El gran ambiente futbolístico que se respiraba en «El Templo Sagrado» del fútbol venezolano desde horas antes de comenzar el encuentro y los abucheos no amilanaron al combinado vasco. Los jugadores eran conscientes de que era una oportunidad histórica y había que tomárselo en serio. No era un simple partido amistoso.

Antes de iniciar el encuentro ya se anotaron una victoria al reivindicar la oficialidad de la selección con una espectacular y emotiva puesta en escena en un marco incomparable. Mientras sonaban los himnos salieron al campo con dos pancartas en las que se podía leer «Somos una nación, oficialidad» y «Ofizialtasuna nahi dugu». Al parecer está última fue entregada por la Unión de Federaciones Deportivas Vascas a los jugadores. Un pequeño paso más al que deberá sumarse la Federación marcando una estrategia y trabajando día a día.

Euskal Herria estaba concentrada en la importancia del partido. Richard Páez, en cambio, no pensó lo mismo y sacó al equipo B. Craso error, porque los jugadores vascos salieron a marcar territorio y demostrar su alto nivel competitivo. No es fácil preparar un encuentro después de una Liga tan dura y con un resultado tan dolorosa para los equipos vascos, pero la profesionalidad y ganas de enseñar el potencial que atesoran pudo con todo.

Aunque es necesario reconocer que la «Vinotinto» se lo puso en bandeja, la selección vasca dominó con autoridad el primer tiempo. Un remate de cabeza de Del Horno en un córner que desvió con apuros el portero dejó a las claras las intenciones nada más empezar. Euskal Herria jugó con mucha facilidad.

Para el minuto 8 de partido Aduriz ya había abierto el marcador y la selección se divertía porque la «Vinotinto» era un auténtico coladero defensivo. La banda derecha, sobre todo, pero todo el sistema defensivo en general, estaba ausente.

El planteamiento táctico que propusieron Iribar y Etxarri (4-3-3) dio resultado y los vascos entraban con comodidad por todos los costados. El segundo no tardó en llegar demasiado. Gabilondo se fue por la izquierda y su centro lo remató a las redes Etxeberria con comodidad, ya que controló el balón dentró del área sin presión.

El único rival que estaba con ganas era Torrealba. El delantero venezolano creó muchos problemas en los primeros compases del encuentro cayendo a la banda izquierda y se le escapaba a Del Horno. El gol de Venezuela nació de una jugada de ese estilo. Torrealba se plantó solo ante Iraizoz y no perdonó como ocurrió en su primera ocasión.

La reacción de la selección, sin embargo, fue inmediata. Prácticamente en la siguiente jugada Gabilondo calmaba los ánimos. El cortocircuito dejó sentenciado al conjunto anfitrión y Euskal Herria jugó a placer hasta el descanso. La hinchada local comenzó a mosquearse con la imagen que estaba ofreciendo su equipo y reclamaron la presencia de Arango en repetidas ocasiones.

Los vascos mientras tanto seguían a lo suyo y Etxeberria anotó el cuarto. El enfado del público creció de manera exagerada y comenzó a gritar «olés» cuando el combinado tricolor movía la pelota. Algunos de sus jugadores no pudieron aguantar la humillación que estaban sufriendo y Edder Pérez respondió con una patada a destiempo a Gaizka Garitano. El centrocampista vizcaino se encaró con él y el árbitro decidió expulsar a ambos pese a que era el tiempo de descuento. Los seguidores de Venezuela despidieron con una sonora pitada a su equipo.

El repaso recibido obligó a Venezuela a cambiar por completo el equipo y sacar el titular con sus estrellas. La entrada en punta de Maldonado y Arango se hizo notar y las fuerzas se igualaron, pero la diferencia en el marcador era tan grande que con aguantar firmes atrás era suficiente para el equipo de Iribar y Etxarri. Los seleccionadores no quisieron hacer todos los cambios de golpe y fueron sustituyendo poco a poco a los jugadores para evitar que el equipo se descompusiera.

Venezuela dispuso de algunas ocasiones para maquillar el resultado, pero la atención se fue centrando en las gradas, donde desde un sector del público se profierieron gritos en contra del Gobierno boliviariano con cánticos como «Y va caer, y va caer este Gobierno va caer» y «Libertad, libertad». Cuando el resultado parecía inamovible por la pasividad de los dos equipos, un error defensivo de la selección vasca concluyó con un riguroso penalti de Mikel González que Arango se encargó de materializar. El media punta del Mallorca tiene un punto más de calidad que el resto de jugadores y, a falta de tres minutos, volvió a marcar con un precioso lanzamiento de falta.

De tener el partido resuelto y en las manos, la tricolor pasó a sufir el acoso final de Venezuela, pero a pesar de pasar sus apuros logró defender el resultado y regresará a Euskal Herria con una valiosa victoria bajo el brazo.