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Alavés Empate in extremis en Albacete

El enfermo responde al efecto Yagüe

Los albiazules, que terminaron con nueve, se dejaron dos puntos en el descuento pero pararon la hemorragia de las últimas semanas

DEPORTIVO ALAVÉS 2
 
ALBACETE 2
 

A pesar de que el golpe de Leo Biagini en el último minuto del descuento devolvió al Alavés a la unidad de cuidados intensivos, el enfermo albiazul respondió al efecto Yagüe y logró parar la hemorragia de las últimas jornadas, la que le ha puesto en estado crítico. Tras semanas de agonía en cuanto a desorientación y apatía, los jugadores parecen haber recuperado la fe de la mano del nuevo entrenador y, en situaciones críticas, la ilusión puede ser mejor antídoto que los remedios que pueda aportar cualquier entrenador.

Ésa debe ser la valoración que debe quedar de un partido extraño en el que Rodado Rodríguez se encargó en desempeñar el papel desestabilizador de un Piterman ayer ausente. El colegiado expulsó a los dos laterales zurdos, Coromina por insultar a Cañas tras recibir un codazo de éste en la boca, y señaló un penalti más que dudoso en contra, pero aún así, los albiazules fueron capaces de ponerse por delante y de acariciar la victoria.

Con muy poco, el tratamiento de Yagüe comienza a dar resultados pero necesita tiempo, paciencia y trabajo para sanar todo el mal causado anteriormente. Y es que, el tanto de Biagini no es sino el reflejo de un equipo con claras lagunas en lo emocional y en lo físico, acrecentado por la inferioridad numérica.

Pero nadie puede pensar que Yagüe haya encontrado una medicina nueva ni maravillosa. El abulense, con las manos libres, se ha limitado tirar de sentido común para tratar un mal que se estaba enquistando.

Apuesta por la solidez

Con las muchas restricciones en forma de lesiones y sanciones, Yagüe apostó por la solidez y la defensa para arreglar el entuerto. El técnico albiazul recuperó a Mateo y Casar para el eje de la defensa, metió a Carpintero en el pivote, a Miguel Pérez en la derecha, adelantó a Angel para cubrir la banda, con Coromina en el lateral zurdo y puso a Arthuro en punta de ataque.

Con un Albacete con problemas para jugar en casa, el nuevo Alavés ofreció un partido de esos que se dicen típicos de Segunda, con presión, defensa, lucha y apenas dos oportunidades en las que se lamentó que fuera Angel el extremo zurdo y no, por ejemplo, Toni Moral. El único susto, gordo pero que no pasó de susto, fue el más que riguroso penalti que Rodado Rodríguez se cobró en el área albiazul por un forcejeo de Pablo Casar con Calle. Porato anduvo fino y detuvo la pena máxima al propio delantero manchego.

El momento crítico llegó tras el descanso, cuando Zahinos aprovechó un barullo y la falta de contundencia en el despeje para adelantar al equipo local a la salida de un corner. Afortunadamente, con el cambio de dinámica y el nuevo tratamiento, el Alavés no bajó los brazos y llegaron los frutos.

En un final loco y marcado por las expulsiones, Arthuro aprovechó una de las pocas jugadas trenzadas para empatar el choque, pero la dinámica que parecía favorable con la expulsión de Zahinos dio la vuelta con las dos de Coromina y Angel en apenas diez minutos.

Volvía a tocar apretar los dientes y el Alavés no sólo aguantó la embestida en inferioridad, sino que incluso pareció dar un golpe definitivo con un gran contragolpe de Astudillo culminado por Toni Moral a falta de dos minutos del final.

Lástima de que no fueran capaces de mantener un premio que Biagini redujo pero que debe ser un punto de inflexión.

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