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«Hasta el dibujo más pequeño puede cambiar la mentalidad de la gente»

Bill Plympton
Dibujante y director de cine de animación

Con su humor irreverente y su trazo ágil, Bill Plympton (Portland, Oregon, 1946) se ha convertido en un referente del cine de animación para adultos. Más admirado en Europa y Asia que en su propio país, el director de «Me casé con un extraño» presentará mañana en Anima Basauri la premier mundial de su cortometraje «Shut eye Hotel», así como un avance de su próximo largometraje.

Karolina ALMAGIA | BASAURI

Viejo conocido del público de la Semana de Terror de Donostia, Bill Plympton es el protagonista de la tercera edición de Anima Basauri, festival que le dedica una retrospectiva y donde ejerce labores de jurado. El realizador estadounidense ofrecerá mañana un taller de animación -a las 19.30 en Ibaigane- en el que proyectará un adelanto de su largometraje «Idiotas y Ángeles», que él mismo compara con las primeras películas de David Lynch y que se estrenará en 2008. «Es muy oscura, muy surrealista; no hay mucha comedia, ni mucho sexo -describe-. Es sobre un hombre muy malo que tiene unas alas que le hacen hacer cosas buenas, por lo que está todo el día intentando cortárse las alas».

Plympton también mostrará, en primicia mundial, su cortometraje de terror «Shut eye Hotel», que será presentado oficialmente el primero de mayo en el Festival de Tribeca (Nueva York) que dirige Robert de Niro.

Bill Plympton es uno de los animadores independientes más reconocidos en el mundo. Tiene en su haber seis largometrajes de animación y dos de imagen real, decenas de cortos y un puñado de celebrados spots. Su pasión por el dibujo le viene desde niño, cuando soñaba con trabajar para Walt Disney. Pudo haberlo conseguido; de hecho, hace unos años la factoría Disney le quiso fichar por 1 millón de dólares, según confesó ayer. «Tuve que decidir entre hacerme rico y dibujar para los niños o quedarme en Nueva York y seguir con la animación para adultos. Pensé que sería mucho más feliz siguiendo con mis propias películas y estoy encantando de haber tomado esa decisión. Así que no soy rico, todo mi dinero lo invierto en mis siguientes proyectos».

Veinte segundos en un día

Su forma de trabajar es, además, radicalmente distinta a la de los grandes estudios. «Cuando veo los títulos de crédito de las películas de la Disney, alucino. ¿Qué demontre hace toda esa gente?». Lo suyo es artesanal: «Yo dibujo a lápiz cada fotograma. Es lo más cómodo para mí y así lo hago desde niño. Puedo hacer una animación de veinte segundos en un día. En mi oficina trabajan cinco personas que se dedican a escanear los dibujos, colorearlos y editarlos. Otra persona hace la música y una más se encarga del sonido. Es todo muy sencillo».

Siendo independiente consigue también que nadie le impida usar su humor irreverente, marca de la casa. «¿Quieres que te cuente una historia? Cuando estaba en el bachiller, un amigo candidato a delegado me pidió que le hiciera un póster. Como su nombre tenía las iniciales M.M., yo hice un dibujo muy sexy de Marilyn y puse: vota por M.M. Ese póster se hizo muy popular y un día me llamó el director del Instituo por los altavoces: Bill Plympton, el que pinta pornografía, que venga a mi despacho. Cuando regresé de la oficina del director todo el instituto me admiraba, me miraban con respeto, como a un revolucionario. Me di cuenta de que hasta los dibujos más pequeños tienen el poder de cambiar la mentalidad de la gente, de hacerles pensar de otra manera».

«Hago dibujos irreverentes a propósito, yo no quiero sólo hacer reír a la gente, quiero sacar a la luz cosas que no son evidentes. La animación es para mí una forma de expresar mis ideas», añade el realizador. Su desparpajo a la hora de dibujar escenas sexuales le han causado algún que otro problema en los puritanos Estados Unidos. «Alguna vez me han censurado. `Me casé con un extraño', que se proyecta en la retrospectiva de este festival, fue recortada en cuatro minutos para su distribución en vídeo. Sin embargo, en el DVD los volvieron a poner. Su lógica es que los niños podían tener acceso al vídeo».

Plympton realizó hace unos años dos incursiones en el cine de imagen real. «Pensé que podía llevar una carrera pareja a la de Tim Burtons o Terry Gilliam, combinando la animación y la ficción de imagen real. Pero fueron un desastre. Nadie las proyectó, nadie las vio, perdí muchísimo dinero. Pero yo creo que son buenas películas. Espero que cuando salgan en DVD la gente se dé cuenta de ello. Pero yo no pienso repetir la experiencia, a no ser que alguien de Hollywood me encargue algo».

Mientras tanto, su producción se conoce sobre todo a través de festivales como Anima Basauri y a través de internet. «Creo que soy más popular en Corea, Francia o España que en Estados Unidos. Acabo de cerrar un acuerdo con una firma española para que distribuya todas mis películas en salas, DVD y televisiones», afirma.

La música, la otra parte fundamental de las películas de animación

Si el dibujo es una de las parte fundamentales de la animación, la música es otra. Al festival de Basauri ha acudido uno de los músicos más reconocidos del mundo de la animación, Nick Phelps, acompañado de su mujer, Nancy Phelps, miembro de la ASIFA, Asociación Internacional de Films de Animación. En su taller «Nancy & Nick» que impatirán a los alumnos de la UPV hoy en la Facultad de Bellas Artes de Leioa y al público en general mañana -a las 15.00 en Kultur Ibaigane- desvelarán algunos de los secretos de la música de animación. «Explicaremos cómo congenia la música con los dibujos. Pondremos una misma animación con diferentes tipos de música para que los pequeños comprueben cómo cambia completamente el sentido de la secuencia. En la Universidad hablaremos también de otros temas, como la composición o los derechos de autor», indica Nick Phelps. Este músico, capaz de tocar unos 25 instrumentos, interpreta siempre que puede la música que compone para las películas de animación. A su juicio, las bandas sonoras han ido cambiado en paralelo a la evolución del género. «También ha evolucionado la misma concepción de la animación. En América todavía hay un estereotipo de que la animación es algo para los niños, pero esto afortunadamente está cambiando gracias a los realizadores europeos, a los japoneses y a Bill Plympton». Para Nancy Phelps, una película como «Princess», del danés Anders Morgenthaler, que se proyecta en Anima Basauri y trata de temas como la prostitución y la droga, «es imposible que se haga en Estados Unidos, ni siquiera es posible que se proyecte». Las cosas, sin embargo, irán a mejor para la animación, según estos expertos. «Las nuevas generaciones están acostumbradas al cómic y a los dibujos animados, han crecido con ello».

K.A.

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