Schnabel y Reygadas brillan en Cannes a la sombra de Tarantino
Eliseo GARCÍA | CANNES
Tras una semana a medio gas, el Festival de Cannes arrancó ayer a toda velocidad en su recta final al volante de Quentin Tarantino con «Death Proof», a cuya larga sombra se estrenaron la luminosa «Stellet licht», de Carlos Reygadas, y la deslumbrante «Le scaphandre et le papillon», de Julian Schnabel.
Si damos prioridad a la fama, corresponde a Tarantino ocupar lo alto del podio en la carrera de la jornada de ayer hacia la Palma de Oro, teniendo en cuenta, además, que el pase de su cinta, un pastiche de persecuciones de automóvil, humor y casquería en homenaje a la serie B, se cerró con aplausos y gritos de entusiasmo.
Nada raro, teniendo en cuenta que el director es acogido en Cannes como en su casa desde que hace trece años se llevó la Palma con «Pulp Fiction». Además, su cine adrenalínico llega al extremo en este «Death Proof» que se estrena en Cannes como cinta independiente, mientras que en EEUU formó parte de «Grindhouse».
Ese homenaje a los antiguos programas dobles de cine de los años 70 se completaba con «Planet Terror», otra cinta de Robert Rodriguez y supuso un fracaso comercial que ahora esperan corregir estrenándolas por separado.
Asimismo, la versión europea incluye secuencias como un baile erótico que «en la estadounidense no aparece», explicó Tarantino.
Por su parte, el pintor y cineasta Julian Schnabel, arrancó dos tandas de aplausos con «Le scaphandre et le papillon», su deslumbrante adaptación del libro homónimo de Jean-Dominique Bauby. Y eso que el reto era de altura: contar la historia real de Bauby, que a causa de una embolia quedó paralizado por completo, con excepción de un párpado, pese a lo cual escribió el libro.
Para ello cuenta con la colosal fotografía del polaco Janusz Kaminski y la actuación del francés Mathieu Amalric, así como secundarios de lujo entre los que está el mismísimo Max Von Sidow. «Cuando vi el guión, lo primero que me atrajo es que estaba en primera persona, que veíamos lo que pensaba el protagonista», explicó Schnabel.
El eje de «Le scaphandre et le papillon» es, según Schnabel, que a Bauby -personaje que en principio iba a interpretar Johnny Depp- «la desgracia le hizo reencontrarse consigo mismo».
Comunidad menonita
Algo similar a lo que ocurre en «Stellet licht», con la que Reygadas vuelve a aspirar a la Palma tras hacerlo en 2005 con «Batalla en el cielo».
Fiel a su ritmo pausado y su atención al silencio y los detalles, Reygadas (México, 1971) narra una historia de amor, fidelidad y fe en una comunidad menonita de las que siguen en el norte de México ese culto anabaptista y conservan su propia lengua y cultura rurales.
«Quise recoger cómo trabajan la tierra, cómo viven», explicó Reygadas, cuya cinta tiene fuertes connotaciones con «Ordet» (1955), obra maestra de Carl Theodor Dreyer. «Es uno de mis filmes favoritos» y puede interpretarse como «un tributo, pero son diferentes», aclaró.