debate sobre la incineración en Bizkaia
Zabalgarbi busca las basuras de Bilbo
La Diputación vizcaina insiste en su apuesta por la apertura de la segunda línea en la planta incineradora de Zabalgarbi pero necesita de las basuras de Bilbo, que por el momento desecha tal opción. La institución foral «amenaza" al Ayuntamiento con una directiva europea sobre vertederos y el Consistorio asegura que Artigas «tiene mucha vida útil".
El debate sobre la puesta en marcha de la segunda línea de incineración en la planta de Zabalgarbi ya está abierto después de que el diputado foral de Medio Ambiente, el jeltzale Josu Madariaga, afirmase en Juntas Generales que está prevista para el año 2011 ó 2012, «independientemente de la decisión que tome Bilbao». La incineradora quemó el año pasado 217.739 toneladas de basuras, frente a las 181.610 de 2005, pasando del 27,2% de los residuos sólidos urbanos de Bizkaia al 32,3%.
El Consistorio bilbaino tiene que decidir antes de 2009 qué hace con sus basuras, según Madariaga, aunque la delegada de Urbanismo y Medio Ambiente, la edil de Ezker Batua Julia Madrazo, insiste en que el Ayuntamiento «sigue manteniendo su apuesta por las tres R y así la fracción de rechazo, la que va al vertedero, sea la mínima».
El Botxo, según Gaiker, produjo, por ejemplo, 143.000 toneladas de residuos en 2005, de los cuales 115.000 toneladas van a parar a las instalaciones municipales de Artigas. La primera línea de Zabalgarbi tiene previsto destruir 230.000 toneladas de basuras domésticas y la segunda otras 100.000, que las podría aportar la capital vizcaina; sin ella abría que «importar» residuos de otros territorios limítrofes.
En 2009 entra en vigor una directiva europea que endurece la gestión de los vertederos y, en opinión del responsable foral, el Ayuntamiento tendrá «que hacer una fuerte inversión». Madariaga afirmó que «Bilbao tendrá que tomar sus determinaciones, ir a incineración o dar un tratamiento más progresista, a través de una separación mecánico-biológica previa, y tendrá que negociar con los operadores de los sistemas de tratamiento que existan en ese momento en el territorio».
Las dos hipótesis, según Madariaga, a afrontar por el Ayuntamiento son enviar sus basuras a Zabalgarbi o a una planta de tratamiento mecánico-biológico -que separa el material aprovechable y los componentes orgánicos- que prevé construir la Diputación en Arraitz para 2009. El proyecto está en fase de redacción, tal y como explicó el responsable foral de Medio Ambiente.
El análisis de Julia Madrazo es bien distinto, al partir de la premisa de que el Consistorio bilbaino está adaptando convenientemente el vertedero de Artigas y éste no se colmatará, como algunos aventuran, para 2011. Incide en que en los cuatro años de pacto de gobierno con PNV y EA en el Ayuntamiento no se ha abordado la posibilidad de enviar las basuras a Zabalgarbi. Las relaciones con la Diputación -apunta- también han sido «respetuosas».
«La postura ha sido homogénea», aclara Madrazo, quien niega «fricciones» con los jeltzales en esta materia e incide en que su área ha trabajado «codo con codo con Obras y Servicios», gestionado por uno de los hombres claves en el equipo de Iñaki Azkuna, el concejal José Luis Sabas, de quien depende la gestión de los residuos sólidos urbanos y su tratamiento. Es más, explica que han trabajado en la construcción de la planta de lixiviados y lo hacen en el ámbito del compostaje para tratar de verter menos residuos. De esta manera, también se ampliará el tiempo para depositar basuras en Artigas. Esta política, «la de la reducción, reutilización y reciclaje, es incompatible con la incineradora, que necesita mucha basura para quemar y generar energía», declara la teniente alcalde.
Getxo, objeto de deseo
Mientras Bilbo continúa vertiendo sus basuras en Artigas, a poca distancia, a la planta de Zabalgarbi, llegan desde febrero las de Getxo. El tercer municipio más poblado de Bizkaia genera anualmente 28.000 toneladas de residuos, que antes iban a parar al vertedero foral de Jata. Fruto del convenio suscrito entre su Consistorio y la Diputación en 2006, las basuras son incineradas, aunque Ezker Batua, que gobierna con PNV y EA, viene denunciando que se ha incumplido el acuerdo y ha anunciado que estudia recurrir la decisión y amenaza con romper el pacto de gobierno con los jeltzales, algo que no hizo tras las discrepancias acerca del cuestionado proyecto de construcción de 8.000 viviendas en el barrio de Andra Mari.
«El Ayuntamiento no ha dado ningún permiso para llevar las basuras a Zabalgarbi y la Diputación no tiene ningún documento con esa conformidad», afirma el concejal de Urbanismo, Iñaki Urkiza.
El alcalde getxoztarra, Iñaki Zarraoa defiende quemar los residuos mientras Josu Madariaga explica que Zabalgarbi «quería más basuras y el Ayuntamiento ha estado de acuerdo». Getxo Bizia subraya que EB «ha de reconocer de una vez por todas que, en estos cuatro años en los que ha estado en el gobierno municipal de Getxo, no ha cambiado en nada la política de gestión de los residuos sólidos urbanos que el Ayuntamiento ha tenido durante la última década».
«En Getxo, la tasa trimestral por vivienda de recogida de basura estaba en 2003 en 12 euros, y tras las subidas del 30% de 2004 y del 86% de 2006, PNV, EA y EB la han fijado para 2007 en 32 euros. Ezker Batua -remarca la plataforma independentista- ha apoyado y justificado estas subidas, aunque sabe perfectamente que están dirigidas a financiar la incineración». En contra de estas subidas de la tasa se presentaron en el Ayuntamiento cientos de alegaciones y 10.000 firmas, que no fueron atendidas por el tripartito.
A raíz de la activación del debate sobre la segunda línea de Zabalgarbi, Ekologistak Martxan ha reiterado su oposición a la incineración, al considerar que «no soluciona el problema». El colectivo cree que incinerar las basuras «constituye un despilfarro económico sin parangón», no sólo por la quema de materiales que se podrían reciclar sino también por las paradas y averías de la incineradora vizcaina.
Zabalgarbi permaneció inactiva más de dos meses y medio en 2006 por este motivo, aunque el diputado de Medio Ambiente lo limitó a 33 días «debido a una parada técnica de un mes que estaba prevista realizar de forma anual en el protocolo».
El percance más destacable fue la rotura completa de la turbina de vapor, el corazón de la incineradora, encargado de producir electricidad a partir del vapor producido por el calor del horno donde se queman las basuras. Josu Madariaga restó importancia al hecho, al manifestar que se generó la mitad de la energía «de lo normal», aunque continuó destruyendo los residuos a una media de 700 toneladas diarias.
La turbina, con una potencia media de 56,5 megavatios, fue fabricada en Florencia por Nuovo Pignone, de General Electric. La planta dispone de otra turbina de gas, similar a la de un Jumbo 747, fabricada por el mismo grupo empresarial en Houston.
Los ecologistas consideran que la segunda línea de Zabalgarbi es «un despropósito económico y medioambiental», por lo que apuestan decididamente por el compostaje. «Es hora de aprovechar los recursos contenidos en la basura, en especial la materia orgánica, que supone el 36,71% en peso de los residuos domésticos urbanos», argumentan. La construcción de la segunda línea, según las previsiones iniciales, costaría 132 millones de euros y tres años de obras. La primera supuso un desembolso de 154 millones.
En su apuesta por el compostaje, recuerdan que el principal handicap al que se ha enfrentado ha sido siempre la calidad de los residuos de partida. «Si la materia orgánica está limpia de vidrio, metales y plásticos, el compost obtenido será de buena calidad y podrá utilizarse para su propósito original. De lo contrario, será un fracaso».
Ekologistak Martxan valora que la recogida selectiva funciona, aunque la implantación del contenedor amarillo, el destinado a los envases, «ha supuesto que, indirectamente, la ciudadanía perciba que la única fracción valiosa de la basura restante son los envases rígidos». De esta forma, aseguran que se aboca a la incineración a casi el 32,37% de las basuras domésticas.
Asimismo, critican que en la planta de recuperación de envases de Zornotza únicamente se seleccionan los envases que tienen un valor económico de mercado, «no confundir con su valor real», como las latas de aluminio, los recipientes de plástico rígido o las cajas de tetrabrick. El resto de la fracción, remarcan los ecologistas, se destina igualmente a la incineración.
Implantación del contenedor verde
Desde el movimiento ecologista consideran que la implantación de un contenedor verde para la exclusiva recogida de materia orgánica «es la piedra angular» de cualquier política avanzada en materia de gestión de residuos. «Es hora de que Bizkaia se equipare de verdad a los países avanzados», subrayan. Y el camino es incorporar la materia orgánica al circuito de la recogida selectiva, «y el contenedor amarillo no puede ser la excusa de impida su puesta en marcha».
En caso de que no se logre tal objetivo, Ekologistak Martxan aventura que «nos veremos obligados a solicitar de la ciudadanía el boicot pasivo a dicho contenedor amarillo, pidiendo que se introduzcan en este contenedor todos aquellos residuos que no sean de naturaleza orgánica, como forma de protesta y rebelión cívica para reivindicar el verdadero valor de la materia orgánica, el que siempre se le ha negado».
«El cambio en la filosofía de recogida selectiva no será sencillo de introducir entre la ciudadania -confiesan los ecologistas-, pero la experiencia demuestra que, con la adecuada formación e información, en un plazo de tiempo relativamente corto, unos cinco años, otras propuestas de recogida selectiva mucho menos intuitivas, por ejemplo la recogida por barrios de los residuos peligrosos del hogar, han calado en la sociedad vizcaina y han propiciado un cambio paulatino en los hábitos personales». Por su parte, Madariaga dijo hace unas semanas ante las Juntas Generales que el esfuerzo de los vizcainos para reciclar está «al límite», partiendo de que estima de que sólo se puede recuperar el 40% de los residuos sólidos urbanos.
Agustín GOIKOETXEA
Averías en la turbina de vapor, la pieza clave del sistema junto a la de gas, de la planta de Zabalgarbi provocaron que la incineradora no pudiera funcionar a pleno rendimiento durante cerca de cinco meses en 2006; de ellos, cerca de tres meses estuvo parada. Estos datos se obtuvieron del control de emisiones contaminantes que efectuó Lakua, ya que la compañía, con un 43% del capital público, no comunicó entonces las incidencias al Consistorio bilbaino, que ha exigido a la empresa la elaboración de un protocolo para informarle en caso de problemas. Desde que la incineradora comenzó a funcionar a pleno rendimiento, en octubre de 2004, los problemas se han venido repitiendo, sin que Zabalgarbi informe habitualmente de los incidentes, tal y como han denunciado los ecologistas.
Ekologistak Martxan ha presentado al Ayuntamiento de Bilbo una propuesta para que realice un estudio de costes/ beneficios económicos y ambientales sobre la futura gestión de las basuras en la capital vizcaina, optando por el compostaje, de modo que la materia orgánica resultante pueda ser vertida en suelos erosionados del entorno. El colectivo estima que al vertedero de Artigas le quedan aproximadamente seis años de vida útil antes de que se colmate, «por lo que es necesario comenzar con urgencia la búsqueda de una nueva solución para la gestión de los residuos».
El organismo ecologista manifiesta que Bilbo está «en un punto de inflexión» respecto a la gestión de las basuras. «La decisión que adopte el Ayuntamiento condicionará durante muchos años el modo de gestión de los residuos sólidos urbanos», por lo que consideran que los responsables municipales no pueden posponer durante más tiempo una decisión sobre qué hacer con esos deshechos.
La escasa vida útil que le resta al vertedero de Artigas obliga, en su opinión, a que no se pueda posponer durante más tiempo el debate sobre qué hacer con las basuras. «Es un tema pendiente de resolver que tarde o temprano tendrá que ser encarado por las autoridades», manifestan desde Ekologistak Martxan, que recuerdan la situación que se vive en Gipuzkoa con esta misma problemática.
Su reflexión va más allá, al aventurar que «la no adopción de una solución conducirá, cuando ya sea tarde y no sea posible diseñar otra solución, a un sistema de gestión, la incineración, más caro, contaminante y que hipotecaría el futuro de Bilbao en materia de gestión de los residuos durante años». Su alternativa, que presentan a los responsables municipales, es el compostaje, aportando experiencias como la de la planta navarra de Cárcar, dependiente de la Mancomunidad de Montejurra, o los proyectos en marcha de Azpeitia y Gasteiz.
En el periodo 2000-2004, según los indicadores de la Agenda 21 de la capital vizcaina, el 82,3% de los residuos producidos fueron a parar a un vertedero y el 17,7% fue recuperado. Otro dato a tener en cuenta es que, en los tres primeros años de ese espacio de tiempo analizado, la generación de basuras por habitante disminuyó un 1,8%, mientras que entre 2003-2004 creció un 9,3%.
En su estudio, la Comisión de Residuos de Ekologistak Martxan señala que la capital vizcaina se caracteriza por una «tasa moderada/alta» de generación de basuras con 1,2 kilogramos por habitante al día -según datos de 2004- y lo que es más preocupante, que la tendencia es creciente. Así, la fracción orgánica de los residuos en Bilbo supondría aproximadamente un 40% de las 154,453 toneladas de basuras que anualmente se generan, que son 61.800 toneladas. Por ello, les parece interesante que estudien la alternativa del compostaje para tratar las basuras.
Sus cálculos cifran en 20.ooo toneladas de compost las que se generarían, «más o menos cuatro veces» lo producido en la planta municipal de Aiarza. Esta materia podría emplearse como sustrato y abono en las 129,8 hectáreas de parques y zonas verdes, como se viene haciendo con el obtenido en las instalaciones de Derio. Asimismo, proponen su uso como sustrato y abono en los montes de titularidad pública y privada de Bilbo y su entorno (Pagasarri, Ganekogorta, Artxanda), que «en la actualidad sufren una grave carencia de materia orgánica que conlleva la pérdida progresiva de suelo y erosión».
Los autores del documento, que estiman que también podría emplearse el compost como abono enriquecido para plantaciones forestales y regeneración de obras públicas en Bizkaia, inciden en la necesidad que tienen los suelos de materia orgánica. «Este aspecto es de vital importancia ya que, si no se actúa, dentro de unos años muchos de estos montes se habrán quedado sin sustrato para mantener el manto vegetal», explican, a la vez que subrayan que «casi un tercio de la superficie de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa está afectada por procesos de erosión, en menor o mayor medida, del suelo».