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demasiados mitos y errores rodean a los primeros auxilios

Pasta dentÍfrica para quemaduras, no gracias

Migas de pan cuando nos atragantamos en la comida, pasta de dientes cuando el aceite hirviendo nos quema el brazo, colocarnos con la nariz hacia arriba ante una hemorragia nasal... Primeros auxilios de andar por casa que están lejos de ser efectivos.

Joseba VIVANCO

En un instituto de secundaria andaluz llevaron a cabo una encuesta en la que se preguntó al alumnado cómo actuaría ante determinados supuestos en que tuviera que echar mano de una primera cura a un herido o accidentado. Un 2% definió los primeros auxilios como aquellos sonidos que emiten las personas en caso de emergencia. «Aunque es una cifra pequeña, deja mucho que pensar», reconocían los autores del estudio. Algo similar debieron de pensar del 5% que contestó que el uso del abanico ayudaba en un caso de parada cardiorespiratoria. Pero más desalentador fue que un 48% optara por dar golpes en la espalda a alguien que ha sufrido una obstrucción de garganta e, incluso, algunos respondieran que le apretarían el cuello.

La realidad es que por mucho que se nos insista en que los primeros auxilios pueden determinar que una persona salve o no la vida o sufra o no daños irreparables, su correcta aplicación sigue siendo una asignatura pendiente. En la propia página web de la DYA podemos leer: «Resulta triste y lamentable, que cuando un accidentado llega a la presencia de un equipo médico de un hospital, a éstos les resulte más difícil remediar el mal producido por manipulaciones inexpertas, que aquel otro mal que el accidente produjo». El problema es que hay demasiado mito y muchos errores que, en ocasiones, llevan a aconsejar que, como dijera Hipócrates, «no hacer nada es, a veces, el mejor remedio». Y por algo está considerado el padre de la medicina moderna.

Hay estudios que muestran que menos de un tercio de las personas que sufren un colapso en la calle es auxiliada por transeúntes. Una de las causas de esta actitud es que a la gente le produce asco practicar la respiración boca a boca -por cierto, muchos no se percatan de que hay que taponar la nariz del auxiliado mientras se lleva a cabo-. Pues bien, resulta que ahora sería aconsejable no practicarla cuando prestemos primeros auxilios a alguien, según la advertencia del reciente estudio japonés publicado en la revista especializada británica ``The Lancet''.

Los autores de la investigación aseguran que practicar masajes cardíacos es igual o mejor que la respiración boca a boca y, de hecho, este último método resta tiempo a los masajes cardíacos vitales. Además, según siempre estos datos, quienes se desmayan por problemas cardíacos en vez de pulmonares suelen tener suficiente oxígeno en el cuerpo sin necesitar ayuda.

La maniobra de Heimlich

Esta noticia, seguramente discutida por más de un profesional de la medicina, invita a replanterase la necesidad de revisar muchos de los conceptos que hay en torno a los primeros auxilios o, simplemente, las primeras curas ante una herida o una quemadura leve. Un repetido ejemplo es la famosa, y por muchos desconocida, maniobra de Heimlich, «que sirve contra el atragantamiento y sustituye al famoso golpe en la espalda que nos apresuramos a propinar como método mágico cuando nos ahogamos con un trozo de carne mal ingerido, espagueti o caramelos», explica la profesora de Enfermería de la Universidad de Alicante, Flor Vizcaya, autora de una guía práctica de primeros auxilios para adultos.

«Los golpes en la espalda son contraproducentes, jamás se debe hacer, sino colocarnos detrás del paciente, comprimir con el puño por debajo del diafragma impulsando el aire hacia arriba de modo que saque al exterior el trocito que está cortando la respiración. Es algo que se enseña rápidamente y fácil de hacer», detalla para los no iniciados. Incluso maniobras tan populares en la mesa como ingerir migas de pan es, en muchos casos, contraproducente.

Sin embargo, es fácil caer en errores que han sido transmitidos a lo largo del tiempo. Hasta hace unas décadas, en los hospitales se disponía de un grifo con una manguera con la que se aplicaba agua encima del cuello de la persona que llegaba con una borrachera de cuidado. Sin embargo, y aun cuando son muchos en estado ebrio los que deciden espabilarse con una buena ducha helada, nunca debemos mojar al intoxicado por alcohol con una ducha fría, porque sus órganos internos sufren hipotermia. Al contrario, un café bien cargado de azúcar o bebidas azucaradas será lo mejor. El vómito es otro remedio oportuno si la borrachera es reciente, no si ha pasado más de una hora.

Remedios caseros

El primer libro sobre primeros auxilios se publicó en 1633 en Gran Bretaña. Algunos consejos, como recuerda el doctor y profesor de la Facultad de Medicina de Gasteiz Pedro Ramos en su libro ``Anécdotas de la Medicina'', tienen aún vigencia, pero otros eran como para que el herido saliera corriendo: «En el caso de una mordedura de perro rabioso debemos arrojar al paciente al agua, ya que haciéndolo así, si no sabe nadar, se le saca después de que haya tragado una buena cantidad de agua; pero si fuese hábil en la natación, se le mantiene debajo del agua hasta que haya tragado una buena cantidad de ella». Y todo porque creían vencer la hidrofobia o fobia al agua típica de la rabia. Y sin hidrofobia, no había rabia.

La asociación de ayuda en carretera DYA-Bizkaia organiza periódicamente cursos de primeros auxilios. Uno de sus responsables explica al respecto que «muchos de los consejos o remedios caseros que han pasado de generación en generación son erróneos y en ocasiones hasta incluso perjudiciales, si bien es cierto que en muchas otras ocasiones pueden servirnos de ayuda, porque no todo es negativo en la sabiduría popular». En cualquier caso, admite que «podríamos realizar una larga lista y aun así siempre quedaría incompleta, porque lo mismo que cada maestrillo tiene su librillo, cada hogar tiene sus remedios».

Quizá por ello no es de extrañar que la tradición mantenga determinados «primeros auxilios» poco o nada efectivos. Seguro que con los tebeos de Pepe Gotera y Otilio muchos aprendimos que un ojo morado se arregla con un buen bistec crudo. Pues de crudo nada, sino más bien frío es lo que necesitará para bajar el hinchazón, que no eliminar el moratón. Eso sí, el mejor remedio casero, como muchos saben, una bolsa de guisantes o vainas sacada del congelador.

Otro gesto que hemos copiado de las películas ha sido el de cortar la piel de alguien que ha sido picado por una serpiente y chupar y escupir el veneno. Hasta hay manuales de primeros auxilios serios que lo recomiendan. Pues parece que no es efectivo, sino que además puede complicar las curas posteriores, según advertía un estudio publicado por el Centro sobre Venenos de las Montañas Rocosas. Incluso los profesionales desaconsejan el torniquete -otro práctica muy peliculera- o la aplicación de hielo sobre la zona dañada.

Quizá un error más habitual sea la utilización de alcohol en las heridas. Y de eso nada, porque el alcohol no desinfecta. Así que lo primero será presionar la herida para que deje de sangrar, luego limpiar con agua y jabón y después agua oxigenada -que, por cierto, tampoco mata todas las bacterias-. Pero, ¿debemos cubrir después la herida o curará mejor si la dejamos sin tapar como solemos aconsejar a nuestros hijos ante un rasguño o una pequeña incisión?

Ante una hemorragia nasal

Pero si hay un momento de apuro en el que todos tienen a alguien que les dijo cómo debía actuarse, ése es ante una hemorragia nasal. ¿Mirar hacia arriba, taponar los orificios nasales con algodón? Pues ambas respuestas son equivocadas. Con esta actuación conseguimos no ver la hemorragia, y por tanto no podemos calcular su gravedad, ingerir la sangre corriendo el peligro de asfixia, además de que levantando la cabeza no se ayuda a detener la hemorragia como se pueda pensar. ¿Qué hacer, entonces? «Miraremos hacia abajo, con el cuerpo erguido hacia delante para evitar la ingesta de sangre, presionar sobre el tabique nasal con los dedos índice y pulgar, que no es lo mismo que taponar los orificios nasales, y si con esto no se detiene, aplicaremos compresas de agua fría o hielo, aunque nunca de forma directa», aclaran desde la DYA.

También encierran muchos errores algunos consejos ante una intoxicación. Tomar leche es uno de ésos que pasa de boca en boca sin haberlo hecho por la de un experto, cuando lo cierto es que no solucionará el problema. ¿Y vomitar en caso de ingerir sustancias que hayan podido producir quemaduras en la vía digestiva? Pues incluso está contraindicado, y es que el vómito supone un segundo contacto innecesario de la sustancia tóxica con el esófago, laringe y cavidad bucal. Ante una ingesta errónea de un producto tóxico, lo mejor es llamar a ur-gencias o acudir al hospital de inmediato. No hay trucos.

Otro de los mitos más extendidos es qué aplicar en caso de una quemadura más o menos leve, ya sea porque nos ha saltado aceite hirviendo de la sartén o por haber pasado demasiadas horas tomando el sol. En una encuesta callejera, las respuestas estrellas serían los trucos de la pasta de dientes o la mantequilla. Pero la realidad es que ninguna de las dos es efectiva.

«Si nos aplicamos pasta de dientes sobre una quemadura producida con la plancha o al cocinar para evitar que salga una ampolla puede que evitemos efectivamente que salga dicha ampolla, pero porque agravamos la quemadura, que pasará de ser una quemadura de segundo grado con ampolla ¡a una de tercero sin ella!», responden en la DYA. La pasta dentífrica actúa agrediendo a esa piel debilitada, empeorando su estado. Ante una quemadura de este estilo, deberíamos actuar enfriando la zona dañada con agua fría y cubriendo la quemadura con un apósito. Si es leve, podríamos aplicar algún antiinflamatorio tópico.

Ligado a lo anterior, otro error muy común es el de pinchar las ampollas, lo que supone un mayor riesgo de infección. Y es que las ampollas poseen una cubierta impermeable que crea un espacio estéril, sin riesgo de infección, con una colección acuosa que se reabsorbe de manera espontánea.

¿Y la mantequilla para quemaduras solares? Pues lo cierto es que no tiene razón de ser ante estos casos, ya que no es más que grasa, sin ninguna facultad curativa. Por cierto, hay quien cree que es bueno aplicar vinagre, algo que sólo agravaría la quemadura ya que irrita la piel aún más.

un número en la agenda del móvil para llamar en caso de accidente

Lo equipos sanitarios que prestan primeros auxilios han podido constatar que, en los accidentes de carretera, los heridos llevan consigo un móvil. Sin embargo, a la hora de intervenirles, no se sabe con quién contactar de la lista interminable de números que porta. Hay quien pone ama o aita, pero una buena idea es añadir el número de la persona con la que contactar en caso de urgencia bajo el indicativo internacional ICE (In Case of Emergency). J.V.

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vitales, ése es el tiempo vital que sigue a un accidente de circulación, y de lo que haga o no quien acuda en su ayuda dependerá el futuro de las víctimas.

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