Catorce soldados estadounidenses han muerto en Irak en apenas dos días. Cinco de ellos fallecieron ayer por la explosión de una bomba colocada en una carretera y uno más al ser alcanzado su vehículo por una granada, según informó el Ejército en un comunicado.

Por otra parte, un conductor kamikaze estrelló ayer un camión bomba frente a una localidad de mayoría suní en el norte del país, causando al menos 16 muertos y 67 heridos, informó un comandante iraquí. Este atentado se produjo en la provincia de Diyala, donde miles de soldados estadounidenses están participando en la que se presenta como «la mayor operación contra Al Qaeda».

La deflagración derrumbó una parte de la Alcaldía de la localidad de Suleiman Bek y destruyó, al menos, cuatro vehículos.

Además, varios proyectiles de mortero cayeron en la Zona Verde de Bagdad.

Las últimas muertes de soldados estadounidenses sitúan en al menos 3.545 el número de militares muertos desde la invasión en marzo de 2003, según un recuento de la agencia AP.

Asimismo, un ataque aéreo contra una vivienda «llena de explosivos» de Baquba, capital de la provincia de Diyala, «alcanzó accidentalmente» otra casa, hiriendo a once civiles, informó el Ejército, que está investigando el incidente.

Según la versión oficial, las fuerzas estadounidenses habían despejado el área para destruir la casa «minada con explosivos, al parecer colocados por milicianos de Al Qaeda, pero la bomba no dio en el objetivo y alcanzó otra estructura», dijeron los militares. El objetivo inicial fue destruido empleando un cohete Hellfire.