Es una mujer risueña, vitalista y, tal y como indica su nombre, pasional. Andaluza de voz de seda, ella sabe que lo importante «no es cantar bien, sino transmitir sentimiento». Seguramente ahí radica el éxito que le acompaña desde que publicó su primer álbum en 2002. Más allá de la copla, Pasión Vega lo mismo canta un bolero que un fado, porque se pasa la vida persiguiendo «canciones redondas».

¿Es cierto que espera con impaciencia el concierto de Bilbo?

Sí, porque la experiencia que tuve hace tres años fue extraordinaria. La verdad es que me fui con un recuerdo estupendo de allí. Tengo muchas ganas de volver, de reencontrarme con ese público, de volver a enamorar y de que se enamoren ellos a mí.

Hace unos días cantó en Iruñea. ¿Cómo le fue?

¡Fenomenal! Es una forma muy diferente de acercarse la de este público, pero es muy respetuoso, muy cariñoso, me gustó muchísimo. Era la primera vez que iba a Pamplona y creo que estaban esperando a ver qué es lo que Pasión Vega les iba a ofrecer. Nadie regala nada, hay que ganárselo.

Usted empezó estudiando Arte Dramático. ¿Cómo fue el paso a la música?

Primero empecé Magisterio y luego me pasé a Arte Dramático, En realidad, yo ya cantaba, ya había dado algunos conciertos. Pero me inscribí en la Escuela de Arte Dramático de Málaga sobre todo porque quería aprender lo que me hacía falta para desenvolverme en el escenario. Mi llegada a la música había sido poco a poco. Con quince años me empecé a presentar a concursos y fue entonces cuando se me despertaron esas inquietudes. Lo que pasa es que yo era muy tímida y me costaba mucho subirme a un escenario. Fue muy progresivo. Hizo falta bastante tiempo para que empezara a sentirme más segura. Ahora sigo pasando mis nervios, mis miedos, pero me siento más liberada, menos atada, más feliz.

Suele decirse que usted hace «copla de hoy». ¿Qué es eso exactamente?

¡Pues yo no lo sé! Eso es algo que decís vosotros, los periodistas. Yo soy una mujer que en mis inicios bebí de la copla, pero luego he ido más allá. Interpreto temas inéditos, canciones que están hechas especialmente para mí, que son actuales, que tienen esa esencia de la copla que son las buenas historias contadas en tres minutos, con esos personajes a los que la vida les da la vuelta, desgarrados por el amor y el desamor... Pero, bueno, creo que hay mucho mestizaje en lo que yo hago, hay mucho de tango, de jazz, de fado, de flamenco, todo eso está metido en la coctelera de lo que yo hago actualmente.

¿Usted se siente una renovadora del género?

Fíjate, yo he llegado a la conclusión de que eso de etiquetarse no le corresponde a una misma. Soy una gran aficionada a la copla, me gusta mucho, pero yo me limito a hacer música. En mis conciertos interpreto algunos clásicos de la copla, pero lo hago de una manera libre, sin ningún tipo de pretensión, por el mero hecho de que son buenas canciones.

Usted da mucha importancia a las letras a la hora de elegir el repertorio.

Sí, la verdad es que miro mucho que la canción sea redonda, que tenga una poesía implícita, que sea hermoso lo que dice, pero, sobre todo, que el contenido me lo pueda llevar a mi propia piel. Mis canciones están muy basadas en la realidad o, mejor dicho, en la cotidianeidad, que no es lo mismo.

Cuando le preguntan por sus influencias y por los músicos que admira, siempre cita, primero, a Serrat. ¿Ha cantado alguna vez con él?

Tuve la oportunidad de hacerlo en un programa de televisión de Pedro Ruiz. Era un homenaje a Joan Manuel Serrat, y Pedro me invitó a cantar «Lucía». Joan Manuel tuvo el detalle de subir a cantar conmigo las últimas frases y para mí fue realmente emocionante. Sigo sus pasos y tenemos algún contacto a través de carta. Ojalá pueda volver a cantar con Joan Manuel Serrat, me gustaría mucho.

¿Quién es la reina del Pay-Pay?

El Pay-Pay es un café teatro, un cabaret decadente de los años cuarenta que hoy sigue abierto, aunque con otro formato. En su época fue un lugar que hizo correr muchas leyendas, por los personajes que actuaban allí cada noche. Era un sitio muy censurado, donde se cantaba de todo, había transformismo y la Policía daba palos prácticamente cada noche. Esta canción se dedica a una de sus artistas, a un hombre que se sentía mujer y cantaba copla por las noches, pero de día no se podía mostrar como quería ser. Es un pequeño homenaje a todos esos cantantes de copla que no tuvieron otra oportunidad.