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Raimundo Fitero

Por ahí

Hay series que no logran unas audiencias multimillonarias pero son ofertas que escapan en algún lugar de su forma o de su contenido a lo habitual. Salen de la vulgaridad aunque sean policíacas. Una de ellas es «Mentes criminales». Su lenguaje audiovisual me produce una inquietud enorme cuando metiéndose por la retina del ojo del supuesto asesino se coloca en su mente, en las imágenes que van produciendo sus conexiones neuronales, sus líquidos, la química y la física donde se produce la voluntad, los instintos. Se va la cámara por ahí, por donde debe estar el secreto de los comportamientos violentos, las patologías, los impulsos asesinos imposibles de dominar.

Si en CSI son forenses, matemáticos, químicos y biólogos los que examinan los objetos, lo tangible, lo que se puede medir, pesar y comprobar, en esta otra serie lo que interviene es la mente, lo intangible, lo que solamente se puede estudiar a partir de una observación casi imposible de detectar previamente. Dijéramos que en esta serie se meten por ahí, por donde no sabemos qué mecanismos funcionan para, por ejemplo, amar, soñar despiertos, pensar, imaginar. Después vienen los actos, las órdenes que llegan desde ahí, hasta aquí, a los dedos, a los ojos, a los músculos para perpetrar, por ejemplo, estas líneas. Pero con la misma concentración que escribo amor, podría estar pelando el conejo al que acabase de dar muerte con un golpe seco en la nuca. Así funcionamos de fábrica, aunque después la educación, la sociedad y nuestra evolución nos lleva a otros lugares como todo lo que sucede en la vida cotidiana, todo eso que nos cuentan las televisiones, los noticiarios, los programas del corazón.

Ahí es desde donde se elabora lo que sucede, que posteriormente se convierte en algo tosco. Por eso esta serie compensa de manera sabia la acción y la palabra. Es tan importante ver imágenes de los crímenes, como ver las terapias, o las deducciones. Y un mensaje se entiende a la primera, por ahí, en ese lugar que todos tenemos, se cuecen nuestros actos. La cuestión está en saber canalizar o codificar bien todos los impulsos, todos los lenguajes, todas las emociones.

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