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Maite SOROA

El silencio como antiperiodismo

Las informaciones aportadas por GARA en relación a las reuniones y los compromisos adquiridos entre ETA y el Gobierno español no han sido desmentidas por nadie. Se ha tratado de descalificar al mensajero, pero nadie ha podido negar con seriedad que lo publicado sea rigurosamente cierto. Y quien lo hizo cuando se conocieron los primeros datos ahora calla.

Dijo en su día «Noticias de Gipuzkoa» que un documento que recogía esos compromisos y garantías «era falso» y ayer, cuando pudo leer lo suscrito y guardado en caja fuerte por un organismo internacional, no dijo ni pío. Bueno, en página 18, dedicaban un ridículo faldón titulado «El PSOE lamenta que el PP siga usando el terrorismo para desgastar al Gobierno». Su correspondientes en Araba y Nafarroa titulaban de manera más flamenca: «El Gobierno `enterró' el diálogo con ETA por sus `peticiones delirantes'».

«El País», buen conocedor de los entresijos del proceso, evitaba hacer alarde de conocimiento y se remitía a una escuálida columna titulada «Zaplana pide explicaciones al Gobierno por una información de `Gara'».

Confirmar que las negociaciones llegaron hasta el punto acreditado por la información de estos días es, sin duda, asunto de primer orden informativo, pero en «Deia» estaban más preocupados por otros asuntos y no dedicaron ni una línea al tema. Lo mismo hizo «El Diario Vasco».

En «Diario de Navarra» evitaban dar cuenta del contenido de la información pero le daban un empujoncito al señorito: «El PP exige a Zapatero que dé detalles de los contactos con ETA».

En «El Correo Español» le daban un toquecito profesional a la cosa: «Gara afirma que el Gobierno y la banda pactaron el alcance del alto el fuego y la declaración del presidente».

Fue «El Mundo» el único que se molestó en verificar lo publicado: «El Gobierno admite que pactó con ETA la fórmula `derecho a decidir de los vascos`». Decían más: «Fuentes del Ejecutivo confirman que, para que la banda declarase un `alto el fuego permanente', se acordó esa expresión, que Zapatero utilizó en el Congreso en junio de 2006». Y en el editorial definía el acuerdo como «una transacción muy poco honorable entre un Gobierno democrático y una banda terrorista sin legitimidad alguna». ¿Quién dijo buscar la paz?

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