Los intensos combates que registra la capital somalí han obligado a 340.000 personas a abandonar sus hogares. Esta cifra supone proporcionalmente «uno de los mayores desplazamientos de personas en todo el mundo en lo que llevamos de año», afirmó ayer el subsecretario para Asuntos Humanitarios de la ONU, John Holmes.

«En proporción al número de habitantes en Mogadiscio y en toda Somalia, éste es de los mayores movimientos de población que hemos visto durante el año, mayor incluso que el de Darfur y el este de Chad», alertó.

Holmes cifró entre 340.000 y 350.000 el número de desplazados por los ataques, «los peores de los últimos 16 años». A este respecto, subrayó que «es muy difícil dar cifras; incluso, hay cálculos que hablan de 400.000 desplazados». «Lo que está claro es que la situación en Somalia es particularmente preocupante desde el punto de vista humanitario y que afecta sobre todo a los civiles, que se encuentran en medio del fuego cruzado», destacó en su primera comparecencia en la sede europea de Naciones Unidas en Ginebra.

Según explicó, la mayor parte de las personas que han tenido que huir son «mujeres, niños y ancianos que están viviendo bajo los árboles y a los que es muy difícil acceder para ofrecerles asistencia humanitaria».

A esta cruda realidad se suman los más de 350 muertos, casi todos civiles, que han causado los enfrentamientos de los últimos ocho días.

Holmes pidió que se haga respetar el acuerdo alcanzado con las autoridades somalís, que prometieron libre acceso y seguridad para el personal humanitario. Comentó que la ONU dispone, incluso en la capital, de material de asistencia, «pero en los controles de carretera se nos impide llegar a los almacenes o a las personas desplazadas».

También se comprometieron a permitir el tránsito de aviones cargados de ayuda de emergencia en los tres aeropuertos a Mogadiscio, a los que hasta ahora, no tienen acceso.

Holmes se mostró muy crítico con las tropas etíopes que, según denunció, «son igual de responsables de la situación que las autoridades del Gobierno provisional de Somalia y atacan igualmente de forma indiscriminada a la población civil».

Otro aspecto preocupante de la trágica situación que está viviendo este país africano es la expansión de los casos de diarrea, que han provocado ya la muerte de 600 personas. Se han diagnosticado más de 17.000 casos en la zona centro-sur de Somalia y existe el riesgo de que desencadenen brotes de cólera.

A la ONU y los países donantes

El alto mandatario de la ONU quiso llamar la atención del Consejo de Seguridad sobre Somalia y pidió que «todas las partes implicadas ejerzan toda su influencia para lograr un inmediato alto el fuego que permita avanzar en el terreno político».

En su visita a Ginebra, instó a los países donantes a que incrementen sus ayudas. Advirtió de que «las iniciativas sanitarias y de protección no cuentan con suficiente financiación».

Precisamente, ayer un misil alcanzó un hospital infantil y causó entre 20 y 30 heridos, todos adultos. Horas antes, todos los menores habían sido evacuados debido al constante bombardeo de proyectiles. El director de la ONG SOS Children´s Villages, Wilhelm Huber, aseguró que el ataque fue impulsado por las tropas gubernamentales porque, incidió, los milicianos no tienen misiles.