Kepa Ezeolaza, Mikel Goenaga, José Félix Zamakona, Mikel Epalza, Diego Bande Coordinadora de sacerdotes de Euskal Herria
Renovando la esperanza en el proceso de paz
Ante la actual situación, asumimos nuestra responsabilidad como miembros de la Iglesia vasca
Una vez más y, ahora con particular preocupación, después de largos meses sin pasos significativos -más bien con retrocesos- en la resolución del conflicto político vasco, agravado con la ruptura del alto el fuego permanente por parte de ETA, queremos expresar nuestra convencida afirmación de que el proceso de paz y resolución del conflicto deben seguir.
Ciertamente, la organización armada ETA es la responsable de su decisión. Para muchos ha supuesto el fracaso de este proceso tan anhelado, aunque repetidamente obstaculizado por determinadas instancias políticas. Sin embargo, desde nuestras reflexiones y trabajos por alentar la paz, afirmamos que debe continuar realizándose por los caminos de la justicia, el respeto a la vida de cualquier ciudadano/a y los derechos de nuestro pueblo, entre los que se encuentra el de manifestar con libertad y democracia su voluntad.
Ante la actual situación, asumimos nuestra responsabilidad como miembros de la Iglesia vasca. Pero también denunciamos a sectores políticos y gubernamentales por no haber dado los pasos necesarios y factibles, con audacia, para avanzar en el proceso en el que tantas personas hemos puesto nuestra esperanza para lograr la anhelada paz.
Instamos a ETA a que, reconsiderando su grave decisión, decida un definitivo cese de la lucha armada; y a las diversas instituciones legales, a que cesen en todas las medidas legislativas, judiciales, penales, represivas de derechos ciudadanos y no fundadas en estricta justicia. Entendemos que la paz va más allá de la necesaria superación de todas las violencias. Creemos con total convicción que, tal como manifestaron nuestros obispos en otras circunstancias también especialmente difíciles («Diálogo y negociación para la paz», 1987) y la reciente carta de los 400 sacerdotes de toda Euskal Herria, el diálogo y la negociación son las vías que abren caminos de esperanza.
No podemos ir hacia atrás en los pasos dados. Tampoco dilapidar avances logrados. Sería una grave inconsecuencia e irresponsabilidad. Tenemos que hacer irreversible el proceso. A todas las personas, ciudadanos y ciudadanas de Euskal Herria, nos corresponde responder no con condenas y culpabilizaciones a una sola de las partes, sino con pasos positivos, con firmeza, desde nuestros irrevocables derechos individuales y colectivos.
Por nuestra parte reiteramos nuestro ofrecimiento a dar cuantos pasos sean necesarios para la reconducción del proceso de paz. Pero sólo con la imprescindible mediación de toda la ciudadanía libremente expresada y asumida, lograremos la paz en la que salga victorioso el pueblo y se realice la afirmación evangélica: «Bienaventurados quienes tienen hambre y sed de justicia y trabajan por la paz».