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Presidenciales francesas

Sarkozy y Royal se lanzan al asalto del centro de cara a la segunda vuelta

Horas después de pasar el listón de la primera vuelta, Nicolas Sarkozy y Ségolène Royal reanudaron su carrera contrarreloj de cara al 6 de mayo. Cada uno con su talón de Aquiles particular, ambos son conscientes de que precisan de muchos de los votos cosechados por el centrista, François Bayrou. La disyuntiva para este último no es tampoco menor. Decantarse por uno u otra podría cortarle las alas en su proyecto de aglutinar a un nuevo Partido Demócrata. La primera vuelta de las presidenciales ha estado marcada por el llamado «efecto 21 de abril», que ha permitido a Sarkozy cosechar el doble de votos que los que reunió Chirac en 2002 y a Royal beneficiarse del voto útil, a costa del varapalo sufrido por la izquierda antiliberal, una debacle en toda regla para el PCF. A su vez, el centrista Bayrou se ha beneficiado del voto del miedo al candidato de la UMP.Es evidente que en los meses venideros y sin duda tras las legislativas se van a producir cambios en el mapa político francés y en esa reconfiguración algunas formaciones van a desaparecer y es posible que otras vean la luz

Dabid LAZKANOITURBURU | DONOSTIA

Sin tiempo apenas para saborear sus respectivos triunfos parciales, Nicolas Sarkozy y Ségolène Royal están ya inmersos en la batalla por la segunda vuelta de las presidenciales, un round definitivo en el que el candidato de la derecha gubernamental figura como gran favorito pero cuyo desenlace dependerá finalmente de los electores del centrista François Bayrou.

La mayoría de los que votaron el pasado domingo optaron por una vuelta al clásico enfrentamiento entre derecha e izquierda. Pasaron así página del 21 de abril de 2002, cuando el PS, que se reivindica de izquierda en todas las citas electorales, se quedó, por primera vez desde 1969, fuera de la segunda vuelta de las presidenciales francesas.

Y lo hicieron con un voto masivo, de en torno al 84% -similar al del histórico enfrentamiento en 1965 entre el general De Gaulle y el entonces social-cristiano Mitterrand-; un índice de participación que apunta a un freno a la tendencia a la abstención creciente desde hace 20 años en lo que toca a la elección estrella de la V República.

Sarkozy: ventaja de salida

Los cinco sondeos publicados tras el cierre de las urnas coinciden en augurar la victoria de Sarkozy, con una diferencia de entre cuatro y ocho puntos respecto a Royal.

El ministro de Interior bajo la égida del presidente saliente, Jacques Chirac, parte con una ventaja de más de cinco puntos sobre su oponente. Tras haber logrado un 31,18% de votos, ha superado el listón del 30% en primera vuelta, hito que no había logrado ningún candidato de derecha desde que Valéry Giscard d'Estaing lograra en 1974 un 32,60% de sufragios frente a François Mitterrand. A ello ha ayudado sin duda el descalabro del candidato del Frente Nacional, Jean-Marie Le Pen, que ha perdido cerca de un millón de votos. Los analistas calculan que Sarkozy habría recibido el domingo un 30% de votos de la extrema derecha.

En fin, Sarkozy tiene grandes posibilidades pero afronta asimismo grandes problemas. Y es que el voto cosechado por la derecha no supera el 45%, por debajo de la mayoría absoluta.

Y eso no basta. Los analistas calculan que podría recibir el 75% del voto tradicional de la ultraderecha, por lo que el candidato de la Unión por la Mayoría Popular (UMP) precisa del concurso de parte del electorado tradicional de centro. Pero, ojo, debe hacerlo manteniéndose fiel a su discurso y sin ahuyentar a la extrema derecha.

Por de pronto, la UMP se dotó ya ayer por la mañana de un «polo centrista». Centrista de origen, el ministro de Cohesión Social, Jean-Louis Borloo, ha echado los tejos a Bayrou al señalar que su partido, la UDF, debería estar «masivamente representado en el próximo Ejecutivo en caso de victoria de la derecha gubernamental.

Y es que el equipo de campaña de la UMP es consciente de que Sarkozy precisa más de un tercio de los siete millones que votaron el domingo a Bayrou para asegurarse el triunfo.

No obstante, y más allá de la compleja aritmética electoral, el azote de las banlieues afronta un peligro aún mayor. Que el 6 de mayo se convierta en un referéndum pro o anti Sarkozy. «Yo no conozco ningún precedente de un futuro presidente que concite tanto odio e inquietud», asegura Dominique Reyniér, politólogo investigador.

Problemas para Royal

Con un voto conjunto de la izquierda que no ha superado el 37%, no extraña que la estrategia de la candidata del PS pase por convertir la segunda vuelta en un plebiscito sobre su polémico oponente.

A Royal no le bastan, ni de lejos, los apoyos que ya ha logrado desde el PCF, los Verdes y Lucha Obrera, de Laguillier. Necesita asimismo el voto de centro. Los barones del PS que apostaron por una entente Royal-Bayrou antes de la primera vuelta presionan por intentar un acercamiento.

No obstante, el compañero de Royal y primer secretario del partido, François Hollande, ya ha descartado «cualquier lógica de negociación», consciente quizás de que tampoco el PS puede ahuyentar a los previsibles votantes desde su izquierda. Así las cosas, Hollande se ha acogido a la percepción de que «estamos en una dinámica de victoria» aunque ha recordado que «muchos electores que han votado a Bayrou querrían acabar con Sarkozy».

No obstante, y he aquí otro gran problema para Royal, los analistas coinciden en que es muy arriesgado fiar la victoria en segunda vuelta al odio a la figura de Sarkozy y que es preciso convencer al electorado de que la elección de Royal conllevaría una expectativa de cambio.

El dilema de Bayrou

Por su parte, el «perdedor más cotizado», François Bayrou, ha anunciado que ofrecerá mañana su visión de cara a la segunda vuelta presidencial.

Es un hecho que la UDF pacta habitualmente con la derecha para asegurar sus cuotas de diputados y sus carteras. Si Bayrou no diera la consigna de votar a Sarkozy, podría pagarlo en las legislativas de junio.

No obstante, Bayrou ha endurecido notablemente su tono contra Sarkozy, haciendo difícil -nada es imposible en política-, un acercamiento que podría desacreditarlo ante sus simpatizantes más a la izquierda.

Un llamamiento a votar a Royal es improbable para el dirigente de un partido que, hasta la ruptura en 2006 con la UMP, siempre ha votado derecha.

Bayrou «no puede decantarse sin pillarse los dedos», resumía el diario `LIbération'. «Está entre la espada y la pared», coincide el analista Philippe Braud, quien recuerda que el objetivo de Bayrou es agrupar sus huestes para crear un nuevo Partido Demócrata y lanzarse a las presidenciales del año 2012. Pero eso es dentro de cinco años.

ANÁLISIS

Efecto 21 de abril y otras razones

Giuliano CAVATERRA | Baiona

Finalmente los resultados de las elecciones presidenciales francesas se han ajustado a lo que anunciaban los institutos de sondeos y la mayor sorpresa del escrutinio ha sido la alta tasa de participación.

Sarkozy ha salido airoso en su estrategia de caza del voto de la extrema derecha ya que, si comparamos los votos obtenidos entre Le Pen y Mégret en 2002 con los que sumaron el domingo pasado Le Pen y De Villiers veremos que el campo ultraderechista pierde 1.600.000 votos.

Sin lugar a dudas el gran éxito de los candidatos que se sitúan en cabeza es haber sabido explotar el deseo de cambio latente en la sociedad presentándose a sí mismo como hombres y mujeres de la renovación. De este modo han cosechado cifras récord de votos para sus respectivas familias políticas, esas mismas familias políticas de las que se podía llegar a pensar que los ciudadanos y ciudadanas francesas querían desembarazarse. Así, Sarkozy dobla el porcentaje de Chirac en la primera vuelta, pero además obtiene cuatro millones de votos extra con respecto a los obtenidos en 2002 por Chirac-Boutin-Madélin.

La candidata del PS ha conseguido a su vez un resultado histórico al haberse beneficiado del voto útil y del doloroso recuerdo que dejó en la izquierda francesa el 21 de abril de 2002. A ello hay que añadir que Royal se ha beneficiado además del «efecto 21 de abril» de otro factor clave como es el miedo que inspira Sarkozy al conjunto de la izquierda francesa.

Bayrou es otro de los beneficiarios del miedo a Sarkozy, y, de hecho, el candidato centrista experimenta una subida espectacular. Al igual que Sarkozy y Royal, Bayrou ha hecho creer al electorado que es el hombre de la renovación, pero de manera añadida, y gracias a su discurso «centrista revolucionario», ha logrado atraer a esa parte del electorado ávida de cambios y hostil a la bipolarización.

Finalmente, a la izquierda del PS sólo Olivier Besancenot y la LCR salen airosos al incrementar en alrededor de 300.000 votos su resultado de 2002, y ello en un contexto muy difícil.

En el caso de la izquierda radical, la incapacidad de las formaciones que hicieron campaña por el no a la Constitución Europea para ponerse de acuerdo en torno a una candidatura única ha contribuido a la desbandada de voto. El PCF, que no logra detener su declive, se sitúa al borde mismo de la desaparición.

El dilema que debe resolver el PCF es si opta por los acuerdos con el PS para salvar lo que pueda de sus 10.000 electos, lo que puede hacerle perder todavía más base, o por la alianza con sus enemigos históricos, los trotskistas de la LCR, para refundar la izquierda radical, lo que le puede costar electos. Opte por un pacto o por el otro, negociará en posición de debilidad. Los Verdes se sitúan igualmente en vías de extinción, en su caso la preocupación predominante será mantener electos y cuadros mediante acuerdos con el PS.

Pero esos no son los únicos cambios que se avecinan en el panorama político. Bayrou ha anunciado ya su intención de crear un gran partido demócrata (similar al estadounidense), la LCR va a intentar seguro crear una entente de «la izquierda de la izquierda» y hasta Schivardi, con un resultado inferior al del PT en 2002, se atreve a anunciar la creación de un nuevo partido obrero. Por contra, el mal resultado cosechado por Bové puede condicionar el deseo de algunos de sus partidarios de crear una nueva formación.

Mientras, el relevo anunciado de Jean-Marie Le Pen por su hija Marine podría llevar al Frente Nacional a un posicionamiento del tipo la Alleanza Nazionale de Fini en Italia y a integrarse a futuro en una gran coalición de derecha con la UMP.

Pero, por ahora, todo el mundo mira a la segunda vuelta de las presidenciales. Matemáticamente, Sarkozy debería ganar de calle esa elección dado lo ingente de la reserva de votos de la derecha. Sin embargo, y mientras se puede prever que la cúspide del electorado centrista (alrededor de 2 millones de votos, siguiendo la referencia de 2002) volverá a votar al candidato de derecha, nada está dicho sobre lo que harán los demás. Sarkozy, que ha hecho una campaña muy a la derecha va a tratar de rebajar el tono para seducir a los electores centristas, pero Royal se sitúa ya en posiciones centristas y los sectores más de derecha del PS apelan a una alianza estructural con Bayrou.

Frente a Sarkozy, que asusta a una parte del centro y de los viejos gaullistas que le encuentran demasiado atlantista y ultraliberal, la candidata del PS tiene la ventaja de que, al haber desistido ya en su favor la mayoría de los candidatos de izquierda, puede concentrarse en atraer al electorado centrista. Al tiempo, su condición de mujer le permite encarnar mejor el cambio al percibirse su elección como una ruptura con el sistema político. Su hándicap es su limitada reserva de votos a la izquierda y sus aires «blairistas», que pueden hacerle no concentrar todo el voto contestario.

Bayrou va a beneficiarse para elevar el precio de su apoyo y reclamar que se instaure un sistema electoral proporcional, pero su punto de mira está ya en las legislativas, por lo que decantarse por uno u otro candidato podría comprometer su estrategia de «ni izquierda, ni derecha».

Pero Bayrou lo va a tener difícil para convencer a muchos de sus electos, cuyo puesto depende de las alianzas con la UMP.

Una presidencial de sobra para Le Pen antes de su retirada de escena

El líder de extrema derecha Jean- Marie Le Pen no ocultó su amargura ante el fracaso en su quinta y última participación en unas presidenciales y en vísperas de su retirada de la política a sus ya 78 años.

«Ha sido probablemente una batalla de más» para el líder desde hace 35 años del Frente Nacional, elegido diputado en 1956, señala el diario conservador «Le Figaro».

El domingo, Le Pen perdió la friolera de un millón de votos y logró un escueto 10,44%, lejos del 16,86% que logró en 2002 y que le permitió, contra todo pronóstico, disputar la segunda vuelta a Jacques Chirac.

Incombustible, Le Pen reaccionó con una arrogancia irónica. «He debido cometer un error de apreciación al creer que los franceses estaban descontentos (del paro, de la inmigración). Ellos están muy contentos pues acaban de reelegir a los que han llevado a Francia al desastre».

Su equipo de campaña recordó que el FN «ha ganado la batalla de las ideas, la inmigración y el patriotismo».

Nonna Mayer, especialista de la extrema derecha, coincide en que la principal causa del desastre del FN hay que buscarla en el discurso de derecha extrema de Sarkozy.

En sus bastiones de Provenze-Côte d'Azur (sureste), Languedoc-Roussillon (sur) y Alsacia (este), Le Pen ha retrocedido del primer al cuarto puesto (del 20-25% a un 14%).

Significativamente, el candidato de la derecha gubernamental ha ganado en todas estas circunscripciones, con un 36-37%. D.L.

Chirac, con sarkozy

El presidente saliente, Jacques Chirac, mostró ayer su apoyo a Nicolas Sarkozy tras recibirle en su residencia. Según una nota del Elíseo, Chirac «le felicitó por los resultados de la primera vuelta y le expresó su apoyo para la segunda».

El PCF logra un 1.94%, el resultado más bajo de toda su historia

Principal responsable del fracaso a la hora de articular una candidatura unitaria alternativa y de izquierda, a la candidata del PCF, Marie-George Buffet le cabe el honor de haber conseguido el peor resultado de la historia del partido (1,94%). El trotskista Olivier Besancenot (4,11%) se convierte desde su liderazgo del LCR en el referente a la izquierda del PS.   D. L.

MPF y cazadores

Philippe de Villiers (MPF), que defiende la «inmigración cero», logró el 2,24% de los votos, mientras que Frédreric Nihous (Caza, Pesca, Naturaleza y Tradiciones) se quedó en el 1,15%. Ambos se vieron perjudicados por el «voto útil».

La prensa europea destaca que «todo es posible en la segunda vuelta"

La mayoría de la prensa europea destacó la alta participación en la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas y predijo un duro enfrentamiento en la segunda entre Sarkozy y Royal.

«Sarkozy sigue siendo el favorito, pero tendrá que pelear con uñas y dientes contra una candidata socialista renacida», titulaba el británico «The Guardian» (centroizquierda), que añadía que «Royal está en posición de unir a su partido y de volver a instalar algo parecido a la disciplina».

Por otro lado, «The Daily Mail» (centroderecha) recordaba que «la tasa de participación registrada da una oportuna lección a Gran Bretaña».

El diario español «El País» (centroizquierda) subrayaba que para hacer frente al favorito Sarkozy, Royal estará condenada a seducir a los electores del centrista Bayrou para imponerse.

«Francia ha vuelto a demostrar que gira a la derecha», titulaba el derechista «El Mundo», que añadía que «Sarkozy debe sentirse como un ganador repleto de seguridad y Royal como una ganadora llena de esperanza».

«Le Soir», de Bruselas, se felicitaba por «el viento de esperanza que sopló en Francia cinco años después del 21 de abril de 2002» y destacaba que «los ciudadanos, incluso en un día de buen tiempo, acudieron pacientemente a los colegios electorales para hacer colas».

«Sólo por esto, sería una buena noticia. Es la señal de que, después de años de crisis, de divorcio entre la clase política y el país real, la fractura democrática ha comenzado a reducirse», analizaba el principal diario francófono belga.

Para el diario polaco «Rzeczpospolita» (derecha conservadora), «al acudir masivamente a las urnas, los franceses han demostrado que querían romper con un cuarto de siglo de mitterrandismo y de chiraquismo».

El diario alemán de centroizquierda «Süddeutsche Zeitung» estimaba que «todo vuelve a ser posible desde el domingo. Una victoria de la candidata del PS «será difícil, pero no imposible», añade el periódico, que se felicita porque en la primera vuelta «la izquierda francesa ha aprendido la lección y no se ha desparramado como la última vez».

En cuanto a Sarkozy, a juicio del diario de Múnich, «a partir de ahora va a escorarse más a la derecha para recuperar los votos de Le Pen».

«Frankfuter Allgemeine Zeitung» destacaba que «esta vez no ha habido sorpresas» y añadía que «todo dependerá de hacia dónde se inclinen los electores de Bayrou, a menos que, decepcionados, se queden en casa»

En Italia, el diario turinés «La Stampa» (centroderecha) subrayaba que «los sondeos acertaron y pugnarán la derecha contra la izquierda, un gaullista contra una socialista».

Para «Il Corriere della sera» (centroderecha), «el gran perdedor ha sido Jean-Marie Le Pen. En los últimos días sus seguidores soñaban que su viejo líder podría darles de nuevo un disgusto a los socialistas, pero han tenido que conformarse con el cuarto puesto».

En Suiza, «Le Temps» consideraba que «el objetivo, durante los próximos días, serán los votos del centro y la adhesión, o al menos el acercamiento, de François Bayrou», mientras que «La Tribune de Genève» recordaba que «nunca en la historia de Francia, una mujer ha participado en la segunda vuelta de unas elecciones presidenciales».

«Tiene quince días para demostrar que, gracias a su programa, defiende verdaderamente una renovación, que impulsa un nuevo socialismo, especialmente en materia económica. Si no, sus detractores volverán a pisarle los talones», subraya el diario de Ginebra GARA

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