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ANALISIS De 1512 a la manifestación del 17 de marzo

Historia y desvergüenza

Sanz habla de su navarra como si fuese el Estado europeo que se codeaba con el emperador del Sacro imperio

Mikel SORAUREN Historiador

El autor analiza la posición de UPN ante el quinto centenario de la pérdida de la independencia para concluir que «sólo quien disfruta de una situación de favor dentro del marco puede aceptar como bueno este hecho que ha condicionado tan negativamente el devenir de Navarra".

Cuando contemplemos al denominado Gobierno de Navarra en las manos de UPN deberíamos dejar a un lado nuestra capacidad de admiración, especialmente si ese organismo se reclama depositario de las esencias navarras. Es obligado reconocer que UPN no constituye sino la imagen desaforada del nacionalismo español, del que otros grupos nacionalistas españoles, como el PSOE e IU, pretenden ser una forma más atenuada. En efecto, estos grupos de la izquierda española han terminado por aceptar el modelo de organización estatal y administrativo que el caciquismo navarro viene diseñando a partir de las primeras décadas del siglo XX hasta el momento presente. UPN, como heredero consecuente de ese viejo caciquismo, ha sido quien de una manera más decidida reclamó el estatus de la provincia de Navarra actual, imponiendo por otra parte la visión histórica de Navarra que lo justifica, aceptado finalmente por quienes están de acuerdo en que existe una solución para los navarros dentro del Estado español, llámense socialistas o de cualquier otra izquierda, pero siempre españoles.

En la escalada de despropósitos y huida hacia delante en que está incurriendo la administración de Miguel Sanz -Alli coadyuvante- hemos visto hace unas semanas arribar al monumento de los Fueros -erigido por nuestros antecesores, con el propósito de mostrar la decisión de oponerse a quienes desde España pretendían desvalijar Navarra- a las nuevas tropas del duque de Alba, llamadas en su auxilio por estos esperpénticos políticos. Lo más increíble, Rajoy a su frente; el debelador de las residuales competencias forales. Los huesos de Germán Gamazo habrán saltado exultantes en su tumba.

Nunca como en el momento presente el proceso de desmantelamiento de la identidad navarra ha alcanzado cotas tan altas. A veces hay reparo en hacer descalificaciones y utilizar expresiones que puede parecer rallan el insulto; aunque, a decir verdad, resulta difícil no recurrir a las mismas y terminar concluyendo que son justas. Los miembros de UPN actúan como si este territorio fuera su finca particular. Se explica así la falta de miramientos con la que han actuado sobre el patrimonio navarro, lo mismo el económico que el cultural. Y claman que Navarra no es moneda de cambio, ni está en venta. Lo que realmente temen es que los navarros puedan decidir al respecto.

La desfachatez de esta gente se ha manifestado como en ningún otro terreno en la tergiversación de la Historia de Navarra, como el instrumento más adecuado para que los ingenuos acepten el actual estado de cosas y asuman que el mismo responde a lo que ha sido Navarra y el Pueblo navarro ha elegido. No es cosa de hoy. No obstante, produce gran indignación oír a Miguel Sanz referirse a la realidad actual de Navarra como resultado de doce siglos de Historia. Es cierto que hemos tenido que asistir últimamente a la desvergüenza de convertir a Francés de Jaso -San Francisco Javier- en un santo español; a fin de cuentas no deja de ser una anécdota, pero muestra inequívoca de la capacidad y decisión de dar vuelta a la realidad histórica, como a una brújula a la que se obliga a señalar hacia el Polo Sur. Es hora de que quienes se llaman navarros dejen de sentir que lo son, simplemente, porque se lo concede una decisión de denominar Navarra al espacio territorial que hoy designa de esta manera la administración española.

Sin embargo, nos vemos obligados a soportar un discurso de los administradores de esta provincia española que se atreve a afirmar que ellos son los herederos de los reyes que rigieron el Reino de Navarra desde la Edad Media. A todos los actuales jefes de estado europeos les complace ser reconocidos como sucesores de los grandes Estados que ordenaron Europa. Miterrand y Chirac se consideran dignos sucesores de Carlomagno y Napoleón, como Juan Carlos de Borbón se siente heredero de Felipe II. De la misma manera Miguel Sanz pretende identificarse con el mural de Sancho el Fuerte que preside la cabecera de su despacho en el Palacio de Diputación y habla de su navarra como si fuese el Estado europeo que se codeaba con el rey inglés, el emperador del Sacro-imperio-romano-germánico o el rey de Francia. Demasiada pretensión para un alcalde de pueblo que no puede reclamarse navarro sin reafirmar que ante todo es súbdito de España.

En esta línea de despropósitos le toca conmemorar el acontecimiento más grave que han sufrido los navarros a lo largo de su Historia; la conquista española de 1512, que arrastró la dignidad y libertad de los navarros por el fango. Cualquier cosa que se pueda decir al respecto, creo que está ya dicha. Unicamente quien disfruta de una situación de favor dentro del marco administrativo actual, puede aceptar como bueno este hecho que ha condicionado tan negativamente el posterior devenir de Navarra. No hay Pueblo libre -ni que sienta la dignidad de su Historia- que se atreva a conmemorar su derrota y subyugación.

Pues, esto es lo que pretende hacernos asumir Miguel Sanz y UPN, que celebremos nuestra esclavitud. Finalmente, parece que a estos pseudo-navarristas no les ha quedado más remedio que admitir que los acontecimientos de 1512 constituyen una derrota del Pueblo navarro, que trajo consigo la pérdida de la soberanía. Probablemente no han podido tergiversar un hecho que ya no es posible tergiversar -gracias a las investigaciones y lucha por la identidad de Navarra en los últimos tiempos-.

No obstante, ahí aparece la pertinacia de una tendencia política, altiva y chulesca que se atreve a echar un órdago a la grande y pasar por la cara de los navarros lo que es un momento histórico deplorable; eso sí, acompañado de otro de los episodios de nuestra historia, como la intervención de Sancho VII el Fuerte en la batalla de las Navas de Tolosa -en la que el rey navarro actuó más obligado por la coyuntura que por su propia iniciativa-, a la que se pretende constituir en momento decisivo de la constitución de España como nación. España y el Catolicismo siempre por delante como fundamento del Imperio.

¿Qué tendrá que ver la Navarra luchadora por su libertad, la que dice en su Fuero general que el rey no podrá tomar ninguna decisión sin el acuerdo de los navarros, la que dice que el rey de Castilla no es otra cosa que el rey físico de Navarra pero diferente rey legal, o la de los carlistas de la proclama de 1838 que califican a Navarra y las provincias vascongadas de repúblicas federativas de la corona castellana, con la Navarra ¿foral? y española de Sanz?

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