Soy miembro de la expedición que acaba de visitar los campamentos saharauis de Argelia, y he tenido la satisfacción de conocer a esa gente ejemplar.

En un periódico conservador vasco viene una reseña al respecto, informándonos de que en la expedición estaban varias hijas de Ibarretxe. También hacían un detallado informe de una serie de problemas que hemos tenido a la vuelta, con gran lujo de detalles. Al final, en un breve, se nos dice que esta gente sahariana es simpática y que viven muy mal.

En resumen: la noticia es que las hijas de Ibarretxe venían en el vuelo; que tuvimos que dormir en el suelo en el aeropuerto de Tinduf, que nos dieron una botella de agua y cosas por el estilo.

Esto es periodismo del auténtico: lo sustancial y crítico va como anecdótico, y lo de las hijas de Ibarretxe como principal. Por cierto, ¿por qué no dijo el periodista que yo también venía? Sepan esos periodistas que lo que sucede en esos campamentos es una tragedia humanitaria que algunos hemos conocido en su auténtica dimensión, pero que a base de darle «color rosa» se toma como algo anecdótico y folclórico sin la gravedad que tiene. Menos mal que informa de que las hijas del lehendakari ya están aquí, con la secretaria de su padre.

Lo que realmente es una información significativa es que el Athletic ganó; menos mal. ¿Lo sabrán ya los saharauis? Con nuestros periodistas, seguro que sí.