El cineasta danés Bille August iba para discípulo aventajado de Bergman hasta que se consolidó como un adaptador de novelas de prestigio, sin salirse nunca de las coproducciones europeas.

Con «Sentencia de muerte», película independiente rodada en los Estados Unidos, ha dado un nuevo giro a su carrera para transitar, de momento, por el cine de temática carcelaria. Profundizando en el drama de la privación de libertad toca ahora su vertiente política, cuando el confinamiento se debe a razones puramente ideológicas. «Adiós Bafana» se mueve en esa conflictiva tesitura a través de la relación que se establece entre el preso y su carcelero, entre la víctima que pertenece al pueblo oprimido y el verdugo al servicio del poder, concluyendo que el peso de la razón ha de acabar imponiéndose a los barrotes que separan a uno y a otro.

Alguien podría pensar en un síndrome de Estocolmo a la inversa, pero nada de eso es lo que ocurrió realmente entre Nelson Mandela y su guardián, al que poco a poco fue ganando para la causa de la igualdad racial y de una Sudáfrica sin apartheid. El título de la película es una pista para entender la clave sentimental por la que el líder negro pudo llegar a conectar con este policía blanco, un afrikaner criado en una granja donde en su infancia convivió con otros niños negros, aprendiendo a hablar xhosa, su lengua nativa.

Los mandos escogieron al tal James Gregory precisamente por la cuestión idiomática, convencidos de que sería perfecto para espiar las conversaciones de los miembros del CNA encarcelados.

A lo largo de los casi treinta años que Mandela pasó en los penales de Robben Island, Pollsmoor y finalmente Victor Vester, fue trabando una gran amistad con Gregory, resumida en la película en algo más de dos intensas horas.

Clases de aprendizaje

Para el papel crucial de Mandela, pese a que Morgan Freeman viene postulándose desde hace tiempo como el actor más parecido, August ha escogido al también afroamericano Dennis Haysbert, brillante protagonista del melodrama racial de inspiración retro «Lejos del cielo», dirigido por Todd Haynes. El inglés Joseph Fiennes encarna a su teórico oponente y aliado en la sombra, con la alemana Diane Kruger como su mujer. Todos ellos tuvieron que aprender a expresarse como los sudafricanos, además de someterse a las obligadas sesiones de maquillaje para que sus caracterizaciones se ajustasen lo máximo posible al paso del tiempo.