Lurra celebrará este sábado el Día Mundial de la Tierra con diversas actividades dirigidas a denunciar el «urbanismo salvaje». Con este motivo, junto a la recién creada Asamblea de Pueblos Afectados por el Urbanismo Salvaje y la Especulación, hace un llamamiento a acudir mañana a Bakio, «como ejemplo de lo que no se debe hacer en nuestros pueblos, en nuestra costa y en nuestros valles».

El Día Mundial de la Tierra, auspiciado por la ONU, se inició en 1970 y desde entonces se viene celebrando con creciente participación en los cinco continentes, al tiempo que sirve para remarcar los principales riesgos para el planeta Tierra.

En Euskal Herria este día se viene celebrando de la mano de Lurra desde el año 2000, cuando más de medio centenar de organizaciones que trabajan en el ámbito de la ecología, el sector primario, la solidaridad internacional, el sindicalismo, el consumo o la salud suscribieron el documento «Bases para un modelo de desarrollo alternativo». Este informe fue entregado a la ONU en la Cumbre Mundial de la Tierra celebrada en 2002 en Johannesburgo.

«A espaldas de la ciudadanía»

Cada año han celebrado este día en distintas localidades, como Otxandio, Murgia, Oiartzun, Barakaldo, Etxarri Aranatz, Lekeitio o Altsasu. En cada una de estas celebraciones, Lurra ha puesto el acento en diferentes problemáticas de carácter medioambiental, como la defensa del espacio rural, las infraestructuras de gran impacto o la biodiversidad natural y cultural.

En nombre de Lurra, Alberto Frías explicó ayer en rueda de prensa los motivos por los que se ha elegido el «urbanismo salvaje» como eje del Día Mundial de la Tierra, frente a otros temas como el «alargamiento de nuestra huella a otros pueblos del planeta», la «nefasta» gestión del transporte o la problemática asociada al cambio climático, con todo lo relativo al cumplimiento del Protocolo de Kioto y la apuesta por la «implantación desorbitada» de centrales térmicas o el proyecto de Lemoiz.

«Desgraciadamente -afirmó- en este último año las instituciones no han respondido al desafío planteado desde Lurra para articular un gran debate social sobre el modelo de desarrollo que queremos para el futuro de nuestro pueblo, capaz de generar espacios de encuentro hacia un amplio consenso que reconozca la interlocución de las organizaciones sociales».

Por el contrario, señaló que este año ha sido el de la «imposición, de la ruptura de los puentes y del achicamiento de los casi nulos espacios reales de participación ciudadana, como denuncian en multitud de pueblos en los que se está diseñando su futuro a espaldas de la ciudadanía o contra la voluntad mayoritaria expresada mediante miles de firmas o en ejemplares consultas populares».

A este respecto, recordó que la citada Asamblea agrupa a plataformas de casi un centenar de pueblos que «están viendo cómo se pretende cambiar no sólo su fisonomía sino sus formas de vida y su entorno natural».