La ley considera víctimas del terrorismo a «las víctimas de actos de terrorismo o de hechos perpetrados por persona o personas integradas en bandas o grupos armados o que actuaran con la finalidad de alterar gravemente la paz y la seguridad ciudadana». Y el Parlamento de Gasteiz instó al Gobierno de Lakua en 2003 a «la celebración de actos conmemorativos anuales y el establecimiento de una jornada de reconocimiento y solidaridad con las víctimas. Dentro de estas actuaciones deben tener cabida actos que profundicen en los valores democráticos y de solidaridad».

Sin embargo, el homenaje organizado hoy por el Ejecutivo autonómico se ha limitado a las víctimas de acciones de ETA y los Comandos Autónomos Anticapitalistas, excluyendo al resto. Los organizadores del acto, dirigidos por la directora de atención a las víctimas, Marixabel Lasa, y su asesor, Txema Urkijo, han ignorado deliberadamente a las víctimas de la extrema derecha, de «incontrolados» del BVE, de la Triple A, del Grupo Anti ETA y de los GAL. La Dirección de Atención a las Víctimas reconoce oficialmente la existencia de 77 víctimas por acciones de estos grupos (sus identidades figuran en la página 4), aunque las contabiliza únicamente a partir de 1975.

GARA ha comprobado con familiares de algunas de estas víctimas que ningún representante de la organización del acto se ha puesto en contacto con ellos. Según ha trascendido públicamente, de entre este grupo, Marixabel Lasa únicamente ha invitado al homenaje a Laura Martín, viuda de Juan Carlos García Goena, que rechazó sumarse al mismo. «El Correo» publicó el viernes que Martín preguntó a Lasa «por qué yo sí y otros damnificados del GAL no», a lo que la directora le respondió que «por haber acreditado una trayectoria de condena del terrorismo» y porque a diferencia de otros afectados por la «guerra sucia» había mostrado «su empatía con las víctimas de ETA». Laura Martín es miembro de Covite y ha denunciado que la Dirección de Atención a las Víctimas sólo se acuerda de ella «en este tipo de ocasiones, para plantarme como un florero».

«Menor reconocimiento»

El Gobierno de Lakua ha tratado de defender que el homenaje únicamente esté dirigido a las víctimas de ETA o de los CCAA señalando -como hacía Marixabel Lasa en una entrevista en «Deia»- que «aparte de que son mayoría, también son las que más olvidadas han estado en todos los aspectos: de reconocimiento, de apoyos».

Su asesor, Txema Urkijo, añadía que «no se puede desvincular el llamamiento que hacemos del sentido que tiene el acto. Y su sentido tiene mucho que ver con ese concepto de deuda moral histórica contraída por la sociedad y las instituciones vascas con las víctimas del terrorismo: por los años de abandono, de soledad, de desafecto hacia ellas... Y eso se produjo fundamentalmente con respecto a las víctimas de ETA».

En este sentido, cabría señalar que, pese a las palabras de los responsables de la Dirección de Atención a las Víctimas, no se recuerda ningún acto institucional del Gobierno de Lakua en recuerdo y homenaje de las personas muertas por actuaciones de grupos como el BVE y los GAL. Si éstas han tenido mayor reconocimiento social que las de ETA, ha sido por parte de sus convencinos, no de las instituciones.

Carga en el cementerio de Tolosa

Es preciso recordar que las instituciones autonómicas, en diversos casos, lejos de facilitar el reconocimiento de algunos fallecidos, lo que han hecho ha sido tratar de impedir sus funerales.

Entre las «víctimas del terrorismo» que figuran en el listado de la Dirección de Atención del Gobierno de Lakua se encuentran Joxean Lasa y Joxi Zabala. Todavía hoy se recuerda lo ocurrido cuando, después de años desaparecidos, sus familiares y allegados quisieron darles sepultura en el cementerio de Tolosa el 21 de junio de 1995.

La agencia Efe contaba así lo sucedido: «Una vez llegados sobre las 19,30 horas los féretros al cementerio, tuvo lugar la carga más brutal de la Ertzaintza, según los testigos presenciales, cuando algunos familiares, los únicos a quienes se les había permitido la entrada al camposanto, hicieron ademán de ir a sacar los ataudes de los coches fúnebres. La Policía Autónoma lo impidió de forma contundente disparando alguna pelota de goma y utilizando las porras y culatas de sus escopetas, golpes que lesionaron a tres personas, dos de las cuales tuvieron que ser evacuadas a centros hospitalarios. Tras un tiempo de espera a que llegasen unos papeles que tenía que firmar la familia, los féretros fueron sacados finalmente de los vehículos y enterrados, entre las protestas de los familiares, indignados por el comportamiento y la acción de la Ertzaintza, quienes también se lamentaron de que `ni con la Guardia Civil pasaba esto'».

No fue ésta la única ocasión en la que la Ertzaintza ha tratado de impedir por la fuerza la realización de homenajes a independentistas fallecidos, como en décadas anteriores o en otros lugares lo han intentado también otros cuerpos policiales. Sin ir más lejos, fuerzas de la Policía española hostigaron el 13 de marzo de 2004 los actos de recuerdo a Angel Berrueta, muerto por un agente de ese mismo cuerpo en Iruñea por haberse negado a colocar en su panadería un cartel acusando a ETA de los atentados del 11-M.

Acusan de cínicos a los críticos

La celebración de este acto de homenaje limitándolo a las víctimas de ETA ha suscitado diversas críticas. Entre los movimientos públicos se encuentra un manifiesto impulsado por TAT y suscrito por distintas personas, algunas de ellas de cierto renombre público, en el que se denuncia la existencia de víctimas de primera (las hoy homenajeadas) y de segunda, muchas de las cuales ni siquiera tienen reconocimiento oficial.

Txema Urkijo, asesor de la Dirección de Víctimas, respondía a esto en «Deia» que los intentos de celebrar homenajes conjuntos han fracasado, porque las familias de víctimas que no son de ETA no quisieron acudir a ellos. «Hay un amplio sector de las víctimas -asegura Urkijo- que no quiere verse incluido en un grupo conceptuado como víctimas del terrorismo. Y hay gente que critica este tipo de actos, cuando sabe que no es posible que estén todas las víctimas. Eso tiene un nombre: cinismo», sentenciaba el asesor.

No detalla Urkijo que, por ejemplo, la asociación de víctimas de Catalunya sólo accedió a acudir al acto cuando él mismo les aseguró que en el homenaje no habría víctimas de los GAL.

Con Carrero Blanco y Melitón

Pese a que, según el mandato original del Parlamento de Gasteiz, los homenajes a «las víctimas del terrorismo» debían tener como objetivo profundizar «en los valores democráticos», lo cierto es que entre las personas a las que hoy se rendirá homenaje se encuentran el almirante Luis Carrero Blanco (1973) -presidente del Gobierno con Francisco Franco- y el policía Melitón Manzanas (1968), conocido en todos los ambientes de resistencia a la dictadura militar por ser un torturador. De hecho, en su día, con motivo de la aprobación de la Ley de Solidaridad con las Víctimas del Terrorismo, se recurrió la concesión de la medalla a Melitón Manzanas y el PNV intentó, sin éxito, que la legislación afectara únicamente a las víctimas posteriores a 1977.

En contraste con estas intenciones jeltzales, cabe señalar que en el acto de hoy el lehendakari y la directora de atención a las víctimas harán entrega de una serigrafía de Txillida titulada «Ésta es la mano de tu amigo» a Helena Morán. La hija del inspector de policía José Ramón Morán, muerto por ETA el 22 de abril de 1975, en plena dictadura, ha sido elegida por Lakua como «representante de todas las víctimas», por celebrarse el acto en el 37 aniversario del atentado contra su padre.

Según los listados que maneja la Dirección de Atención a las Víctimas del Terrorismo de Lakua, el número de víctimas de ETA es de 909 y el de los CCAA, 21. Sorprendentemente, se incluyen en el listado 77 fallecidos en el incendio del hotel Corona de Aragón de Zaragoza de julio de 1979, culpando del mismo a ETA, siguiendo así las tesis de la AVT, que no han sido avaladas ni oficial ni judicialmente.

Las otras 350 víctimas

El informe de la Ponencia del Parlamento sobre todas las víctimas de la violencia redactado en 2000 recoge la existencia de 339 víctimas que no corresponden con acciones de ETA. En la actualidad, esa cifra se elevaría ya a 350. En ella agrupan a los militantes de ETA muertos en enfrentamientos armados o por explosión de los artefactos que pretendían colocar, ciudadanos muertos por actuaciones policiales y parapoliciales, accidentes de familiares de presos y refugiados fallecidos en el exilio.

Según se recoge en el libro «Un mapa (inacabado) del sufrimiento» del periodista de GARA Sabino Ormazabal, al margen de militantes de ETA muertos en enfrentamientos (76) y de los ciudadanos caídos en manifestaciones (34), las FSE han matado a 42 civiles, 20 de ellos en controles y el resto por disparos de policías de servicio o en altercados en lugares públicos.

También es preciso contabilizar la muerte de 19 personas en la cárcel o como fruto de su paso por prisión.

Cuatro ciudadanos vascos han muerto en dependencias policiales mientras se les aplicaba la legislación antiterrorista y otros ocho poco después de haber pasado por comisaría, durante registros o en su detención. El Parlamento estimó en 6.000 las personas torturadas y en unas 25.000 las que han sufrido directamente la represión policial.

Ninguna de estas víctimas del conflicto recibirá hoy mención alguna en el Euskalduna en el acto organizado por Lakua.