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America Latina Eduardo Tamayo G. 2007/6/19.

«Que abran los ojos a nuestras penas»

Mañana 20 de junio es el Día Mundial del Refugiado. Se calcula que el número de personas desarraigadas en el mundo supera los 40 millones de personas, es decir una de cada 136 personas se encuentra en esta situación, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

Si la situación de millones de migrantes del Sur en los países receptores del Norte, especialmente de los no regularizados, es difícil, la de los refugiados es más angustiosa puesto que, habiendo huido precipitadamente de las guerras, los conflictos o la situaciones de violencia para salvar sus vidas, por regla general, no pueden regresar a su país de origen por las amenazas que pesan sobre su integridad física. (...)

La misma suerte de los refugiados la tienen los desplazados internos, es decir, aquellos que escapan de la violencia en sus propios países pero que no pueden o no quieren exiliarse en otro país. (...).

El Plan Colombia, patrocinado por Estados Unidos y las elites militaristas colombianas, que se puso en ejecución en 1999, ha agravado la situación humanitaria. (...)

Según organismos de derechos humanos, el desplazamiento de las poblaciones hacia otras regiones de Colombia o al exterior responde a una perversa estrategia de guerra que busca «expulsar a la población para repoblar, para reconfigurar el territorio en función de los intereses fundamentales» (...).

La situación de los colombianos refugiados en Ecuador es extremadamente difícil. A miles de ellos se les ha negado el estatus de refugiado, otros prefieren mantenerse en situación de anonimato (...).

El gobierno de Rafael Correa ha lanzado el Plan Ecuador como un plan de paz que se contrapone al guerrerista Plan Colombia del eje Bush-Uribe. Dentro de este Plan se pretende regularizar a los colombianos dedicando unos 130 millones de dólares (...).

Para concluir, este es el llamado que hace Jairo Restrepo a los ecuatorianos y latinoamericanos: «Yo les pediría que abran los ojos a nuestras quejas, penas y dolores y que piensen que, así como sufrimos y tenemos necesidades aquí y nos miran con desprecio, piensen que lo mismo están pasando sus familiares en Estados Unidos, Italia o Europa. La diferencia es que ellos se han ido por el aspecto económico y nosotros venimos aquí, acosados y obligados, para salvar nuestras vidas», finaliza Jairo Restrepo.

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