En estos días tan santos quieren hacernos creer que tenemos vacaciones porque nos las regalan los curas. Parece que si Jesucristo no hubiera nacido y muerto no descansaríamos, cuando lo único que hacen es apropiarse de ritos preexistentes. Una engañifa. Pero, santos o no, unos días de asueto en primavera vienen muy bien.

Aunque los periódicos adelgazan con la semana a marchas forzadas, hasta desaparecer el sábado, lo cierto es que, como uno tiene más tiempo, puede bucear en ellos y encontrar auténticas perlas. Yo me quedé pasmado al abrir un diario local y encontrarme la foto de Rajoy rodeado de guitarristas y tocando las maracas con traje. De verdad, como a un Cristo dos pistolas. Además, el siseante líder opositor tocaba en La bodeguita de enmedio, en el bar de sabor más habanero. ¡Qué morrazo!

Interesante también la recomendación del líder derechista francés Le Pen, que aconseja la masturbación como método anticonceptivo. No me imagino a sus homólogos españoles, y en concreto a Acebes y Zaplana cascándose pajas, salvo que sean mentales y sobre la participación de ETA en el 11M.

Me sobresaltan las declaraciones de Keith Richards, guitarrista de los Rolling Stones y hábil escalador de cocoteros: «Me he esnifado a mi padre». Cuando leíamos aquellos libros sobre la educación de los hijos en libertad, como «El niño feliz», estábamos convencidos de la apremiante necesidad de una edu- cación diferente a la carcada requeté torturadora que nosotros sufrimos, pero lo de Richards ya me pareció ir muy lejos. Antes, cuando se incineraba a alguien, incluido el padre, se solían esparcir las cenizas en un lugar de su gusto, pero en adelante te reciclan, te mezclan y se meten unos tiritos. Es triste acabar tus días de adulterador de drogas, pero qué se le va a hacer, si al menos proporcionas el último placer...

El regreso, una vez más, te devuelve a la dura realidad: detenciones, denuncias de torturas y la pescadilla que se muerde la cola, todo ello en una incomprensible espiral en la que, ante el acoso del PP, el PSOE se obsesiona diariamente en demostrar con números que ellos reprimen mucho más a ETA y a la izquierda abertzale que lo que durante sus mandatos de gobierno hizo el PP. Es una extraña manera de demostrar su inclinación al buen talante y a la resolución de los problemas a través del diálogo.