Dos goles de Juan Román Riquelme a los 68 y 81 minutos tornaron imposible la misión del Gremio en su estadio, colmado con 55.000 aficionados, y dieron a Boca Juniors el sexto título de la Copa Libertadores en el partido 200 de su vigésima participación, con un triunfo sin discusión por 0-2. Pudo ser una goleada idéntica al 3-0 de hace ocho días en La Bombonera de no haber sido porque Martín Palermo desperdició a los 84 minutos, con un remate desviado, un penalti que él mismo sufrió en un mano a mano con su compatriota y ex compañero de equipo Rolando Schiavi.

El jugador del Villarreal, que jugó su último partido como cedido al Boca y este jueves regresa como hijo pródigo a la selección absoluta, dictó los ritmos del juego que le dieron la gana. A los 69 minutos soltó un remate imposible que entró por la escuadra izquierda de Sebastián Saja. A los 81, una combinación en contragolpe con Rodrigo Palacio terminó con un remate de su compañero que Saja contuvo a medias y el organizador argentino aprovechó el rechace.

El conjunto porteño asumió el control de todo y en los últimos quince minutos se dedicó a explotar a placer los contragolpes, donde Riquelme hizo la fiesta y Palermo, una vez más, demostró que ejecutar penaltis no es su especialidad.

Pese a su destacada actuación en el equipo Xeneize, el Villarreal, poseedor de sus derechos, no lo quiere en su plantilla.