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La ultraderecha ha vuelto a ganar antes, incluso, de la primera vuelta electoral

Como ocurriera en 2002, las encuestas no favorecen al ultraderechista Le Pen. El líder del FN insiste en que volverá a dar la sorpresa ayudado por el voto oculto. Tiene un problema que es a la vez su triunfo. Sus ideas tienen otros defensores, capitaneados por Nicolas Sarkozy.

Dabid LAZKANOITURBURU

Pese a un repunte de última hora en las encuestas, que le sitúa en el nivel de voto que en 2002 le permitió pasar a la segunda vuelta (un 17%), el candidato del ultraderechista Frente Nacional, Jean-Marie Le Pen, parece esta vez condenado al cuarto puesto en la primera vuelta del próximo domingo.

No obstante, cabe recordar que en 2002 los sondeos tampoco le auguraban más de un 14% y logró entonces mandar a casa al socialista Lionel Jospin, provocando un verdadero seísmo que llevó en volandas a su rival, el derechista Jacques Chirac, de vuelta al Elíseo.

Voto oculto incluido, de lo que no hay duda es de la consolidación del espacio electoral del FN. También en unos comicios que no priman precisamente a fuerzas situadas en los márgenes.

Le Pen se ha esforzado esta vez en presentar un perfil menos estridente, pero no se ha olvidado de alimentar el victimismo revelando «problemas» para lograr los 500 avales de cargos electos sin los que no es posible concurrir a las presidenciales.

A su favor cuenta esta vez con que concurre en solitario. El disidente Bruno Megret, que encabezando el MNR se presentó en 2002, vive actualmente horas bajas y ha ofrecido su apoyo a Le Pen desde la barrera. Frente a la respuesta airada de su hija, Le Pen ha decidido acoger en su seno al hijo pródigo manteniéndolo, eso sí, en un segundísimo segundo plano.

Desactivada su diestra, Le Pen aspira a repetir la campanada y sus seguidores lo tienen claro. «Va a lograr un mejor resultado que en 2002 porque la situación en Francia es todavía más catastrófica», asegura David Minot, que acudió el pasado domingo a su mitin en París.

Pero la ultraderecha tiene un problema que a la postre es un éxito. El candidato gubernamental y gran favorito, Nicolas Sarkozy, presenta un perfil equiparable, en fondo y en forma, a la derecha extrema.

Mientras Le Pen fustiga y a la vez regala los oídos de Sarkozy -con una propuesta de acuerdo para la segunda vuelta-, el FN saborea por segunda vez su triunfo. Sus ideas siguen ganando terreno en los últimos años.

Dos puntos

El 26% de los ciudadanos del Estado francés se muestra total o bastante de acuerdo con las ideas de esta formación ultraderechista, un incremento de dos puntos respecto a la valoración hecha pública en 2005.

La inmigración, la llamada «identidad nacional», la bandera y la «delincuencia» han vuelto al centro del debate electoral.

Son los grandes temas del FN desde su fundación por parte de Le Pen en 1972. El no ha cambiado. Han cambiado otros.

Caroline, estudiante de 19 años que asiste al mitin en la capital, tiene claro que «Le Pen es más franco. Lleva 30 años defendiendo lo mismo». ¿Y Sarkozy? «Un impostor», responde tajante Antoine Malakino, un jubilado de 66 años.

La figura de Sarkozy genera gran inquietud

Favorito en los sondeos para suceder a Jacques Chirac en el Elíseo, el candidato de la derecha gubernamental, Nicolas Sarkozy, genera inquietud en un 51% de franceses, según un sondeo reciente.

«En el fondo, es una elección que Sarkozy debería ganar, pero que no está seguro de ganar porque su personalidad es problemática para muchos de sus propios electores», señala el politólogo Roland Cayrol, del instituto CSA.

Su equipo de campaña es consciente de este déficit. Una «lacra» alimentada por medios como la revista Marianne, que consagra su última edición al «verdadero Sarkozy» o el diario «Liberation», que incidía estos días en primera en el «Inquietante Monsieur Sarkozy».

En los carteles electorales, el rostro de Sarkozy es habitualmente emborronado con el mostacho y el flequillo de Adolf Hitler, una injuria reservada hasta ahora al candidato de la extrema derecha del Frente Nacional, Jean-Marie Le Pen.

El diario «Le Monde» reconoce que el candidato de la gubernamental UMP se ha convertido en el «enemigo público número uno» para parte de la población.

El aludido se ha esforzado por dar una imagen menos dura estos días. GARA

ducha fría

El candidato centrista, François Bayrou, instó a sus seguidores en París a ofrecer «una buena ducha fría» a sus rivales, Nicolas Sarkozy y Ségolène Royal, el domingo. «Hay que arrebatarles el poder, enviarles durante cinco años a sus caros estudios», instó.

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