En la práctica de las diferentes disciplinas deportivas, la montaña conserva muchas relaciones con la historia y costumbres que se conocen a través del caminar por la naturaleza. En esta sugerencia de Mendia, hoy proponemos desarrollar una ruta llena de alicientes complementarios dentro de lo que se llama la «industrialización de la montaña». La travesía nace en Villabona para finalizar en Andoain; y en ella descubrimos bellos parajes y una ruta senderista propiciada por la explotación de aguas para producir energía, pero con una empresa que no causó impacto ambiental y, además, constituyó un hecho histórico merecedor de conocerlo. Se trata de generar electricidad, y para ello hubo que recuperar las aguas que, desde los riscos de Oindolar, Astabizkar y Orbara, caían violentamente hacia el río Leizaran. Se construyó un largo canal de 13,6 kilómetros desde Ameraun hasta Oindolar, para conducir las aguas. Databa el año 1904 cuando se trazó esta curiosa conducción hasta la presa de Bertxin, bajo la cima Oindolar. Desde aquí bajan el agua por una ancha tubería hasta la central, pero además existen mil escaleras para superar un «muro» impresionante e increíble. Asimismo, el camino junto al canal es una ruta de senderismo inolvidable y con un encanto irrepetible, que debe estar entre los planes de todo montañero.

Leitzaran y sus mil escaleras

Nace esta ruta en la iglesia de Villabona y está señalizada con la marcas blanquiamarillas de la PR Gi-118 (Amasa-Villabona), que seguirá el montañero hasta la presa de Bertxin. A Amasa deberá llegar por el antiguo camino vecinal. El primer tramo es muy urbano o cementado, consecuencia de la construcción de la autovía A-15 Andoain-Iruñea. La pista, con un atajo montañero, conduce al caminante hasta el área recreativa de Komizar, y tras superar la autovía por un paso inferior se entra ya en zona natural por la borda de Onddo. Pronto se penetra en un hermoso bosque cuya referencia es otra borda, la de Urdausurbil, que marca el descenso en busca del canal marchando paralelos al arroyo Ibarrola. Una vez en la acequia de las aguas, un precioso camino lateral será el guía que irá mostrándonos esta increíble obra, un acueducto que en ocasiones desaparece bajo tierra y donde una pista ha roto la senda, pero que no produce problemas de orientación. De nuevo en el cauce, hasta el final del mismo en la presa de Bertxin, el senderista recorrerá la senda durante 6 kilómetros, introducido en un exuberante bosque de coníferas y frondosas y en un ambiente de soledad y silencio inolvidable, solamente turbado por el cantar de las aves y, en ocasiones, por los coches que circulan por la cercana carretera.

Llegados a la presa de Bertxin, bajo el risco de ese nombre en un paraje con encanto, a la derecha, desde la caseta nace un camino muy inclinado, paralelo a una enorme tubería que lleva las aguas hasta la central situada en la ribera del Leitzaran. Ese pequeño «muro» se supera con la ayuda de una providencial cuerda, y el mendizale llegará al comienzo de las mil escaleras, estrechas y en una ladera muy inclinada, pero con pasamanos. El estruendo del agua en su descenso (mil litros por segundo) y del río es impresionante. La mano del hombre permite descender hasta el río, en un pasaje increíble, histórico, de esos que nadie debe dejar de conocer. Las aspas de la central de Iberdrola producen la energía y, a su lado, otra central más modesta recoge también las aguas por otro canal, al que se llega tras superar casi otras 500 escaleras.

Una vez en Leitzaran, el destino es Andoain. Llegaremos por la ruta del antiguo tren, muy concurrida por caminantes y BTT's en los días festivos.