No tengo una, sino cientos de películas favoritas
Creo que cada filme tiene su lugar en el mundo. Tengo una película para cada estado de ánimo y, a veces, sólo con acordarme de alguna secuencia o diálogo la película ha cumplido su cometido; enlazar instantes vividos con el presente y sublimarlos
Iratxe FRESNEDA
Periodista y profesora de Comunicación Audiovisual
Todos tenemos nuestras listas de éxitos, ya sean amorosas, musicales o «atléticas». Las revistas especializadas, las radio-fórmulas e incluso los reputados críticos literarios, como Harold Bloom, quien aporta sus cien favoritos -en su «canon», nunca mejor dicho, «occidental»-. En mi caso, cuando alguien me hace la pregunta del millón (¿Cual es tu película favorita?), me quedo sin respuesta. Es una y puede que cientos. Creo que, tal y como sugerían los personajes de «Alta fidelidad», la novela de Nick Hornby, cada canción pertenece a un momento determinado y, aplicándolo al cine, cada filme tiene su lugar en el mundo. Tengo una película para cada estado de ánimo y, a veces, sólo con acordarme de alguna secuencia determinada o diálogo la película ha cumplido su cometido; enlazar instantes vividos con el presente para sublimarlos.
Si mi intelecto necesita ser estimulado, necesito reírme y vivir una historia de amor, escojo a «Annie Hall»; si deseo profundizar en la idea de amores en desencuentro y disfrutar de la sensualidad de las imágenes, veo «In the mood for love», de Won Kar Way; si tengo sed de venganza, «El padrino»; si quiero llorar, flagelarme sin consuelo y tengo un día algo masoquista, veo «Bailar en la oscuridad»; cuando las cosas no van bien recurro a «Bananas»; tonterías como «¡Vaya par de aldabas!» me traen buenos recuerdos; «Teniente corrupto» o «La zona oscura» me desgarran el corazón.
Ver a Harvey Keitel bailar desnudo afectado por el exceso y la carencia me hace creer que en ese pedazo de celuloide existe un abismo mas allá de la imagen. Adoro «La fiera de mi niña» en cualquier circunstancia y «Desayuno con diamantes» me hace creer que la elegancia es una chica de pueblo vestida de negro. Algunos besos resultan más que estimulantes en la gran pantalla: me estremezco al observar cómo la bestia abraza a Mina en el «Drácula» de Coppola.
Y que puedo decir de los replicantes de «Blade Runner»: me rompen el corazón. Aunque no tanto como el viaje de «Thelma y Louise», con las que comparto aventura y rebeldía cada vez que arrancan su descapotable. Mi lista de favoritas es interminable: «Al final de la escapada», «Mystic river», «Los cuatrocientos golpes», «La ventana indiscreta», «El espíritu de la colmena», «Lost in Traslation», «Reservoir dogs», «Duel», «Dolls», «Bésame tonto», «L'atalante», «En construcción»...