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Iñigo Martinez Vecino de Alde Zaharra

Gaztetxe, genitales y sonrisas

Aspirantes a alcalde y concejales de cada partido, decidnos antes del 27 de mayo qué planes tenéis de cara al Gaztetxe para después de las elecciones

Otra vez! Y van... vaya usté a saber. Aho- ra resulta que el gabinete de Alfonso Alonso solicitó a escondidas un informe sobre el Gaztetxe de Gasteiz que justificara su derribo -declarándolo en ruina- e incluso calculase el coste del mismo con un detallado presupuesto.

Se podría decir que después de golpear durante años los muros del Gaztetxe haciendo uso exclusivamente de esa testosterona que tanto les gusta lucir, han ido asumiendo la realidad a base de dolores en la parte corporal más representativa de su forma de hacer política, por un lado, y de comprobar que este doloroso sacrificio no agrietaba los muros de la Casa de la Colina, por otro. Así que, inservible la testosterona pero firmes como siempre en sus convicciones, al final los aprendices de demócrata no han tenido más remedio que tratar de golpear con otras partes del cuerpo menos desgastadas por el uso y de maneras más sutiles.

Aprendices de demócrata digo, porque si lo que caracteriza el paso de la dictadura a la democracia en nuestro pueblo es la transformación de las formas para la consolidación del mismo fondo, continuar mandando unos pocos y mandados unos muchos, pero no ya en nombre del principio «testicular», sino de un sonriente y paternalista «ya decidimos nosotros -que sabemos- por vosotros -que no sabéis-», priorizar la sonrisa a los genitales en definitiva, entonces a nuestros aprendices del PP les queda mucho por aprender (40 años de exhibicionismo genital -nacionalmasculino- puro y duro hacen costumbre).

Pero en este caso, si bien por que no han tenido otra alternativa, algo están aprendiendo. Comenzaron luciendo atributos en aquel septiembre de 2001, mostrándose tal como son y anunciando sus intenciones y sus argumentos honestamente: «Lo tiro por que no me gusta» (el alcalde). A partir de entonces, ante la desaprobación y contestación generalizadas, la testosterona comenzó a verse sustituida poco a poco por algo parecido a la materia gris. Y, de repente, si era necesario tirarlo era para construir una torre-mirador que atrajese a los turistas; pero el vecindario que no. Luego, que la torre sería «cultural»; pero nuevamente no. Y más tarde pasó a ser un museo; y los gasteiztarras que no...

Por fin, aludisteis a la necesidad de construir un parking «atendiendo» a la reivindicación histórica del vecindario de solucionar el problema del aparcamiento. Este «argumento» sí era digno de un demócrata, como lo demostraba el que por primera vez el resto de partidos del ayuntamiento se uniesen sonrientes a la propuesta. Por primera vez las verdaderas motivaciones quedaban suficientemente ocultas, por primera vez la sonrisa presidía la escena. Pero no suficientemente. El barrio, con el conjunto de sus asociaciones vecinales a la cabeza, volvió a decir no.

Y aquí es donde ganan presencia aquellos que entendieron hace tiempo lo que es hacer política en democracia. Agotada la testosterona de los aprendices y sus escasas ideas alternativas, les obligaron a posponer cualquier proyecto que afecte al Gaztetxe hasta después de las elecciones. Para mientras ir, acompañados de su inseparable sonrisa, dando pasos con tranquilidad en la tan protestada transformación de todo el barrio. Ahora consensuamos la construcción de la mitad del parking sin tocar el Gaztetxe y más adelante ya veremos. El problema es que en ese «más adelante» ya están todos de acuerdo: el Gaztetxe sobra.

Asistimos a una curiosa contradicción que de alguna manera hemos generado todas las personas que hemos apoyado esta casa. El Gaztetxe está a punto de cumplir 19 años. Su pervivencia es fruto de las muchas batallas ganadas, y los éxitos han hecho retroceder a los aprendices del PP hasta las posiciones de paciente retaguardia de los demócratas por convencimiento. Con lo cual, ante la siguiente batalla, los que apoyamos el Gaztetxe no nos enfrentaremos a un PP solitario, sino a toda la corporación.

Por eso, cuando el Gaztetxe ha desvelado el informe, los aprendices han contenido su tendencia a la testosterona y se han apresurado a decir que no van a tomar ninguna iniciativa... sin consenso y hasta después de la elecciones. Por eso el resto, demócratas sonrientes, no ha dicho nada ante una noticia tan grave.

Habría que decirles a todos que hablen ahora. Pero es esperar demasiado. Frases tan transparentes como «lo tiro por que no me gusta» no se corresponden con su cultura política. Sólo hablarán de lo que quieren mantener oculto si les presionamos lo suficiente. Aspirantes a alcalde y concejales de cada partido, decidnos, y decidnos antes del 27 de mayo: ¿qué planes tenéis de cara al Gaztetxe para después de las elecciones?

Tened siempre presente que si el Gaztetxe ha ganado alguna batalla ha sido por haber arrebatado a la clase política el terreno de juego donde quiere encerrar el debate para asegurarse así la victoria; sacándolo de las instituciones para posarlo en la calle y, por lo tanto, en nuestras manos.

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