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Raimundo Fitero

Carpetazo

Cada año es lo mismo, todos los martes de Pascua de pasión vienen acompañados por los mismos análisis sobre los motivos de las muertes en las carreteras. Son los días en los que aparecen por televisión los directores o presidentes de diversas asociaciones de conductores que al ir con el adjetivo de europeos parecen tener mucha más prestancia y valor sus declaraciones. El año que viene no hace falta que los saquen, se las digo yo que me las sé de carrerilla, pues no son nada más que reiteraciones, algunas cargadas de razones.

Unos hablan de las infraestructuras, otros de la levedad en el cumplimiento de las penas y condenas, o sea, piden mano dura: otros del binomio automóvil-alcohol, en estas fechas se quita la tercera pata: juventud. Por otras variantes hablan del exceso de confianza, del cansancio, de la no utilización del cinturón de seguridad. Y así hasta el día del choque final, del atasco apocalíptico.

Durarán unos cuantos días estas disquisiciones, se utilizarán políticamente, lanzándose a la cabeza los muertos una vez más, pero mientras vemos a todos analizando, o tapando sus vergüenzas, ya que los cortes publicitarios se llenan con docenas de anuncios de automóviles. De todas las gamas, con todos los adminículos, con pequeñas joyas audiovisuales, muy creativas, muy técnicas unas, con lenguajes muy cercanos otras. La DGT debería contratar a estos publicistas de los coches para que hicieran, a su vez, la campaña para contrarrestar la euforia que transmiten en esos animales de acero, esa chatarra en la que se convertirá en pocos años, chatarra manchada de aceites y grasas o acompañada de sangre.

Le darán carpetazo al asunto porque hoy en día es el auto y sus dependencias los máximos creadores de beneficios. Los coches; las carreteras, autovías y autopistas para que circulen; la gasolina para que funcionen; los seguros, y un largo etcétera en el que no hay que olvidarse de los gastos ocasionados para que algunos supervivientes puedan tener una vida lastrada por el accidente. Vertebran parte de la economía global. ¿Quién se mete con el monstruo de los dividendos de oro? Los muertos son el canon que paga la sociedad entera. O así me lo parece.

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