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Complot confesado

Berezovsky reconoce que financia un golpe para derrocar a Putin

El magnate Boris Berezovsky afirmó ayer en ``The Guardian'' que financia un golpe para derrocar al presidente ruso, Vladimir Putin, al considerar que «es imposible cambiar ese régimen por medios democráticos».

GARA | LONDRES

«No hay cambio de régimen a través de elecciones democráticas», manifestó el oligarca ruso Boris Berezovsky en una entrevista a ``The Guardian'' en la que afirma que está financiando a gente cercana al presidente ruso, Vladimir Putin, que conspira para montar un golpe de estado. Afirmó que «es imposible cambiar este régimen a través de medios democráticos. No puede haber cambio sin fuerza, presión». Las reacciones a sus declaraciones obligaron al multiillonario a emitir una nota para «aclarar asuntos» y matizar que «apoyo la acción directa. No defiendo ni apoyo la violencia», señaló tras indicar que respalda el derrocamiento «sin derramamiento de sangre».

Berezovsky, de 61 años y ex matemático, hizo su fortuna, calculada en 1.266 millones de euros, con la compra de activos del Estado cuando el Gobierno ruso puso en marcha el salvaje proceso de privatización. El magnate llegó a ser propietario del 49% de las acciones de la televisión ORT, la cadena rusa de mayor audiencia, y en 1999 fue elegido miembro de la Duma (Parlamento ruso).

Contribuyó a la llegada al poder del sucesor de Boris Yeltsin, Vladimir Putin, aunque más tarde cayó en desgracia tras convertirse en su acérrimo oponente. El oligarca acabó huyendo de su país tras las elecciones presidenciales del año 2000 y, en 2003, el Gobierno británico le concedió asilo político.

En sus declaraciones a `The Guardian', Berezovsky admitió que está en estrecho contacto con miembros de la elite política de Rusia, quienes, según indicó, comparten sus puntos de vista de que Putin «está perjudicando» a Rusia al centralizar el poder en sus manos.

Si bien se negó a hablar de sus contactos, señaló que está ofreciendo «experiencia e ideología» a miembros de la elite política del país y también «cómo entiendo que se podría hacer».

«Hay también pasos prácticos que estoy haciendo ahora, principalmente financieros», manifestó. Su fortuna está estimada en 1.266 millones de euros.

Preguntado sobre si estaba fomentando una revolución, respondió: «Usted está absolutamente en lo correcto». Agregó que no podía facilitar los detalles para fundamentar sus afirmaciones porque la información es muy sensible.

Aseguró que no le preocupa cualquier solicitud para que se le retire su estatus de refugiado tras el caso del ex espía ruso Alexander Litvinenko, muerto en Londres el año pasado con una dosis de la sustancia radiactiva polonio 210. «Hoy la realidad es distinta por el caso Litvinenko», puntualizó.

También reveló que ha dedicado los últimos seis años a tratar de «destruir la imagen positiva» que mucha gente en Occidente tiene de Putin, a quien califica de persona antidemocrática.

Petición de acciones legales

Tras divulgarse la entrevista, el embajador ruso en Londres, Yury Fedotov, afirmó que Gran Bretaña debería expulsar al multimillonario y el ministro de Exteriores pidió que se emprendan acciones legales contra el oligarca opositor.

«Los llamamientos al derrocamiento violento de los gobiernos de otros países son motivo para emprender medidas judiciales», manifestó Serguei Lavrov. Agregó que «desde hace mucho tiempo existe una petición para que concluya la situación de la que Boris Berezovsky se aprovecha, abusando de su estatus y cometiendo acciones que, bajo la legislación británica, requerirían su extradición».

Recordó que ésta no es la primera vez que el magnate expone públicamente sus deseos de derrocar a Putin por la fuerza, ya que el pasado año defendió la misma idea en declaraciones a una emisora de radio de Moscú. En esa ocasión, el entonces titular británico de Exteriores, Jack Straw, le advirtió de que podía perder su estatus de refugiado. Ahora, el Gobierno de Tony Blair ha optado por una declaración inicial, difundida por su embajada en Moscú, en la que asegura que estudiará atentamente las declaraciones del multimillonario, como después confirmó Scotland Yard.

«Confiamos en que todo aquel que viva, trabaje o visite Gran Bretaña, independientemente de su estatuto, respete las leyes británicas», señala el comunicado difundido por la delegación diplomática.

Poco después de las manifestaciones realizadas por Lavrov, la Fiscalía General de Rusia anunció que pedirá nueva- mente a las autoridades británicas la extradición de Berezovsky porque sus declaraciones «contienen la intención de derrocar el orden constitucional vigente en Rusia».

Solicitud de extradición

La portavoz de la Fiscalía, Marina Grídneva, afirmó que el fiscal general, Yuri Chaika, ordenó preparar una petición al Gobierno británico para que haga una valoración jurídica a las declaraciones de Berezovsky. «En esa petición, plantearemos la necesidad de que se le retire su condición de asilado político y de que sea entregado a las autoridades rusas», señaló Grídneva, citada por la agencia oficial rusa Itar-Tass.

Moscú ya solicitó sin éxito la extradición del hombre de negocios, que afronta varios cargos en Rusia por presuntos delitos económicos, entre ellos la apropiación ilícita de 50 millones de dólares de la compañía aérea rusa Aeroflot.

Después del anuncio de la Fiscalía, el magnate hizo público un comunicado en el que matiza que apoya «un cambio de régimen» en Rusia pero «sin derramamiento de sangre».

«Creo firmemente que, en violación de la legislación rusa, las autoridades del país suprimen la oposición e impiden el proceso democrático de la libre elección», explicó. «En esas circunstancias -prosiguió- las elecciones no son un medio viable para garantizar el cambio democrático. Por tanto, apoyo el uso de otros métodos para forzar un cambio hacia la democracia», reiteró.

«Sin embargo -puntualizó- quiero dejar claro que todos esos métodos serían sin derramamiento de sangre».

Elecciones

Berezovsky sostiene que «no hay cambio de régimen a través de elecciones democráticas». Asegura que ofrece «experiencia e ideología» y da «pasos prácticos, principalmente, financieros» a miembros de la élite política rusa contrarios a Vladimir Putin.

expulsión

El embajador ruso en Londres, Yuy Fedotov, consideró que Gran Bretaña debería expulsarle. «Los llamamientos al derrocamiento violento de los gobiernos de otros países son motivo para emprender medidas judiciales», indicó.

extradición

La Fiscalía rusa anunció que pedirá a las autoridades británicas la extradición de Berezovsky al considerar que las declaraciones realizadas al diario «The Guardian» «contienen la intención de derrocar el orden constitucional en Rusia».

Matización

Tras el anuncio de la Fiscalía, Berezovsky matizó que «apoyo el uso de otros métodos para forzar un cambio hacia la democracia. Sin embargo quiero dejar claro que todos esos métodos serían sin derramamiento de sangre».

Jornada «caliente» de manifestaciones en contra y a favor del Kremlin

La «oposición« rusa ha llamado a los suyos a una movilización en Moscú hoy y tratará de desafiar la prohibición del Kremlin reuniendo a los suyos en la emblemática Plaza Puchkin.

La Otra Rusia, que agrupa a líderes opositores como el ex campeón mundial de ajedrez Gari Kasparov y el ex primer ministro ruso Mijail Kasianov, ha organizado una marcha de desacuerdo contra la política de Vladimir Putin y espera reunir a unos cuantos miles de personas. La Policía, que movilizará a 9.000 efectivos en la capital, le ha advertido de que no dejará que se concentre en la plaza, situada a un escaso kilómetro del Kremlin y quiere confinarla a la Plaza Turgenev.

Los promotores de la marcha han tenido «visitas» de la Policía. Uno de ellos, el líoder del Partido Nacional-Bolquevique, Eduard Limonov, advirtió de que «como particular, tengo el derecho a ir donde quiera. El sábado (por hoy) estaré en la Plaza Puchkin», aseguró.

Quienes sí podrán concentrarse en esta plaza son las juventudes pro-Putin de Molodaia Gvardia. El Kremlin justificó este permiso «porque han sido los primeros en solicitarlo».

A escasos meses de las legislativas y las presidenciales, Otra Rusia ha organizado ya sendas manifestaciones en San Petersburgo y Nijni-Novgorod (este) el pasado mes de marzo, marchas con escasa afluencia de gente y que se saldaron con decenas de detenidos.

Esta formación busca reclamar un espacio político para los partidos opositores, así como denunciar las reformas electorales adoptadas el año pasado por un Parlamento en manos del partido pro-Kremlin de Rusia Unida. Estas enmiendas validan toda elección sea cual sea la tasa de participación y suprimen la posibilidad, establecida en la primera Constitución tras la desaparición de la URSS, de optar por la papeleta de voto «contra todos», opción que cuenta con muchos adeptos entre el castigado electorado ruso.

ONG como la rusa Memorial y la estadounidense Human Rights Watch han denunciado las trabas al derecho de manifestación. HRW no dudó en señalar que «todo esto recuerda, desgraciadamente, los tiempos de la Unión Soviética».

Por contra, Molodaia Gvardia ha organizado una contramarcha del acuerdo a la misma hora y reivindica el legado del presidente Putin advirtiendo contra eventuales injerencias extranjeras. «Estamos unidos contra las provocaciones políticas y por la democracia. Es nuestro país y nos corresponde a nosotros decidir la política interna de Rusia», aseguró Vadim Safronov, portavoz de estas juventudes.

Molodaia Gvardia prevé asimismo celebrar una segunda concentración más multitudinaria cerca de la Universidad de Moscú, en el suroeste de la ciudad, donde espera concentrar a unas 15.000 personas.

No serán con todo, las únicas manifestaciones de la jornada. La opositora Unión de Fuerzas de Derecha ha llamado a sus seguidores a salir a las calles de Moscú y de otro medio centenar de ciudades de Rusia. «Exigiremos elecciones libres y honestas», señaló la portavoz de la UFD, Anna Solodujina.

También habrá una marcha contra la inmigración «ilegal»y el chabolismo en Moscú convocada por el movimiento panruso Congreso de Comunidades Rusas.

GARA

Litvinenko

El oligarca aseguró que no le preocupa que pidan su expulsión de Gran Bretaña. Indicó que «hoy la realidad es disntinta por el caso Litvinenko», el ex espía ruso muerto en Londres con una dosis de la sustancia radiactiva polonio 210.

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