De arriba a abajo y de izquierda a derecha, hasta llegar a Bilbo
Korrika nunca se detiene. ésa es una de sus máximas y, como no podía ser de otra manera, la decimoquinta edición no está siendo la excepción. Eso sí, tanto los corredores como todos los miembros del equipo que forman la caravana de Korrika 15 tienen que hacer frente a caminos duros y difíciles.
Iker IRIARTE
Realmente son esos dos los adjetivos que mejor pueden calificar el recorrido que Korrika 15 hizo ayer por tierras vizcainas. Hasta ahora, en ningún momento de esta edición se ha podido afirmar con rotundidad y sin dejar lugar a dudas que el camino recorrido ha sido fácil; en ninguna de las jornadas precedentes. El día de ayer no vino más que a confirmar esa afirmación, pero las causas que han originaron tales dificultades han sido muy diferentes el día de ayer y el resto de las jornadas. Y es que si en los días anteriores han sido sobre todo las inclemencias meteorológicas las desencadenantes de la dureza de la carrera, ayer fue el propio recorrido el que obligó a todos los participantes a esforzarse al máximo.
La carrera en favor del euskara está llegando, poco a poco, al ecuador de su camino, y eso también se va notando en las fuerzas, el ímpetu, la paciencia ante ciertas circunstancias e incluso en la voz de los que la siguen allá por donde va.
La jornada de ayer, que transcurrió en todo momento por tierras vizcainas, mostró a los corredores un perfil que cualquier aficionado al ciclismo calificaría de «rompepiernas». La caravana de Korrika 15 recorrió durante la mayor parte del día las inmediaciones de la capital de Bizkaia, donde las continuas subidas y bajadas de espectacular inclinación impidieron a los corredores realizar recorridos tan largos como los vividos en días anteriores.
En Lea-artibai, mundial
Las primeras horas de ayer dejaaron a los participantes en Korrika calados de pies a cabeza. Los primeros kilómetros transcurrieron bajo una débil pero persistente lluvia, cuando la caravana avanzaba desde Gernika hasta Algorta, en las cercanías ya de Bilbo. Las mejores carreras se vieron en ese tramo, donde hubo personas que comenzando en Bermeo llegaron hasta Andraka o Gorliz.
La participación fue muy buena generalmente, aunque hubo partes del recorrido, como el que atravesó Lea-Artibai, que los miembros de la Coordinadora de Euskaldunización y Alfabetización de adultos -AEK- calificaron de «mundial». Además, Korrika 15 sigue recogiendo muestras de apoyo en todas partes, que van desde participaciones masivas de ciertas localidades o vecindarios hasta la entrega de cierta cantidad de dinero para colaborar en el mantenimiento de AEK.
En la madrugada de ayer, por ejemplo, varias personas ofrecieron chocolate caliente y galletas a los participantes en la carrera, alimentos que toda la caravana agradeció como si se tratara de la mejor de las subvenciones que jamás le hayan dado a AEK.
De esta forma, la carrera llegó a las cercanías de la capital vizcaina alrededor de las 10.00, cuando el testigo elaborado por el artista Juan Gorriti y que lleva oculto el mensaje de esta edición de Korrika, entró en el municipio de Getxo. El tiempo acompañó durante toda la jornada -a excepción, dicho está, de las primeras horas del día-, lo que hizo que mucha gente se animara a salir a la calle y correr un tramo de la carrera para mostrar su apoyo al euskara, a AEK o para simplemente hacer públicas sus reivindicaciones. Ya en Algorta fueron muchísimos los corredores, escolares y estudiantes de todas las edades, que tomaron parte en la carrera, pero «lo mayor» vino en Ezkerraldea.
Colapso y caos
Después de que la carrera cruzara, a través del puente de Bizkaia, desde Erromo hasta Portugalete, dando lugar a una de las fotografías más típicas y a la vez bonitas de esta edición de Korrika, fue cuando surgieron los «contratiempos».
Se da la casualidad de que el paso de la carrera por Ezkerraldea, zona donde tradicionalmente muchísima gente se ha volcado con Korrika, tocó en lunes, cuando las estrechas y empinadas calles normalmente llenas de coches estaban copadas, además, por los vehículos de repartidores comerciales. En Portugalete y Santurtzi, sobre todo, fueron miles los escolares, lógicamente acompañados por sus maestros y profesores, los que se unieron a Korrika. Todo ese gentío en las empinadas calles de ambas localidades -en las que Korrika 15 anduvo arriba y abajo dando lugar a ese perfil anteriormente mencionaado y calificado como «rompepiernas»- dio lugar a la paralización del tráfico, a problemas de paso del transporte público y demás conductores.
Sin embargo, una vez más, la organización de Korrika hizo gala de su buen hacer y superó, muy eficazmente, todos los inconvenientes. Los comentarios del equipo de prensa citaban una y otra vez en sus crónicas las palabras «colapso» y «caos». Pero la prueba quedó superada.
Una vez transcurrido ese difícil tramo, Korrika 15 siguió su camino hacia Meatzaldea, donde también tuvo una fenomenal acogida y fueron muchas las personas -especialmente niñas y niños que salieron todos juntos desde sus respectivos centros educativos- que tomaron parte en ella.
Acto seguido, llegó a Barakaldo, desde donde el testigo, en una trainera impulsada por los remeros del club de Lutxana, volvió a atravesar la ría del Ibaizabal para, pasando Erandio -donde también fue acogida calurosamente y hasta trabajadores de varias empresas pararon para ver pasar la larga marcha en favor del euskara-, acceder a Bilbo.
Allí, como ocurre en todas las ediciones, una multitud se volcó con la carrera y copó las anchas calles de la capital vizcaina. Con ésta, son ya tres las capitales vascas atravesadas por la decimoquinta edición de Korrika (Gasteiz, Donostia y Bilbo), y pronto se sumarán a la lista Donibane-Garazi (el viernes), Maule (también el viernes), Baiona (el sábado) e Iruñea, donde todo está preparado para culminar la carrera con una gran fiesta.