En la Junta General Extraordinaria de accionistas de BBVA sólo intervino Francisco González, aunque compareció acompañado por el consejero delegado José Ignacio Goirigolzarri, y los miembros del Consejo de Administración.

Cuestionado en estas últimas semanas desde el ámbito financiero, González se basó en los tres pilares de acción: Estado español, América y China, en los que asienta la «industria financiera multinacional», como así denomina a su banco, para afirmar, ante algo más de la mitad de los accionistas de los que la gran mayoría estaban representados por delegación, que la operación de Compass no cierra ningún ciclo expansivo del banco, sino que abre otras nuevas. Nunca, como ayer, se vio al presidente de BBVA tan interesado en dejar en el aire nuevas operaciones a la vista. Una de las opiniones que se escucharon de respuesta a ese discurso del máximo ejecutivo fue que se encuentra, en estos momentos, muy necesitado de «engordar» el valor del banco para evitar ofertas de compra desde el exterior y porque desde dentro del banco se mantiene el malestar sobre su actuación al frente de la entidad.

Francisco González se marcó un plazo de tres años para activar de manera efectiva el Compass, de tal manera que «en ese período puedan trabajar en sintonía como lo estamos haciendo en otras partes del mundo». Según Francisco González, la operación de compra del estadounidense Compass se cerrará a finales de setiembre o durante los primeros días de octubre. BBVA ocupará el puestos diecinueve en el ránking de los bancos estadounidenses. En los primeros años, aportará el 10% de de los activos y resultados, pero «luego el crecimiento puede ser inmenso», señaló.

«Conviene recordar -explicó en su intervención- que Compass ha absorbido a más de 40 bancos pequeños en los últimos quince años. La industria financiera americana está muy atomizada. Son más de 8.000 bancos, pero nosotros ocuparemos el puesto diecinueve». En este sentido, el presidente de BBVA reconoció que la adquisición de esa entidad bancaria «es una oportunidad única para crecer en Estados Unidos y de que podemos crear mucho valor a partir de esa adquisición, así como dar un paso significativo en nuestra estrategia de ser un grupo de alcance global».

La Junta General Extraordinaria de BBVA dio luz verde a la operación, que sería «la mayor adquisición de la historia». El banco de origen vasco pagará 7.425 millones de euros por el estadounidense. Para ello, aplicará una ampliación del capital social en 96,04 millones, algo más del 52% del valor de la operación, mediante la emisión y puesta en circulación de 196 millones de acciones, lo que representa el 5,5%. Esta cantidad supone lo previsto por BBVA para el pago en especie a los accionistas de Compass. Esta actuación, unida los pequeños bancos que compró antes como el Valley Bank, Laredo, State National y Texas Regional, le hacen consolidar 622 oficinas en la zona sur de Estados Unidos. Entre las intervenciones, hubo una que alabó de manera expresa la gestión de BBVA en México, ya que «nadie creía que con la compra de Bancomer se iba a poder mantener los niveles de seguridad y desarrollo de la actividad. Ha logrado ser el más importante». González agradeció ese comentario, a la vez que explicó ante otro que el BBVA entró en México para después penetrar en Estados Unidos. Reconoció que una importante actividad del banco se debe a las remesas que envían los emigrantes a América Latina desde Estados Unidos. «Hemos creado la franquicia Dinero Express, que controla el 40% de las remesas a México», dijo. Adelantó que las oficinas de esa remesadora están abiertas desde las 10.00 a las 22.000 los siete días. «Vamos a tener que extender las horas de atención al cliente en todas las oficinas de BBVA», precisó.