La tercera edición de Anima Basauri, el festival dedicado al cine de animación cuyo «centro neurálgico» está en la localidad vizcaina -su programación se extiende también a Bilbo y a la Universidad-, llegó ayer al final de una intensa semana de programación. Tras las proyecciones y los talleres que se han venido celebrando estos días, lo que interesaba era conocer el palmarés: por un lado, el Premio del Jurado al mejor largometraje, dotado con 6.000 euros, fue para «Princess», la ópera prima de Anders Morgenthaler. Este título, que combina la «realidad» y la animación, se basa en el manga japonés para narrar la historia delirante de la cruzada llevada a cabo por un clérigo contra los gángster de la industria pornográfica, un mundo al que culpa de la muerte prematura de su hermana. El filme, que ha tenido un importante recorrido internacional, inauguró la Quincena de Realizadores de la pasada edición del Festival de Cine de Cannes. «Princess» no se ha estrenado en las pantallas comerciales del Estado español.

Por otro lado, el Premio del Jurado para el Mejor Cortometraje, dotado con 1.000 euros, recayó en «Delivery», el trabajo de nueve minutos en 3D del alemán Till Nowak. La lista de premios conseguida por «Delivery» es casi interminable -fue también premiada en la pasada Semana de Cine Fantástico y de Terror de Donostia y estaba también programada en el Festival de Cine y Derechos Humanos-, una surrealista fábula seudoapocalíptica sobre el mundo que va a llegar, el retrato de una sociedad corrupta entregada a las máquinas. En ese mundo desértico, un anciano riega con cariño una flor.

Además de estos dos galardones de la sección oficial, se concedió un tercero, dotado en 600 euros, para uno de los cortos que concurrían en la sección Karratu, que aglutina a la que se podría denominar la «cantera» de la futura animación. El premio fue para «Las gafas equivocadas», de Alberto Rodríguez. Esta es la primera ocasión en la que este premio contaba con una dotación en metálico.

Crecer poco a poco

A María Jesús Díez, directora de este festival, se le notaban ayer los efectos de la intensa semana. A pocas horas de la gala de clausura, en la que estaba prevista la emisión de un mensaje grabado de Till Nowak, hacía recapitulación de una edición que, pese a la humildad de un certamen de estas características -como quien dice, recién creado y con una escasa dotación económica: «¿El mayor problema de todos? La financiación», afirmaba concluyente su directora con una carcajada-, ha conseguido atraer a títulos internacionales de calidad y a nombres conocidos entre sus invitados. Este es el caso del realizador norteamericano Bill Plympton -«todo un lujazo», en palabras de Díez-, una figura internacional de la animación que ha formado parte del jurado de largometrajes. «Es una señal de que el festival se va conociendo fuera», apuntaba la directora del certamen.

Con un público mayoritariamente joven, porque con ediciones como esta esperan quitarle la etiqueta de «género infantil» a la animación, Anima Basauri va creciendo poco a poco. «Constatamos una evolución desde aquella primera edición en la que primaba el cine infantil y la animación que se podía ver normalmente en el circuito comercial. Ha sido evolucionando y se ha podido ver más cine para adultos y comprobar que esta una técnica con la que se puede retratar cualquier historia, sea una comedia o sea un drama».

«Esta es una iniciativa particular, de una productora y de amigos del cine», explicaba María Jesús Díez, quien reconocía que, «quizás por la juventud del festival», van un poco «por libre». El año que viene, más.