FINAL DEL CAMPEONATO MANOMANISTA
Aimar, un prototipo de finalista que se doctora con su segunda txapela
Haciendo de la regularidad y la solvencia una manera de vivir y de jugar, Aimar Olaizola ganó ayer su segunda txapela del Manomanista en el Atano III donostiarra. El de Goizueta no desaprovechó los regalos y los contratiempos de Abel Barriola y, con un juego tan serio como eficaz, se hizo con el título más importante del año. Todo ello en una tarde que recordaremos, más que por la calidad de la gran final, por el triste descenso de la Real a Segunda División.
Asier AIESTARAN | DONOSTIA
Aimar Olaizola sigue haciendo historia. Fiel a su estilo de juego, el de Goizueta ganó su segunda txapela del Manomanista tras superar a un irregular Abel Barriola con un contundente 22-10 que no deja ningún espacio para la duda. El delantero culmina de esta manera un campeonato que ha sido especialmente polémico y se reivindica ante aquellos que, una y otra vez, se empeñan en buscarle fallos imposibles de encontrar por el resto de mortales.
Y es que Aimar es el prototipo perfecto de pelotari para jugar una final. Es cauto, sigiloso, sabe desconectar del entorno y domina los nervios como nadie. Y apoyándose en esas características logró anular a un Barriola al que pudieron los nervios y la precipitación durante las fases más importantes del partido.
Con la de ayer, Olaizola II guarda ya un total de cinco txapelas de Primera en sus vitrinas y ha participado en nueve grandes finales. Se ha convertido en uno de los clásicos en esas grandes citas y, si las lesiones se lo permiten, seguirá estando en ellas durante muchos años.
Cambio de zapatillas
Lo cierto es que Abel Barriola no pudo entrar en el partido de peor manera. Aunque tuvo la fortuna del saque inicial, un gran resto de Aimar desencadenó un peloteo que acabó con pelotazo a contracancha del zaguero de Leitza. Craso error.
Aimar Olaizola cambió de pelota, se puso a jugar y, a pesar de no acertar para nada con el saque, buscó las cosquillas a su rival desde el primer momento. Cosquillas que, enseguida, se convirtieron en resbalones.
Inexplicablemente -en la rueda de prensa Abel afirmó que salió a la cancha con las mismas zapatillas que en los entrenamientos-, Barriola apenas podía mantenerse en pie y tuvo que entrar a los vestuarios con el 0-6 a cambiarse de calzado. El de Leitza todavía estaba a tiempo de entrar en el partido, pero comenzar un choque tan importante de esa manera altera los nervios de cualquiera.
De todos modos, el de Leitza se rehizo de una manera encomiable y, tras recuperar una de sus mejores armas, el saque, comenzó a neutralizar poco a poco el 0-7 de inicio que le había metido Aimar Olaizola.
Como los mismos protagonistas han comentado en varias ocasiones, en el mano a mano no hay grandes milagros y, apoyándose en el saque, Barriola dominaba bien el tanto y Olaizola sufría para aguantar el chaparrón. Con dos saques directos, -el primero en una discutible decisión de los jueces que tan siquiera se pusieron de acuerdo-, un pelotazo atrás y un gran dos paredes, Abel puso el 4-7 en el marcador que prometía una final igualada y competida.
Y así sucedió en los siguientes tantos. Abel Barriola, que en los primeros tantos se había jugado algunos dos paredes sin ton ni son, se conjuró para olvidarse de las jugadas y romper el tanto en los cuadros de atrás. Aunque Aimar se defendía con uñas y dientes, Barriola logró encadenar cuatro tantos seguidos para acercarse de nuevo hasta el inquietante 8-10.
Cabe destacar, además, que el octavo tanto del que fuera campeón en 2002 llegó en un precioso dos paredes con efecto que obligó a Olaizola II a perderse entre el numeroso público que abarrotaba el Atano III. Eran los mejores momentos de Barriola y los peores de Aimar.
Pelotazo y cambio de rumbo
Pero como en casi todas las finales deportivas, la jugada que marcaría el rumbo definitivo del partido estaba aún por llegar. Con el 8-10 en el marcador, un errático pelotazo de Barriola fue a chocar en el codo izquierdo de un Aimar que se cruzó justo delante de él. Era un tanto más para el de Goizueta, pero una jugada importantísima que ponía fin a la racha de Barriola y cortaba, de nuevo, las esperanzas de remontada del zaguero.
Aunque la retirada a vestuarios de Aimar no fue demasiado larga, Barriola no volvió a ser el mismo a partir de ese momento. Olaizola volvió a mandar en el partido y en las pocas ocasiones en las que Abel pudo pasar a dominar, el de Leitza cometió errores imperdonables en este tipo de partidos.
Sacando petróleo del saque-remate -se anotó cuatro tantos de esa manera en la recta final-, Aimar Olaizola se fue directamente hasta el cuadro 22 entre el jolgorio de los goizuetarras y la resignación de los leitzarras. Un triunfo que le coloca en lo más alto de la pelota a mano y que vuelve a salvar la temporada a la empresa Asegarce.
Abel Barriola, por contra, ve frustrado su intento de reeditar la txapela de 2002 tras un campeonato para enmarcar. De todos modos, sus cinco victorias en el Manomanista contra rivales de enorme entidad entierran, por fin, las dudas sobre el estado de su mano derecha y le aseguran un contrato en concordancia con su nivel. No hay duda, se lo merece.