por mucho menos que esta milonga, en el país de Azkuna se va preso. Le reitero, señor Garitano, que no creo que sea «milonga pampera» lo de ese señor.

La milonga de la pampa es hija de la llanura y de la guitarra, y acompañó al pueblo con encendidos cielitos en los días de las luchas para liberarnos del yugo español. No me da la impresión de que el señor Azkuna tenga interés por esta clase de milongas.

Por todo esto, creo que cuando el señor Azkuna dice «tranquilidad» está refiriéndose a «impunidad», palabra que en las milongas pamperas sólo aparece para denunciar dictaduras o abusos patronales. La prepotencia campa a sus anchas cuando consigue que el poder se convierta en un club exclusivo. Pero ha de saberse que con milonga o sin milonga cayó el Imperio Romano ¿cómo no van a desaparecer los humos que emana la soberbia satisfecha de las poltronas?

Por último, señor Garitano, nuestra milonga pampera dice las cosas muy claras: «Si alguna vuelta he cantao/ ante panzudos patrones/ he picaneao las razones/ profundas del pobrerío/ Yo no traiciono a los míos/ por palmas ni patacones». Estoy seguro que los afectados por el putxerazo la pueden cantar aunque tengan las uñas cortas, que la milonga vale más por el fundamento de su canto que por el lucimiento en un punteo.

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