Gipuzkoa llora hoy amargamente haberse vuelto a quedar sin ese referente en la ACB que el baloncesto necesita para instalarse definitivamente en el herrialde, cuando hace sólo dos años la posibilidad de contar con un club en la máxima categoría era poco más que una utopía. La historia del Bruesa Gipuzkoa Basket es la de un proyecto que ha crecido muy por encima de las previsiones del club y que ha terminado pagando ese peaje que acaba arrastrando a la LEB al 70% de los equipos que debutan en ACB.

Desde que surgiera en mayo de 2001, Gipuzkoa Basket ha crecido mucho más rápido de lo previsto y la temporada pasada se encontró, sin esperarlo, con la consecución de un sueño de hace 25 años, logrando colarse en la elite cuando esa misma temporada habían accedido a la LEB-1 de rebote, al comprar la plaza del Cáceres.

Así las cosas, el club se presentó en verano con miles de flecos por solucionar, como acondicionar una cancha acorde a la categoría, conseguir el dinero para hacer frente a un canon que es un lastre quizá demasiado duro para todos los nuevos equipos en ACB... demasiados cambios para un club sin tiempo a asentar sus cimientos.

Aprovechando el tirón del baloncesto tras el Mundial de Japón, el club respondió bien a muchas de las exigencias, pero descuidó el aspecto deportivo. Miguel Santos confió plenamente en Porfi Fisac desde el primer instante y para bien y para mal, el proyecto Gipuzkoa Basket en el aspecto deportivo ha sido un producto exclusivo del técnico segoviano y de ahí vino gran parte de la desilusión mostrada en la rueda de prensa del domingo en Illunbe.

El proyecto del Bruesa en la ACB nació sin un director deportivo y las limitaciones de tener que tomar todas las decisiones en este apartado hicieron que el equipo donostiarra se presentara en el primer derbi ante Bilbao Basket con un equipo muy justo para una Liga tan exigente.

Desconocimiento del mercado

El desconocimiento del mercado hizo que el Bruesa se presentara en ACB con jugadores como Amador, Dragusin o Jon Santamaría, con un claro perfil LEB y tampoco se encontró en la pareja de estadounidenses a esos jugadores que pudieran tirar del carro en momentos críticos. Fisac vio pronto que se había equivocado de pleno con su apuesta por Devin Davis como jugador franquicia y el americano abandonó el barco después de unas manifestaciones en las que puso en solfa la capacidad y la aptitud de sus compañeros.

Fede Kamerichs asumió el papel de líder, pero en esto tampoco tuvo suerte el equipo donostiarra y el argentino dejó huérfano al equipo durante demasiado tiempo en la segunda parte de la temporada. El equipo respondió con los fichajes de Fajardo, Pavlidis y Mulaomerovic, pero estos fichajes llegaron un poco tarde y acompañados con el lastre de las lesiones.

El triple imposible de Javi Salgado sobre la bocina en un derbi de La Casilla fue la puntilla que terminó por condenar a un Bruesa Gipuzkoa Basket que desde entonces sólo ha sumado una victoria en diez partidos.

La derrota ante el Menorca certificó el fracaso deportivo de una entidad que, no obstante, debe tomarse el descenso a la LEB como un paso atrás para coger impulso, ya que es de los errores de donde más se aprende y toda la experiencia adquirida en estos meses debe servir para consolidar esos cimientos aún en construcción. Además, aunque en lo deportivo no se haya podido cumplir el objetivo, en lo social la temporada ha sido un éxito con más de 10.000 personas llenando Illunbe y que deben ser el punto de apoyo para no tener que esperar otros 25 años para recuperar la ACB.