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Raimundo Fitero

La voz

Cuando existía una cierta ética y se mantenían unos mínimos deontológicos para encontrar las separaciones entre la información y la publicidad, mantuve que había voces con tanta personalidad que se identificaba inmediatamente a su propietario o propietaria. Recuerdo claramente que Constantino Romero presentaba un magnífico concurso en TVE y salía su voz en numerosas películas y en un número ingente de anuncios publicitarios. Decía entonces, y mantengo ahora, que a efectos de identificación son igual de potentes o incluso más la voz que la cara. Pero en este caso, y otros muchos más, de existir algo existiría un problema administrativo, una colisión con las normas, pero la voz se prestaba voluntariamente.

Actualmente tenemos un anuncio en el que escuchamos una voz de esas que tiene problemas con las erres, que habla del tiempo, del reloj, de quién compra a quién. Un magnífico texto, contado con una verdad fuera de los límites de la comercialidad, que la primera vez que lo escuché me pregunté inmediatamente a quién pertenecía, hasta que a la segunda vez confirmé que se trataba de la voz de Julio Cortazar, el magnífico narrador, traductor, poeta, novelista, recitando. Uno de los grandes de la literatura latinoamericana, el que mantuvo todos su compromisos y que tenía una manera de expresarse muy peculiar.

¿Cómo se llama esta apropiación de una voz para vender un producto de consumo sin la autorización expresa de su emisor? ¿Qué tipo de piratería es esta utilización de la voz de alguien tan excelso, que nunca comerció más allá que con sus editores o sus contratantes? ¿Está todo permitido en la publicidad? ¿Cuándo va a intervenir la ministra o el ministro de turno para que saquen inmediatamente ese anuncio de los medios para que no confundamos al artista con un producto al que él no pudo conocer porque está muerto? Esta propiedad intelectual, oral, vocal, sonora es la que debe protegerse y no otras sobrevenidas por la ambición económica. Le recomiendo que mientras tanto presten atención porque es bellísimo lo que dice.

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