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Maite SOROA

Un nuevo concepto de provocación

Abrí ayer las páginas de opinión de «El Correo Español» y «El Diario Vasco» y dí de bruces con un editorial titulado «Continúa la provocación». Pensé, ingenua de mí, que ya había llegado la luz al fondo de la caverna desde donde algunos braman, pero no. Lo que querían decir es que los suyos, los de siempre, los del Imperio, continúan provocando.

Decía el editorialista de Vocento que algo tan normal como una petición de voto para quien a cada cual mejor le parezca es la prueba de que «Batasuna está dispuesta a perseverar a lo largo de la campaña en su pulso con el Estado de Derecho». Y lo que le parece aún más grave es que «Pernando Barrena lo hiciera público a las pocas horas de que el fiscal general advirtiera de que la suspensión de ANV aún es posible», lo que «sólo puede ser interpretado como una provocación directa». Si el voto lo pide el editorialista, nos hallamos ante un sano ejercicio de democracia. Si lo pide Barrena, una provocación. ¡Qué bonito!

Se empeña el escribiente en sostener lo insostenible, pero cae una y otra vez en su propia contradicción. Lean, lean: «Los dirigentes de la izquierda abertzale tratan de burlar de nuevo la legalidad para medir la capacidad de reacción del Estado de Derecho y poner a prueba su cohesión y fortaleza» y a continuación reconoce que «la Ley de Partidos no prevé expresamente que solicitar el sufragio para una determinada opción política sea causa de la ilegalización de ésta, un supuesto que fue rechazado también en su momento por el Constitucional y que el Ejecutivo socialista ya renunció a promover con EHAK cuando Batasuna avaló su candidatura». Entonces, ¿en qué quedamos? ¿Dónde está la ilegalidad? Deja el escribiente de «El Correo Español» y «El Diario Vasco» la viva recomendación a los gobernantes: «El mismo Estado de Derecho que ha coartado la presencia de las listas `contaminadas' debería impedir que Batasuna y sus organizaciones afines continúen desairando a las instituciones y perpetuando el discurso del terror. La posibilidad de ilegalizar a ANV si se reúnen indicios suficientes en su contra o de que la Audiencia Nacional suspenda sus actividades no deberían ser esgrimidas por el Ejecutivo únicamente como un señuelo (...) en apenas tres días, los dirigentes abertzales han patrimonializado la manifestación de repulsa por la anulación de las planchas, han exigido al resto de partidos que desistan de constituir las nuevas instituciones locales y han pedido el voto para ANV, cuyos representantes se han negado, por añadidura, a condenar los sabotajes contra otras candidaturas. Es perentorio que el Estado arbitre los medios para contener ese ejercicio permanente de prepotencia, chantaje e impunidad». Tienen la cara de cemento armado.

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