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CRíTICA cine

«La segunda noche de bodas»

Mikel INSAUSTI

El cine italiano nos llega con cuentagotas y eso hace que sea imposible tener una idea formada sobre su situación actual, pero hay películas que le reconcilian a uno con las glorias pasadas de Cineccità. «La segunda noche de bodas» no es ni siquiera la última película del veterano maestro artesano Pupi Avati, sin que se sepa muy bien el porqué de su retraso en la distribución, cuando en su pase en la Mostra de Venecia del 2005 arrancó doce minutos ininterrumpidos de entusiastas aplausos. Es una obra cargada de esa nostalgia que solamente los italianos saben transmitir en sus películas, y que cabría calificar de felliniana, al menos en su sentido autobiográfico. Avati escribió primero la novela, donde recuerda anécdotas de su adolescencia en Bolonia durante la posguerra, fabuladas con un tono entre esperpéntico y grotesco.

La magnífica colección de personajes tragicómicos que desfilan por la pantalla se benefician de unas interpretaciones memorables, de esas que dejan poso en la memoria. Antonio Albanese borda el arquetipo del tonto del pueblo, desprendiendo a la vez un romanticismo puro e incorruptible, porque seguramente sólo los tontos se enamoran de verdad. No le tiene miedo a la muerte y se ofrece como voluntario para desactivar las bombas que han quedado enterradas en los huertos de su pueblo de Puglia, porque la vida carece para él de sentido, hasta que recupera su razón de ser a través de la mujer de la infancia y los veraneos en la costa a la que nunca olvidó. La diva de la opera Katia Ricciarelli es esa viuda que sobrevive al hambre a cambio de favores sexuales, pero que encuentra su segunda oportunidad en el matrimonio, ahora con el hermano de su anterior marido, a quien si no incapacitan mentalmente es dueño de tierras y casas de campo. Y también está su hijo, un auténtico «vitelloni» encarnado por el espigado actor Neri Marcorè, que domina a la perfección la tipología picaresca de aquellos años en los que el cine era de las pocas formas de evasión que permitían soñar con grandes estafas. Al carisma del trío principal se suma una galería de secundarios que no tiene nada que envidiar en imaginación costumbrista a los de «Amarcord», como las viejas tías solteronas del protagonista dedicadas a la elaboración de dulces para bodas, bautizos y comuniones. Punto y aparte merecen la bigotuda hija del notario y su fondón marido.

Ya sé que muy poca gente irá a ver una película tan poco publicitada, al igual que soy consciente de que serán muchos los que digan que es una película que llega tarde. Considero que los clásicos no tienen edad, aparte de que son escasas las oportunidades para admirar las películas de Pupi Avati, cuya rica personalidad cultural la ha plasmado en homenajes al jazz, al terror gótico y a los dramas y comedias de época. Su cine tiene algo de antropología del sentimiento, palpable en su estrecha colaboración de tanto tiempo con el compositor Riz Ortolani, cuya música para «La segunda noche de bodas» es la máxima culpable del irresistible efecto de añoranza que logra contagiar incluso a este cronista, que no se considera nada nostálgico. El valor de la película aumenta porque representa una forma de hacer cine en desuso, ya prácticamente en vías de extinción. Avati pertenece a la última generación de narradores vocacionales, aquellos a los que les importa un comino las modas y las exigencias del mercado, y que siempre contarán las cosas que llevan dentro porque las han vivido como cronistas de excepción.

Ficha

Título original: `La seconda notte di nozze'

Drtor y guionista: Pupi Avati, sobre su novela.

Productor: Antonio Avati

Intérpretes: Antonio Albanese, Katia Ricciarelli, Neri Marcorè, Angela Luce, Marisa Merlani...

Fotog.: Pasquale Rachini

Música: Riz Ortolani.

País: Italia, 2005. Tragicomedia. 103 mts.

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